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25 de abril de 2024

Motos, en la tertulia del pasado jueves, cuando se defendió de las acusaciones de machismo del Ministerio de Igualdad

Motos, en la tertulia del pasado jueves, cuando se defendió de las acusaciones de machismo del Ministerio de IgualdadAntena 3

La semana de la tele

Irene Montero vs. Pablo Motos: la guerra continúa en las redes sociales

El presentador de El Hormiguero que se rebeló ante la acusación de machismo del Ministerio de Igualdad recibe ahora una avalancha de contestaciones de particulares. ¿Habrá una nueva réplica del valenciano o dará el asunto por zanjado?

El Ministerio de Igualdad tiró de hemeroteca para su campaña para el 26-N, y Pablo Motos hizo lo propio para defenderse. Hablamos, claro, del anuncio de Montero y cía en el que se denunciaban cuatro casos de machismo, y de la respuesta del presentador de El Hormiguero al protagonizado por su alter ego.
La acusación (inicial) al señor de las hormigas fue una pregunta que realizó seis años atrás a la actriz Elsa Pataky. De entrada, puede sorprender que si España es el infierno machista diario que Irene María Montero y los suyos y las suyas describen haya habido necesidad de remontarse a hechos de 2016 (entrevista de Motos a Pataky) y 2015 (los cánticos de la afición del Betis) para armar un anuncio-denuncia en 2022. Y en esa línea fue el presentador valenciano: «¡Ya se han ido lejos!», empezó su respuesta, consciente de que, en su caso concreto, la distancia no fue el olvido. Y después sacó su fusil verbal y apuntó: «El Ministerio de Igualdad miente». Todo empezó con una batalla entre una estrella televisiva y la ministra más polémica de Sánchez, pero, a estas alturas, hay montada una guerra de trincheras.

Contra el presentador más famoso

Una de las primeras lecciones sobre política me la dio en los años 90 del pasado siglo un concejal socialista del Ayuntamiento coruñés que formaba parte del equipo de gobierno. La oposición había denunciado una serie de hechos un tanto turbios. Aquello parecía todo claro como el agua, que diría Tarantino. Pero no. Se habían dejado demasiados cabos sueltos. El asunto no tenía consistencia y se diluyó en unos días. «En política, si abres una guerra, has de estar seguro que la vas a ganar. Y esta gente la va a perder», me dijo. Así fue.
De entrada, enfrentarse al presentador del programa más visto de la tele no parece la decisión más inteligente. Es buscarse un enemigo poderoso. Pero si lo haces además con un argumento inconsistente, te expones a una contestación que te deje en evidencia. Hablando en plata: a ir a la guerra para perderla. El peor efecto que tiene un ataque es que te puedan ganar al contraataque. En el anuncio de Igualdad, el personaje que interpreta al líder de las hormigas pregunta a una mujer si cuando duerme usa ropa interior sexy o cómoda. Ella, molesta, mira a cámara y se dirige al espectador: «Si yo fuera un tío, él no me hubiera hecho esa pregunta». En su réplica, Motos argumentó en su defensa numerosos ejemplos en los que hace preguntas similares a hombres y que, además, Pataky iba a presentar una línea de lencería sexi.

Diarrea legislativa

Fue la número 2 de Montero, la gallega conocida como Pam –la licenciada en Filosofía que exigió a los jueces formarse, la misma que se refirió como «la puta coja» a la que era su líder en Podemos Galicia–, quien calificó de «diarrea legislativa» la acción jurídica de su ministerio. Pam, poco afortunada en el manejo del lenguaje –al menos en este caso–, se refería así a la frenética actividad legislativa de este departamento gubernamental, pero sus detractores piensan que esa definición se ajusta como un guante al contenido de sus leyes. Que la del «solo sí es sí» es una auténtica cagada lo denunciaron días atrás Pablo Motos y su tertuliano y guionista Juan del Val. Ellos piensan –se deduce del discurso de defensa del presentador– que su programa ha sido atacado en forma de anuncio como réplica a esa denuncia, pero en realidad, y dado el tiempo en que tarda en realizarse una campaña como la de Igualdad, ya estaban en el punto de mira desde mucho antes de haber hecho esta crítica a la ley y de que se abriese este conflicto.
Dolida con el spot en el que se ataca a su jefe, la siempre comedida Tamara Falcó perdió las formas por primera vez en la tele y soltó –oh, cielos– un «mierda» en prime time. Empleó «la palabrota» para calificar el anuncio publicitario en cuestión. Habría resultado más fino, y por tanto más acorde a su marquesado, haber dicho que es producto de una diarrea mental. Quizá es lo que ella y Motos piensan, pero nunca jamás se atreverán a decir. ¿O sí?

