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29 de abril de 2024

El matador José Ruiz Muñoz durante su intervención en la televisión de Andalucía

Captura del matador José Ruiz Muñoz durante su intervención en la televisión de AndalucíaCanal7 Tv Andalucía

La impresionante demostración de torería fuera del ruedo de Ruiz Muñoz, mucho más que el sobrino de Curro

El matador sevillano, que toreará el 7 de abril en Sevilla después de años difíciles, pero plenos, de entrenamiento, conocimiento de sí mismo, fe y un delicado momento familiar, construyó una obra de arte en directo en la televisión andaluza

El Canal 7 de Toros de la Televisión de Andalucía vivió no hace mucho tiempo un momento televisivo glorioso a cuenta de la tauromaquia, y más teniendo en cuenta las cumbres de mediocridad habituales en televisión. Fue como si lo catódico se hubiese convertido en la contemplación de una obra de arte infinita entre los silencios como simas, la sencillez como belleza y la torería como epíteto que trasciende a los toros después de elevarlos a la categoría de arte supremo desde lo más profundo del alma humana.

¿Tu felicidad es hacerme feliz?Víctor García-Rayo a José Ruiz Muñoz

La toros vistos fuera del ruedo. La esencia del ser torero explicada en las palabras quedas, pero firmes, sencillas, pero ricas, de un torero inmenso hecho por dentro, una catedral de torero y de hombre, de ser humano torero al que solo le faltan oportunidades. La vida dura y la asunción estoica, cristiana, pasmosa de una dura situación profesional, a la que golpeó la difícil situación médica de su mujer.
Aparecía José Ruiz Muñoz, sobrino-nieto de Curro Romero, en la televisión con motivo de su inclusión en el próximo cartel de la Real Maestranza. Empezó diciendo que él toreaba para hacer feliz a la gente. «O sea, ¿tu felicidad es hacerme feliz?», dijo atónito el presentador, Víctor García-Rayo, quien ya empezaba a comprender el esquema inaudito y recóndito de José, que empezó su lección de vida admitiendo que centra sus esfuerzos en el día a día y en desechar los pensamientos de ilusión y de miedo para poder encontrar lo que uno quiere hacer delante del toro, que es también la existencia.

Es tanta la emoción que uno siente ante una gran presentación que se le olvidan los miedos

Tenía los ojos vidriosos el torero en el que muchos aficionados piensan, pero no ven en las plazas. Sí lo van a ver el 7 de abril al matador que se alimenta de los «pequeños frutos» como un hombre entero y «feliz» a pesar de las dificultades, que no se para y sigue y habla con serenidad y sabiduría crecientes, incipientes en el próximo capítulo como si todo él estuviese listo, como si se apreciase ya una gran faena en sus palabras prudentes que anuncian despaciosidades de sueño.
Dijo Ruiz Muñoz, casi poeta, que es tanta la emoción que uno siente ante una gran presentación que se le olvidan los miedos y otras presiones. Que eso ya le había pasado el año pasado y que gracias a esa sensación pudo disfrutarlo. Dice que su naturalidad es una mentalización diaria (parece Alejandro guiado por Aristóteles) mientras los periodistas en el plató se van estremeciendo. Confiesa que el truco es visualizarse, y en la visualización ya está delante del toro, como si hubiera vivido ese momento y no le sorprendiese.

No sé si la adrenalina la genera el miedo porque no soy químico

Sorprende el torero diciendo que lo es porque le gusta el miedo. Silencio en la plaza. Y sigue diciendo que no sabe si la adrenalina la genera el miedo porque no es químico y que una vez le emocionó un grito en los tendidos: ¡Vivan los toreros de los años 60!». «¡Qué bonito!» (como un «olé»), no puede evitar decir el presentador. Cuando dijo que no sabe de dónde ha sacado la fuerza para aguantar tanto tiempo, que él ya se hubiera quitado «mañana mismo porque se hace muy largo» la persecución del triunfo, los ojos ya están un poco inundados y los presentes tragan saliva.
José Ruiz Muñoz

José Ruiz Muñoz junto al escritor Miguel Aranguren y su apoderado Rafael Jurado

Está a punto de caerse el plató cuando sale con que él cree que ha sido Dios el que le ha dado la fuerza porque él no la tenía. Ya nadie sabe qué decir. «No sé si eres consciente, pero estás dando cada declaración...», dice el presentador con la mirada baja, recolocándose en la emoción, mientras José permanece impasible, roto porque vive roto, pero impasible y sereno. Dice que ha pasado un tiempo «por circunstancias» que no ha podido entrenar y que le ha servido para encontrarse consigo mismo justo en el momento en que revela que pasa unos momentos duros a causa de la enfermedad de su mujer, y que con dos niños no le da la vida para entrenar lo que acostumbraba.

Jesucristo era torero

Pero se adapta, «tira palante», «para que incluso los problemas que te llegan en la vida diaria te sirvan». Dice que Jesúcristo era torero porque torero no es solo serlo delante del toro, sino en la forma de vivir, en la forma de afrontar los problemas, en la superación, en el trabajo, una «forma de vida» y un «tema espiritual». Afirma que para él «se le va su madre, se le va su mujer o se le va su hijo y es lo mismo». Suspiros en el plató. Muletazos dialécticos por bajo, bajísimo y despacio: «En los extremos y en las sensaciones fuertes es donde sale tu verdadero yo».

Si está de Dios ser figura pues se es y si está de Dios torear tres corridas, pues también. Y me iré a mi casa tan contento

Ruiz Muñoz se va a entrenar a la Puebla con su niña y cuando se aburre mucho le pone Cocomelon y le deja entrenar media horita más para poder torear y hacer feliz a mucha gente, que es lo que quiere. No quiere ser figura sino poder vivir del toro y que la gente le recuerde como un «torero muy bueno»: «Si está de Dios ser figura pues se es y si está de Dios torear tres corridas, pues también. Y me iré a mi casa tan contento». «Ahí queda eso», dijo el presentador. Y aquí queda también.
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