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20 de abril de 2024

El escritor Fernando Benzo

El escritor Fernando BenzoEl Debate

Entrevista | Premio Azorín de Novela

Fernando Benzo: «Tuve claro que, si me dedicaba a la literatura, difícilmente iba a poder pagar los recibos»

Con Los Perseguidos, su novena novela, el actual Director General de Deportes de la Comunidad de Madrid ha sido galardonado con el Premio Azorín

Fernando Benzo (Madrid, 1965) es licenciado en Derecho y Administrador del Estado. Ha trabajado buena parte de su vida, y sigue haciéndolo, en la gestión de políticas públicas. Fue secretario de Estado de Cultura, entre otros cargos importantes de la administración pública y también privada. Y luego se diría que también privadísima, porque en el ínterin de una carrera de cuarenta años ha publicado nueve novelas, volúmenes de cuentos y ha ganado premios literarios, el primero de ellos con solo 23 años.
Fernando es un escritor que administra y un administrador que escribe. El Premio Azorín de Novela 2023 es su último logro amanuense, porque escribe a mano, la bonita particularidad de toda su obra y de Los Perseguidos (Planeta), la novela negra que es la memoria (y más que eso) de un tiempo pasado que empieza en la delincuencia barrial y va subiendo hasta el narcotráfico internacional: la vida (y la muerte) extraordinaria, común, lejana o próxima que avanza a buen ritmo (con maneras «Le Carréianas» y personalidad propia), el ritmo del que un hombre le dijo a un niño que era lo más importante en la vida.
–Gestor público y privado, secretario de Estado, escritor de novelas, libros de cuentos, premios como este último, el Azorín de novela... ¿Cómo se hace?
–El día tiene muchas horas. Cuando uno quiere hacer algo, yo tengo comprobado que se encuentra siempre el tiempo para hacerlo. Yo soy muy madrugador y escribo prácticamente de madrugada. Cuando empieza el horario de jornada habitual para la gente, yo ya llevo encima dos o tres horas que he dedicado, entre otras cosas, a escribir, con lo cual le saco bastante partido al día y es una cuestión de organizarte. Cuando uno siente la vocación de hacer algo, va a encontrar la manera de hacerlo.
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–¿No tiene la tentación, o el tiempo, de escribir en otro momento del día?
–Sí, muy a menudo cuando vuelvo a casa corrijo o le echo un vistazo a lo que he escrito esa mañana. Muchas veces es tan malo o bastantes veces es tan malo que lo rompes y tienes que volver a escribir. Generalmente son esas dos fases: escribes y en el mismo día corriges. Con lo cual al final, si sumas el tiempo que has dedicado a la literatura al día, salen bastantes horas.
–¿No es un poco terrible ese tiempo entre que escribes y vuelves a lo que has escrito?
–Sí, porque nunca se sabe lo que vas a encontrar. Es bueno dejar tiempo, no solo unas horas del día, sino incluso más. Yo, por ejemplo, lo llevo al extremo. Si ahora cojo una novela de las que he escrito hace años y me pongo a leerlas, me espantan. Me pregunto: «¿Cómo pude dar esto por bueno?». Hay que coger distancia para poder juzgarlo. Yo corrijo muchísimo. No sé si soy maniático, obsesivo o exigente. No sé exactamente cuál sería la palabra, pero realmente escribo en una corrección constante.
–Hemingway decía que para saber si lo que has escrito es bueno, hay que esperar al día siguiente.
–Borges decía que publicamos los libros para dejar de corregirlos. A mí me pasa eso, más me vale publicarlo, porque si no voy a estar corrigiendo permanentemente y nunca me voy a volver a sentir satisfecho.

'Los Perseguidos' es fundamentalmente la historia de unos delincuentes a lo largo de 30 o 40 años de su vida

–Escribir una novela a los 23 años y ganar un premio es ser un escritor joven e importante.
–Yo me siento todavía un escritor joven. Yo creo que uno es permanentemente una joven promesa (risas).
–Pero ganar un premio de novela con 23 años es ser escandalosamente joven.
–La verdad es que sí. Yo estaba terminando la carrera y fue la primera novela que escribí. Recuerdo perfectamente cuando me llamaron. Fui y me encontré con unos señores muy serios que formaban el jurado y que me miraron y dijeron que no esperaban encontrarse con alguien tan extremadamente joven. Me miraron con una enorme sorpresa, pero bueno, ocurrió y me animó mucho. La verdad es que los premios sirven sobre todo como una satisfacción y para reafirmarte, para pensar: «Parece que lo que escribo no está tan mal cuando hay gente experta que decide que tu novela merece un determinado reconocimiento, con lo cual, para mí, sobre todo, ha sido siempre igual que lo es ahora el premio Azorín. Un elemento de ánimo para seguir probando esto tan difícil.
–¿Tuvo el impulso de dedicarse exclusivamente a la literatura?
–Ojalá hubiera sido posible. Pero tuve claro desde el principio que, si me dedicaba a la literatura, difícilmente iba a poder pagar los recibos, con lo cual tuve que desarrollar esta «doble personalidad» de trabajar en determinadas cosas y al mismo tiempo seguir escribiendo. Mi vocación ni siquiera es, como ocurre en muchos casos, periodística. Mi vocación es estrictamente literaria, por lo que comprendí desde el primer momento que no iba a ser posible y que tendría que vivir toda mi vida sacando horas para poder desarrollar mi vocación.
'Cubierta de 'Los Perseguidos' (Planeta, 2023) de Fernando Benzo