De la esgrima al «pressing catch»

Creímos que el contraataque ponía fin al asunto, que la contundente contestación de Motos daba el asunto por zanjado. Pero no. A estas alturas, esto ya no es un duelo de esgrima, un mano a mano Montero-Motos, sino un combate de pressing catch, y de los multitudinarios, con el valenciano en el centro del ring acosado desde todas las esquinas de Twitter. Ya no es una batalla. Es una guerra. Las redes sociales –ese territorio en el que tan bien se maneja Podemos desde sus inicios– se han llenado de hilos, comentarios y vídeos en los que se acusa de machismo al presentador, usando como ejemplo otras intervenciones en el programa e incluso unas declaraciones de Charlize Theron. Lo cierto es que entre estos cortes que se han rescatado en redes hay algunos cuya defensa no sería tan sencilla para Motos. Es decir, los usuarios de Twitter han trabajado con más precisión que la ministra de Igualdad y sus decenas de asesores internos y externos. Han dado la vuelta a una tortilla que parecía hecha. Hasta una de las invitadas, la ex triunfita Virginia Maestro, se ha sumado al coro. ¿Ha ido el presentador valenciano a la guerra para perderla? ¿Está El Hormiguero ante la crisis de reputación más grande su historia? La respuesta, en los próximos días.
Más preguntas. ¿Cómo se desarrollarán los acontecimientos? ¿Habrá una nueva réplica de Motos o dará el asunto por zanjado? ¿Alegarán desde «la tele abierta» que El Hormiguero lleva en antena desde 2006 y que no siempre ha habido tanta sensibilidad como ahora con el tema en cuestión? ¿Dirán que se han emitido 2.459 programas y que mantener siempre el nivel de ejemplaridad que exigen Montero y sus huestes no es sencillo? ¿Replicarán con una hemeroteca de hombres en situaciones similares a las de los vídeos protagonizado por mujeres (sin forzar mucho la memoria, recordamos que Motos ha besado en la boca a Miguel Ángel Silvestre y Will Ferrell)?
Más y más preguntas. ¿Se arrepentirá el presentador de algunos –o incluso de todos– los momentos que recogen esos vídeos, varios de los cuales ya no se pueden ver porque Mediaset los ha denunciado por cuestión de derechos, según lamentan usuarios de las redes sociales (a los que la existencia de la propiedad intelectual les resbala)? En el supuesto de que recule y declare que hoy no hubiese actuado así, ¿eso convierte a Pablo Motos en merecedor de una campaña publicitaria que lo ridiculiza y estigmatiza –esto quizá para siempre– pagada con (mucho) dinero público?

¿Habrá una nueva réplica?

¿O bien pensará el presentador valenciano que la mejor defensa es un buen ataque? Porque tal como está de caliente el asunto ya no descartamos que la réplica sea una pieza –más del estilo de El Intermedio que de El Hormiguero– titulada Quien este libre de pecado que tire la primera piedra, un cuidado vídeo-espejo, uno clavado al del Ministerio de Igualdad pero protagonizado por un político con coleta diciendo que azotaría a una presentadora televisiva hasta que sangrase, a un argentino cantando a ritmo de jota «chúpame la minga» a una mujer-objeto llamada Dominga y, por supuesto –en aras de la igualdad, porque también hay mujeres machistas–, a una joven «activista» llamando «puta coja» a una líder política.
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