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23 de abril de 2024

El psicólogo y escritor canadiense Jordan Peterson

Jordan Peterson, el polemista conservador, abandona su plaza en la universidad por presiones 'woke' contra sus alumnos

En un artículo en el National Post denuncia la mentira y el poder que ha adquirido la cultura 'woke' en el ámbito universitario y el perjuicio que supone su figura para el futuro de sus alumnos

Jordan Peterson ha abandonado su plaza de profesor numerario de Psicología en la Universidad de Toronto,  hecho éste anunciado por él mismo en un artículo en el National Post, y en el que denuncia el poder que ha desplegado la ideología woke en el ámbito universitario. Su dimisión y denuncia por escrito no nace tanto de las presiones ideológicas a las que ya se ha acostumbrado, sino como un modo de visibilizar la dramática situación cultural en la que se encuentran los campus universitarios de Norteamérica y Canadá.

Sus alumnos están señalados por la mentalidad de izquierdas

El pensador ha partido de la dificultad de sus estudiantes para aspirar a la investigación universitaria en un ambiente tan polarizado: «La Diversidad, la Inclusividad y la Igualdad (la mentalidad de la izquierda) nos están destruyendo. La posibilidad de que mis estudiantes de postgrado varones, blancos y heterosexuales, extraordinariamente cualificados y preparados, reciban una oferta para un puesto de investigación en la universidad son mínimas, a pesar de sus brillantes currículos. Y son también inaceptables, precisamente, porque son mis alumnos; y yo soy académicamente una persona non grata por mis inaceptables planteamientos filosóficos. ¿Cómo puedo en conciencia aceptar investigadores y formarlos sabiendo que sus posibilidades profesionales son ínfimas
El profesor Peterson señala las causas principales de esta situación: «Por un lado, los reglamentos de Diversidad, Inclusividad e Igualdad y los comités que los imponen; y por otro, la deplorable ideología woke que está destruyendo las universidades y, como consecuencia, la cultura.
El mecanismo que privilegia el ascenso de los BIPOC (negros, indígenas y personas de color, por sus siglas en inglés) no tiene en cuenta que no hay un número de ellos con suficiente cualificación para ocupar cargos según las normas de lo políticamente correcto: Diversidad, Inclusividad e Igualdad, dan como resultado una generación de investigadores carentes de cualificación y que desprecia la evaluación real de los conocimientos».

La mentira institucionalizada y las subvenciones

Peterson denuncia que esta mentira está sostenida por sus propios colegas, a los que tacha de cobardes: «Mis cobardes colegas mienten e instruyen a sus estudiantes para hacer lo mismo. Lo hacen constantemente, con diversas razones y justificaciones, corrompiendo, aún más, una institución ya increíblemente corrompida. Incluso se someten a las sesiones de adoctrinamiento que les ordenan desde el departamento de Recursos Humanos para señalar cualquier actitud que se considere racista, sexista o heterosexualista».
En este sentido, Peterson sentencia que «es un riesgo para los profesionales cualquier cosa que no sea dar la razón siempre y en todo a sus pacientes», y  que perjudica a «la práctica de la psicología clínica, que depende enteramente de la confianza y la privacidad».

Una ideología contraria a la paz y la justicia

Peterson intenta convencer a los incrédulos o a los ignorantes de esta situación: «Si usted no cree que los psicólogos, los abogados y otros profesionales están aterrorizados ante el gobierno woke de sus colegios profesionales, es que usted, simplemente, no comprende lo lejos que ha llegado todo esto.» Y subraya que «la ideología de la Diversidad, la Inclusividad y la Igualdad no busca la paz y la tolerancia; tal ideología es la enemiga absoluta y total de la competencia y de la justicia».
Recuerda la práctica que se ha llevado a cabo en la industria del cine norteamericana, donde la Academia ha puesto en marcha un plan quinquenal para que los premios Óscar se ciñan, no a criterios de calidad, sino a criterios como la diversidad y la inclusividad, racial y sexual.
«Hemos llegado a un punto en el que la raza, la etnia, el género o la preferencia sexual se considera la característica fundamental que define a la persona y, además, la cualificación más importante para estudiar, investigar o trabajar. ¿Es preciso que señale hasta qué punto esto es una locura? Es peor que el departamento de agit-prop del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética
Peterson concluye dirigiéndose a todos aquellos que asisten a todo lo que está sucediendo «cobardemente, en el disimulo y el silencio, mientras las paredes se derrumban. Quien siembra vientos recoge tempestades», advierte, «y el viento está arreciando».
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