'Cubierta de Los Perseguidos (Planeta, 2023) de Fernando BenzoPlaneta

Los Perseguidos empieza con una persecución y unos hechos que son puro cine quinqui.
Los Perseguidos es fundamentalmente la historia de unos delincuentes a lo largo de 30 o 40 años de su vida y que a lo largo de sus aventuras y de las cosas que les van ocurriendo, pasan por toda la gama de la criminalidad que ha habido en nuestro país en esos 30 o 40 años. Y el punto de partida, que es el Madrid de los años 70, inevitablemente tenía que ser un punto de partida de una delincuencia quinqui, es decir, de los personajes que empiezan siendo atracadores de navaja y acaban siendo grandes traficantes de droga, grandes traficantes de armas. Pero ese punto de partida tenía que ser el universo quinqui, que es además literario, visualmente muy atractivo. A mí me parecía que podía resultar muy atractivo que esos personajes fueran típicamente quinquis, aunque no sea una novela quinqui.
–Siempre está presente esa forma de llevar la novela temporal en el «ahora» y en el «antes», incluso los capítulos tienen el nombre del tiempo: «Tiempo de sombras…». Hay una especie de regreso constante.
–La novela tiene una estructura compleja en la que hay dos historias: una periodista que investiga toda una trama criminal en la que están involucrados estos personajes y luego la historia de esta banda de quinquis que luego se van convirtiendo en otra cosa. Pero efectivamente va y viene lo que lo que digo, que abandonan ese origen en concreto en el barrio de San Blas de Madrid de los años 70, pues van progresando, van entrando en ese otro Madrid que fue el Madrid de los 80, que no tiene nada que ver con el de los 70, Es decir, igual que la ciudad y que la sociedad española cambió, los personajes también van cambiando. Yo creo que hay un desarrollo en paralelo entre la vida de los personajes y el conjunto de nuestra sociedad. En ese recorrido que va desde el atraco de navaja hasta la gran corrupción.
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–Hay un momento, ahora que habla de la evolución de los personajes, en que Dardo decide que ya no quiere ser quinqui. Una especie de epifanía y uno de los momentos claves del libro.
–Hay varios momentos claves. El tiempo pasa y los personajes van creciendo. Dardo, el líder de esta banda, es además un emprendedor, un emprendedor en el mundo del crimen, que se va dando cuenta de que el negocio se le queda pequeño. Se da cuenta de que el futuro de la criminalidad está en el tráfico de drogas. Igual que después, con la aparición del sida, se da cuenta de que la heroína va a decaer y se va a imponer otro tipo de drogas porque la gente se está muriendo. Está huyendo de un destino que le persigue. Esa es la idea fundamental. Es el destino natural que le persigue y el destino del que está huyendo permanentemente con estas iniciativas que le mantienen en el mundo del crimen. Pero evolucionando.
Los Perseguidos tiene casi 700 páginas. ¿Quería hacer una novela tan larga?
–No fui consciente hasta al final. Yo escribo a mano y luego lo paso a ordenador, con lo cual ese es otro proceso de corrección. Con ello hay un momento en que tienes trozos que están escritos a manos, trozos que están en archivos… De pronto descubrí que era una novela muy larga, pero también es verdad que no hay ningún relleno. Es decir, yo lo que que tuve claro es que iba a contar una historia compleja, una historia que recorría muchas aventuras, que recorría muchos años, que tenía muchos personajes, pero que en todo momento lo que escribiese tenía que ser un avance. En cada página de la novela tiene que pasar algo que avance la historia. No se trata de llenar páginas en largas descripciones, ni de cubrir huecos. En una novela con esa intención es muy importante el ritmo.

'Érase una vez en América' es una de mis películas favoritas. Si iba a haber un personaje en esta novela que iba a relacionarse con todos estos malvados, se tenía que llamar Gordi

–El personaje de Gordi me ha recordado inevitablemente al Gordi de Érase una vez en América.
–Has visto el guiño. Érase una vez en América es una de mis películas favoritas. Si iba a haber un personaje en esta novela que iba a estar en un bar, que iba a relacionarse con todos estos malvados, se tenía que llamar Gordi. Es un homenaje a mis propias aficiones y a mis propias obsesiones y demás. Lo has pillado.
–Supongo que tendría un esquema previo.
–Muchísimos esquemas. Muchísimos. Si no es imposible una novela como esta. Han sido dos años de trabajo, un año de documentación y esquemas y otro de escritura.
–¿Y cuánto hay de Fernando Benzo en la novela?
–En este caso no mucho porque nunca he sido traficante de drogas (risas). Lo que creo que hay mío son las múltiples referencias que tiene la novela. En ella he volcado un batiburrillo de cosas que yo tengo en la cabeza como influencias. Hablábamos de Érase una vez en América. De la novela negra americana también tiene algunas, también cinematográficas.
–Una última pregunta, o más bien apreciación, las dos últimas páginas son un colofón absolutamente perfecto a las 680 estupendas páginas anteriores.
–Pues muchas gracias. Es importante el detalle de que para llegar a ellas hay que leer las 680 restantes (risas).
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