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John Wayne y Pilar Pallete

John Wayne y Pilar Pallete

Cine

La historia de amor de John Wayne y Pilar Pallete, la peruana que lo conquistó y aún vive: «Lo extraño mucho»

El actor se casó tres veces, pero fue con Pilar Pallete, a quien conoció en Lima en los años 50, con quien compartió su relación más larga y discreta. Pilar Pallete, a sus 96 años, vive en California

En los años 50, cuando Hollywood cabalgaba al ritmo del wéstern y el mundo se rendía ante los héroes de sombrero y revólver, John Wayne era más que un actor: era un símbolo. Un icono masculino, recio y orgulloso, que parecía hecho de polvo del desierto, whisky y guiones patrióticos. Pero en 1952, durante un viaje a Perú buscando localizaciones para El Álamo, el Duque encontró algo que no esperaba: una historia de amor inesperada con una joven actriz peruana que cambiaría, silenciosamente, su vida personal.

Su nombre era Pilar Pallete Alvarado, tenía 20 años, hablaba varios idiomas y era hija del senador Miguel A. Pallete. Con estudios de arte dramático y presencia escénica, no era ajena al mundo artístico, pero desde luego no era una mujer de alfombra roja. A Wayne lo conoció casi por casualidad, como ocurren las historias que no buscan protagonismo. Él, aún casado con la mexicana Esperanza Baur, quedó «encandilado», según contaría años más tarde Pilar. La diferencia de edad (26 años) y de idioma no fueron obstáculos: el lenguaje del carisma y la curiosidad fue más poderoso.

John Wayne y Pilar Pallete

John Wayne y Pilar Pallete

En 1954, con el divorcio de Wayne ya cerrado, se casaron en una ceremonia íntima en Hawái. A partir de ahí, dejó su país, su incipiente carrera y su anonimato, y se mudó a Los Ángeles. Aunque alejada del foco, su vida no fue precisamente discreta: fue la tercera y última esposa del Duque, y durante más de dos décadas compartieron hogar, viajes, hijos y, también, silencios.

Tuvieron tres hijos: Aissa, Marisa y Ethan. Pilar acompañó al actor en los momentos más complicados: fue testigo de sus múltiples rodajes, de su fama imparable, de sus adicciones y también de su batalla contra el cáncer de pulmón. Mientras las películas seguían ganando taquilla, el verdadero drama se libraba fuera de cámara. Pilar fue su apoyo en los tratamientos, su compañera en la enfermedad. Aunque en 1973 se separaron, nunca se divorciaron, y mantuvieron una relación amistosa, más fuerte de lo que algunos testamentos quisieron mostrar.

Porque sí, ahí está la polémica. Cuando el legendario actor falleció en 1979, víctima de un cáncer gástrico que ya había hecho metástasis, dejó una fortuna estimada en 6,85 millones de dólares. Su testamento sorprendió a muchos: ni un centavo fue destinado a Pilar, la mujer con la que había compartido 24 años de su vida. Los beneficiarios: sus hijos, sus secretarias de confianza y, en especial, Pat Stacy, su asistente personal y quien fue, según los biógrafos, su última pareja sentimental. Ella misma se autodenominó «su compañera hasta el final».

Pero ¿por qué Pilar quedó fuera? Con el tiempo se supo que había un acuerdo económico desde la separación, que incluía una pensión vitalicia que seguía recibiendo hasta después de la muerte del actor. No hubo escándalo público por su parte. Nunca lo hubo. Ella prefirió el silencio.

Hoy, a sus 96 años, Pilar Pallete vive en California, lejos del ojo mediático, sin entrevistas, sin redes sociales, sin exposiciones de ego. Dedicada a la pintura, ha plasmado retratos de mujeres, paisajes naturales y también imágenes del hombre que fue el centro de su vida. En 2007, durante una de sus escasísimas apariciones públicas para conmemorar el centenario del nacimiento de Wayne, habló sin rencor: «Mi vida no volvió a ser la misma sin él. Lo extraño mucho. Fue el mejor padre que les pudo haber tocado a mis hijos». Cuando le preguntaron qué le quedó de todo aquello, Pilar no habló de fama, ni de fortuna. Habló de rutina, de complicidad y de amor tranquilo. «Nos entendíamos sin hablar mucho. Teníamos un lenguaje propio. Él no necesitaba estar gritando ni ser el vaquero que todos veían en pantalla. En casa era un hombre muy tierno. Muy protector. Amaba con intensidad. Y yo amé esa parte suya que casi nadie conocía», contó.

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