
La escritora Jacinta Cremades
Entrevista a Jacinta Cremades, escritora
«Cuando les cuento a mis estudiantes cuánto tiempo se tarda en escribir una novela, ¡no se lo pueden creer!»
El Debate entrevista a Jacinta Cremades, autora de Regreso a París y La maldición de Kylemore
Cuando Jacinta Cremades nació se encontró con el arte a su alrededor. Como si se hubiera encontrado con paredes, objetos y figuras que trataban de decirle algo distinto. Esto es porque su madre es la pintora Mercedes Gómez-Pablos, por lo que uno puede imaginarse una infancia más allá de lo onírico en lo artístico, en la visión de los cuadros de su madre dispuestos delante de ella, además de por todo el mundo.

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No se puede salir fácil y afortunadamente de eso y Jacinta no salió. Y allí dentro se quedó y allí sigue, aunque haya vivido en Irlanda, en Estados Unidos o en Francia y por allí siga también, en lo andariego, en lo distinto, en lo poco común y en lo lejano, pese a que se dedica a algo tan necesariamente cercano como la enseñanza y a la crítica, separándose con esta última un poco y viajando casi definitivamente a la magia de su literatura.

Cubierta de 'La maldición de Kylemore'
— En La maldición de Kylemore aparecen tres citas al principio, de Hesse, de Joyce y de Yeats, tres «nómadas» cada uno a su manera, puede que interior, real y poética, respectivamente. ¿Se siente identificada por su propia vida española, parisina e irlandesa?
— Cuando uno crece en un país diferente al de su familia, rodeado de un idioma distinto al que se habla en casa y educado por una cultura ajena a la de los padres, se está condenado a ser nómada en su propia realidad.
Tanto Hesse como Joyce y Yeats fueron personajes marginales en su momento, solitarios, rebeldes y, a la vez, profundamente reflexivos. Esos tres escritores fueron fundamentales en mi formación como escritora.
Cuando leí a Yeats, me enamoré de su poesía, tan mágica y a la vez, tan real
Yeats está presente en el año que pasé en Kylemore, cuando tenía 14 años y recuerdo que lo descubrí a través de un cartel lleno de autores irlandeses que vendían en las tiendas de «souvenirs». Cuando lo leí, me enamoré de su poesía, tan mágica y a la vez, tan real. Me sorprendió su historia personal, marcada por fracasos amorosos, a pesar de hablar tanto sobre el amor.
En el caso de Hesse, lo leí ya siendo mayor, después de la adolescencia y me sentí completamente identificada con su furia y anticonformismo. Joyce, por su parte, fue para mí un descubrimiento puramente intelectual. Lo estudié durante un año en la Universidad de Cork, en Irlanda, donde me especialicé en literatura. El profesor era maravilloso, y simplemente el hecho de estar ahí, en ese anfiteatro, y escuchar cómo se daba sentido a esa novela en un inglés tan bello, era mi mayor placer.
— Cuénteme cómo escribe, cuántas horas al día, ¿planifica, diseña? ¿Simplemente se deja llevar por el flujo de la escritura o ninguna de las dos?
— En realidad, debido a mi trabajo, paso el día escribiendo. Pero si se refiere a la ficción, suelo escribir de madrugada. Me levanto a las 5.30, cuando toda la casa duerme. Me traigo mi desayuno al escritorio y así puedo estar horas concentrada, es mi mejor momento del día.
A veces me paso meses sin escribir algo concreto, solo cuentos, mis Newsletters, o sobre algún personaje que me haya llamado la atención… Pero cuando los personajes de una historia me atrapan, como es el caso ahora, no me dejan en todo el día.

