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15 de mayo de 2024

Maradona

Pone en escena un mito y una ciudad, una pesquisa a la vez creativa y surrealista

Cine

Festival de cine de Roma: Maradona y Umberto Eco conviven

Los documentales Daniel Pennac: Ho visto Maradona! y Umberto Eco - La biblioteca del mundo dan vida a estas dos estrellas

El mito de Diego Armando Maradona y la biblioteca de Umberto Eco conviven hoy en la 17º Festival del Cine de Roma, que se celebra hasta el 23 de octubre en la capital italiana, gracias a dos documentales: Daniel Pennac: Ho visto Maradona!, del valenciano Ximo Solano y Umberto Eco - La biblioteca del mundo, del italiano Davide Ferrario.
Solano ha invertido 30 de sus 55 años de vida en el teatro y se mueve entre Valencia, donde ha fundado la compañía Teatre Micalet, y París, donde colabora con el escritor francés Daniel Pennac y su Compagnie MIA.
Es justamente a partir de un espectáculo de Pennac que Solano firma su segundo opus, después del telefilm Maror de 2015. Al enterarse de la muerte de Maradona, el 25 de noviembre de 2020, Pennac, que no es propiamente un fanático ni un conocedor del fútbol, llevó a Solano y al periodista y escritor Joan Tur a Nápoles para investigar un fenómeno como el del jugador argentino que, además de ser un ícono del fútbol, fue también el símbolo de la necesidad de rescate de toda una ciudad.
A partir de las lágrimas derramadas por sus más estrechos colaboradores (Solano, la directora argentina Clara Bauer, Pako Ioffredo) al enterarse de la muerte de Maradona, Pennac pone en escena un mito y una ciudad, una pesquisa a la vez creativa y surrealista sobre un mito que se hace carne y cambia la vida de todas las personas que entran en estrecho contacto con ese mito, ya sea gente común como los hinchas más furiosos de «Napoli».
Como bien dice Pennac, evocando la declaración de un «tifoso», «no me importa la vida que vivió Maradona sino la vida que él me hizo vivir». Para Solano, «Maradona ha sido el único futbolista que triunfó identificándose con el deseo de revancha política y social de los napolitanos» agregando que «el film no trata del hombre y del jugador sino del signo indeleble que él ha dejado en las calles, el corazón y el recuerdo de la gente».
Y agregó: «Fuimos a Nápoles porque sentimos la exigencia inmediata de elaborar el duelo de su muerte en el lugar donde fue más querido» «trabajando con las anécdotas, las sugestiones y el sentimiento místico que Diego despertó en una Nápoles que es el punto perfecto de encuentro entre el paraíso y el infierno».
Umberto Eco no solo fue un gran semiólogo y un exitoso autor de best sellers sino que fue también un conocido divulgador de cultura popular, con intereses que abarcaban todo el conocible, explicado siempre con sapiencia, claridad e ironía.
Ferrario, fecundo documentalista italiano, ya había colaborado con Eco en una instalación para la Bienal de Venecia de 2017, centrada sobre el tema de la memoria, mientras aquí, a través de entrevistas con el escritor y sus familiares, ahonda la relación de Eco con los libros, de los que era omnívoro lector.
Baste pensar en su biblioteca de 1.500 libros raros y antiguos y los 30 mil de ediciones contemporáneas, divididos entre sus dos casas de Milán y Bolonia, y que ahora ha sido donada por su familia a varias universidades e instituciones culturales de estas dos ciudades y Turín.
Ferrario confecciona un patchwork de entrevistas y citas de sus libros, leídas por actores, que trata de sintetizar en escasos 80 minutos la inmensa sabiduría de Eco, sus sorprendentes pero al mismo tiempo lógicos aforismos, como el de que es hora de dejar de acumular información para empezar a filtrar la enorme cantidad que nos ofrecen los medios de comunicación, o de que la lectura, fruto de una curiosidad intelectual, es vida y visto que hoy en día no hay mucha curiosidad intelectual en el mundo, hay mucho menos vida en nuestro planeta de lo que se cree.
También Eco cuenta anécdotas de su juventud, cuando para poder ver teatro sin pagar, formaba parte de una claque, pero al tener que volver antes de medianoche al colegio de internado, se quedaba sin ver el último acto, por lo que ignoraba porque Hamlet odiaba tanto a su tío, que parecía tan buena persona, o esperaba que Otelo echara a Iago y se reconciliase con Desdémona.
El asunto se resolvió cuando se encontró con un amigo que, por ser control de entradas en un teatro, se quedaba sin ver el primer acto, por lo cual entre ambos lograron reconstruir la trama de muchas piezas teatrales.
Umberto Eco -La biblioteca del mundo podría muy bien ser una maxiserie televisiva de 20 o 50 capítulos, tal es la capacidad del semiólogo de entretener a un público profano, explicándole, clara y concisamente, lo que significa vivir en un mundo en perpetua comunicación.
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