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Enrique Tenreiro en la Audiencia Provincial

Enrique Tenreiro en la Audiencia ProvincialEFE

El escultor que pintó la tumba de Franco dice que usó pintura lavable para no causar daños

Enrique Tenreiro ha aducido en su defensa que tal acto lo hizo como una creación artística «por la reconciliación y por la libertad» de los españoles

La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Madrid ha juzgado este viernes al escultor Enrique Tenreiro a quien la Fiscalía acusa de un delito contra la libertad de conciencia por la pintada que hizo el 31 de octubre de 2018 sobre la tumba de Francisco Franco en la basílica del Valle de los Caídos, por lo que pide para él un año de cárcel y que indemnice a Patrimonio Nacional con 833 euros.

La acusación particular ejercida por la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos ha solicitado dos años y cinco meses de prisión para el procesado porque a ese delito hay que sumarle el de profanación de una tumba.

El escultor ha aducido en su defensa que tal acto lo hizo como una creación artística «por la reconciliación y por la libertad» de los españoles, utilizando pintura lavable que no causara ningún daño, y que lo hizo instantes antes del comienzo de la misa para no interrumpir su celebración.

Además, Tenreiro ha confirmado ante el tribunal que aquel día llegó al Valle del Caídos sobre las diez de la mañana, paseó y llegó a la tumba del dictador, en la que había un hombre corpulento con la mano alzada; cuando éste se fue, pintó una paloma con pintura roja y escribió la frase «por la libertad», en una «performance» que grabó y difundió su amigo y fotógrafo Pedro Armestre.

Respeto a los curas

Ha precisado que quiso añadir «por la reconciliación» pero no le dio tiempo, ya que se dio cuenta de que salían unos sacerdotes para oficiar misa, por lo que «aceleró al máximo» porque él «jamás interrumpirá la misa», pues ha asistido a colegios religiosos toda su vida y tiene respeto a los curas y a la iglesia.

Y ha hecho hincapié en que cogió una pintura «los más limpiable posible», preguntando en la tienda que se limpiase solo con agua «porque no quería hacer daño a la lápida», y que escondió dentro de una botella de plástico para que no la detectasen.

Tenreiro ha asegurado que pensó la acción unos días antes y que, al igual que con otras acciones anteriores, pretendía remover conciencias y denunciar que un dictador tenga un «mausoleo» en un lugar público destinado a los fallecidos en los dos bandos de una guerra, en la que ese dictador no había muerto.

«El artista hace algo porque en su pequeña locura cree que va a concienciar... igual malvive, pero quiere mejorar el mundo. Somos a veces como niños pequeños, demasiado idealistas. Igual no he mejorado nada pero espero no haber empeorado nada», ha añadido durante su declaración.

En su derecho a la última palabra ha dicho que no se arrepiente de lo que hizo «para denunciar un anacronismo» si esa acción sirvió para mejorar algo la sociedad, aunque sí lamenta «haber tenido que pintar en una lápida», precisando que es «la lápida de un dictador que descansa en un mausoleo, tras 40 años de democracia».

Derecho a la libertad religiosa

Entre los testigos ha declarado el prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, quien ha explicado que la acción de Tenreiro les obligó a parar la procesión de entrada a la misa de las once, por lo que «propiamente sí se había iniciado el rito religioso», que se acabó celebrando «al cabo de unos minutos» porque el altercado fue «muy rápido».

Todas las partes han mantenido sus peticiones iniciales al final del juicio, que ha quedado visto para sentencia, y el fiscal ha incidido en que el escultor incurrió en el delito previsto en el artículo 523 del Código Penal porque la misa ya había empezado y «se vulneró el derecho a la libertad religiosa», sin que esa acción se pueda enmarcar en la libertad de expresión.

Por su parte el letrado de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos ha defendido que Tenreiro sea condenado a dos años y cinco meses de cárcel porque, además de coartar la libertad religiosa, profanó la tumba, y permitir esas acciones supondría apoyar «el mundo del antiderecho y de actitudes próximas al terrorismo».

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