Fundado en 1910

09 de mayo de 2024

Fotograma de `Stranger things´

Stranger ThingsNetflix

Series

¿Cuánto dura un episodio de televisión?

La respuesta ha ido evolucionado con los años y la duración de los episodios no ha dejado de variar

Cuando hace un par de décadas la peña andaba enganchada a Friends, El Ala Oeste o Los Soprano la respuesta era fácil. Las dos primeras eran disciplinadas con las agujas del reloj: las descacharrantes andanzas de Rachel, Ross y compañía no pasaban de 30 minutos (22 de metraje más las pausas publicitarias) mientras que el idealismo político del Presidente Bartlett ascendía a los 42 minutos (con sus anuncios, ocupaba una hora de parrilla televisiva). Con los mafiosos de Nueva Jersey, que se emitían por un canal de cable premium que no emitía anuncios, la duración era más elástica. Rondaban la hora, pero carecían de la exactitud de las series emitidas en el resto de canales. Con sus peculiaridades, todo mercado –desde España al Reino Unido– andaban mediatizadas por estándares similares.
Durante décadas esa puntualidad conformaba uno de los rasgos específicos de la pequeña pantalla: la parrilla televisiva y la franja horaria delimitaban, con mano de hierro, la extensión del episodio (dejemos de lado excepciones como capítulos especiales o los inicios y finales de temporada). Es una rigidez que no encontramos en el cine —convivimos con normalidad con películas que oscilan entre la hora y media y las tres horas— ni en la literatura —Guerra y paz son más de mil páginas mientras que La metamorfosis apenas supera el centenar—. Si acaso la cadencia del cómic podría acercarse a la de la tele serialidad.
Como se apuntaba arriba, el modelo comenzó a virar con los canales de cable premium como HBO, que podían permitirse jugar con otras reglas narrativas. Sin embargo, han sido las plataformas de streaming las que han habituado a los espectadores a nuevos estándares, generalizando la heterogeneidad de duraciones. (Sí, también han variado mucho el número de episodios, incluso el de temporadas, pero eso habrá que dejarlo para otro artículo aparte).
Tomemos el ejemplo de una flamante serie que regresa estos días por todo lo alto con su tercera temporada: The Mandalorian. Cada episodio respira distinto contra el reloj. Los creadores tienen manga ancha para fluctuar: desde los 34 minutos de El chico (1.2.) hasta los 56 de El Marshall (2.1.). No es un caso aislado. Uno de los mejores episodios del 2022 era el séptimo de la excelente The Bear: rodado en plano secuencia y un tercio más corto que el resto de capítulos, que tampoco se aferraban a un minutaje estricto.
Hay casos donde la horquilla es, incluso, más acusada. La sorprendente antología Love, Death & Robots se mueve entre los solo seis minutos del simpático Yogur al poder y los 21 del brutal Un mal viaje. La todopoderosa Stranger Things empezó moviéndose dentro de un baremo habitual para el drama, pero en la última temporada multiplicó su metraje: prácticamente todos los episodios pasaban de los 75 minutos… ¡y la season finale se disparó hasta las dos horas y media! Por último, por aplicarle al asunto la lupa de la actualidad, la exitosa The Last of Us se alarga hasta los 75 minutos en su célebre tercer episodio… mientras que el siguiente se queda en media hora menos.
Todos estos ejemplos, entre muchos posibles, evidencian que la libertad de visionado que otorga la tecnología está influyendo también en las formas de contar. Es lógico. Aunque se mantenga el capítulo como unidad narrativa, el carácter novelístico de una buena parte de la serialidad contemporánea exige un dinamismo mayor. Liberados de las constricciones de una parrilla, de una programación, tiene sentido que haya capítulos que reclamen más longitud que otros, como pasa en cualquier novela.
Pero al mismo tiempo no hay que dejar de apuntar un posible efecto perverso, más aún en esta época de sobredosis de oferta: el caracoleo narrativo, la presencia de lo intrascendente, el relleno, la ausencia de elipsis. Muchas de las obras cumbre de la televisión se han producido bajo las constricciones del formato, del episodio medido con exactitud: Breaking Bad, The Americans, Mad Men, Lost, Expediente X, Seinfeld, Los Simpson, Better Call Saul y un larguísimo etcétera. Porque durante décadas, los 22 minutos de la comedia o los 42 del drama influyeron decisivamente en la narrativa de la tele serialidad, convirtiendo lo que parecía una limitación en una virtud: la escritura se pulía para quitar lo superfluo, adecuando los conflictos dramáticos y su resolución al formato; la limitación espoleaba el ingenio y animaba la efectividad dramática y narrativa. Por tanto, la respuesta a cuánto dura un episodio televisivo ha evolucionado, sí. Lo que no queda tan claro es si el cambio ha sido necesariamente a mejor.
Comentarios
tracking