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19 de marzo de 2024

La Ópera de Sídney

La Ópera de Sídney, situada en la ciudad de Sídney, estado de Nueva Gales del Sur, Australia, es uno de los edificios más famosos y distintivos del siglo XX

La Ópera de Sídney celebra por partida doble: cumple 50 años y consigue arreglar sus problemas de sonido

La figura del teatro más universal del mundo se engalana para la celebración de su medio siglo de vida: una larga historia con polémicas y curiosidades sobre uno de los mayores monumentos de la música, ensombrecido por una terrible acústica

La Ópera de Sídney está de celebración, y por ello invita a todo el mundo a visitar su recinto para disfrutar de los festivales que organiza este año por su 50 aniversario. Desde su inauguración, la imagen de la ópera se ha asociado, indiscutiblemente, a la idiosincrasia de los ciudadanos australianos, convirtiéndose en el símbolo por antonomasia del país. Aunque este edificio ha ido más allá, trascendiendo las fronteras del país austral para convertirse en uno de los iconos del arte más reconocidos del mundo.
Sus orígenes se fraguaron entre los límites del diseño y la ingeniería de la época: fue diseñado por el arquitecto danés Jørn Utzon en 1957 e inaugurado en 1973. Esta obra fue una completa innovación debido a una estructura vanguardista que implicaba un cambio en el paradigma de la arquitectura y que más adelante influiría en el diseño de muchos otros edificios de su mismo calibre. Además de en el campo de la arquitectura, la ópera significó la transformación en la vida cultural de los habitantes de Sídney, iniciando una nueva era de descubrimiento artístico en la capital australiana.
La idea de crear un centro artístico musical en Sídney venía labrándose tras la Segunda Guerra Mundial, una etapa de gran transformación (positiva) gracias a la expansión económica. Fue durante la década de los cuarenta cuando el concepto se hizo realidad, gracias en gran medida a la ambición de los pensadores y artistas que tenían en mente plasmar este periodo de bonanza en un centro cultural. El lugar seleccionado para la construcción de la futura ópera fue Bennelong Point y se lanzó un concurso internacional bajo el nombre de 'Un Teatro Nacional de Ópera en Bennelong Point'.

Del modernismo al expresionismo

Fue el 9 de abril de 1956 cuando el arquitecto danés Jørn Utzon mandó sus primeros diseños del edificio poco antes del cierre de la competencia. Su boceto fue supuestamente rescatado de la pila de descartados por uno de los jueces que, decepcionado con los diseños que se habían colado entre los finalistas, quedó particularmente prendado cuando ojeó el diseño de Utzon . «Debido a su originalidad, es claramente un diseño controvertido. Sin embargo, estamos absolutamente convencidos de sus méritos», explicaron finalmente los jueces.
Primeros diseños de la ópera de Sídney

Primeros diseños de la ópera de SídneyÓpera de Sídney

El diseño de Utzon rompía con el modernismo y el estilo arquitectónico predominante de la época, abrazando el expresionismo y una forma más escultórica: un proyecto totalmente adelantado a su época. La configuración que utilizó el danés respecto al lado del puerto de Bennelong Point fue una de las claves de este diseño, ya que podía verse el edificio desde todos los ángulos. Sin embargo, el proyecto se convirtió en una pesadilla para el arquitecto danés: el proyecto empezaría costando casi 4 millones de euros de la época y terminaría alcanzando los 66 millones.

Un campo de batalla político con pésima acústica

Bennelong Point se convertiría en un campo de batalla político que no hizo más que poner trabas al avance y desarrollo de la construcción. A causa de esto, las relaciones entre los políticos australianos y Jørn Utzon fueron de mal en peor. Esta situación desembocó en el abandono por parte del arquitecto danés del proyecto antes de su finalización, y nunca vería su obra terminada: el edificio tuvo que ser acabado por el arquitecto australiano Peter Hall. La ópera fue inaugurada finalmente en octubre de 1973, casi veinte años después de su comienzo.
La idea original de Utzon era la de crear un templo de la música, un edificio que combinase la belleza del diseño exterior con una estructura interna totalmente funcional donde la acústica fuese la protagonista. Sin embargo, esto último no se llegó a conseguir hasta el año pasado.
Un estudio realizado en 2011 por la revista musical Limelight sacó a relucir las taras que tenía la Ópera de Sídney respecto al sonido: una encuesta echa a críticos, músicos y espectadores mostraba el descontento con la acústica. Durante casi cuarenta años su sala de conciertos no hizo justicia a su fachada. No fue hasta las obras de remodelación, que finalizaron 2022 con un coste total de 123 millones de euros, cuando arreglaron el peor oprobio que podría sufrir cualquier ópera: el del sonido deficiente. Parece que las reformas y los arreglos realizados han superado las expectativas y por fin se han puesto al nivel de otros teatros del mundo y de su propia orquesta nacional, una de las mejores del mundo.

Las reformas

Entre las modificaciones realizadas se cuenta la instalación de 18 pétalos en el techo para modificar y proyectar el sonido, la reforma de la forma de las paredes antes terminadas en sierra y ahora onduladas, el descenso del escenario 40 centímetros para que esté más cerca del público y la instalación de paneles de difusión acústica en las actuaciones que no cuentan con amplificación. Además, el escenario se ha reordenado en forma de herradura para facilitar la comunicación entre los propios músicos.
Los primeros músicos en probar los nuevos cambios han mostrado su conformidad al comprobar la mejoría en el sonido de la sala de conciertos. «Mi primera impresión fue mientras escuchaba un momento antes de tocar, y no podía creer el cambio en el sonido. Ha sido una transformación increíble», ha declarado uno de los componentes de la Orquesta Sinfónica de Sídney.
La Ópera de Sídney de noche

La Ópera de Sídney de noche

Esta puesta a punto llega en el mejor momento, en el 50 aniversario de su inauguración. Estas reformas han conseguido convertir a uno de los símbolos universales de la música clásica en un verdadero teatro donde la estética y la música convergen en un objetivo: la mejor representación posible de las artes escénicas.
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