Cubierta de 'Regreso a París'
Comienzo una novela partiendo de una idea general que, de alguna manera, conecte conmigo. Cuando tengo claro el motivo, los personajes, el tiempo, el hilo director, escribo una sinopsis detallada, sobre todo para que la historia no se me escape.
A partir de ese momento, soy una escritora «brújula» y me dejo llevar por los ambientes, los lugares, los sonidos. Poco a poco, día tras día, los personajes van invadiéndome y «casi» dirigiendo la historia. Todos ellos tienen su parte de excentricidad y responden a sensaciones que guardo muy adentro.
— Hábleme de cómo surgió el impulso de escribir Regreso a París, primero, y La maldición de Kylemore, después.
— Regreso a París surgió cuando volví a París con mis hijas en 2014. Fui de vacaciones sola a rehabilitar el apartamento que seguían conservando mis padres. Mientras embalaba, tiraba cosas de hace mil años y hacía espacio, sentí un dolor profundo que me conectó con el pasado. Al hacer espacio para una nueva realidad, tuve la impresión de vivir prematuramente ese temido momento: la muerte de los padres.
Empecé 'Kylemore' cuando ni siquiera tenía editorial para 'Regreso a París'
Empecé Kylemore cuando ni siquiera tenía editorial para Regreso a París. En ese caso, fue la extraña voz de Demian, uno de los excéntricos personajes de la novela, quien, de repente, me abrió las puertas de ese castillo en el viví de adolescente, treinta años antes. Así que me puse a investigar y a recordar, porque allí, en la naturaleza de Connemara, escribí más que nunca…
— Primero el impulso y luego la constancia, el duro trabajo de creación, ¿cuánto tardó en escribirlas?, ¿cuál le costó más?
— Tarde muchos años, quizás porque fueron las primeras, y porque soy profesora también. La constancia es primordial, y la exigencia también. Compaginar ambas carreras no es nada fácil. Pero luego, pienso en mi querida Annie Ernaux, que también es profesora de secundaria de literatura, y me digo «¡Ánimo, que tú puedes!».
— Qué es lo que más le gusta del oficio de escribir y lo que menos.
— Escribir me conecta con quien soy realmente. Las palabras, los personajes, esas voces que escucho brotan de mi alma. Por eso, cuando escribo, siento como mi cuerpo, mi mirada, se transformaran.

Jacinta Cremades en la Feria del Libro
Lo que menos me gusta, quizá, sea la exposición en redes sociales que hoy en día te exige tener si quieres demostrar que eres un autor activo.
— ¿Siente que ha habido una evolución (y en qué sentido) entre una y otra o son incomparables más allá de la inspiración y el argumento? Usted es crítica literaria y profesora de literatura. ¿Es crítica y profesora con sus propias obras?
— Respecto a la evolución, la respuesta es sí, absolutamente. Entre las dos novelas, hay un salto en el oficio. Me imagino que el trabajo del escritor es así: terminar la primera novela es siempre un gran logro, pero abre la esperanza y la experiencia para seguir adelante.
Tengo la inmensa suerte de trabajar por y para mi gran pasión, la literatura
Ahora que estoy escribiendo la tercera novela, noto que el oficio está dentro de mí y soy capaz de saber mucho más sobre cómo debo llevar este proceso, este largo trayecto. Cuando les cuento a mis estudiantes cuánto tiempo se tarda en escribir una novela, ¡no se lo pueden creer!
Tengo la inmensa suerte de trabajar por y para mi gran pasión, la literatura. Todos esos trabajos —escribir, reseñar otros libros, entrevistar a escritores que admiro, pasarme el día en un colegio enseñando sobre la importancia de la literatura para formarnos como seres humanos— para mí, son todo el mismo trabajo.
— ¿Existen Kylemore y Connemara en realidad o son una invención mágica? ¿Existe París? ¿Lo suyo qué es más, real o magia?
— Por supuesto que existen. No solo Kylemore y Connemara, sino que ese castillo fue un colegio de señoritas y, antes de eso, la casa familiar del Señor y la Señora Henry. Todo lo referente al castillo, a esa familia, a la pequeña Geraldine, es completamente real y está documentado. Al igual que con Regreso a París, en mis novelas todo lo secundario es real.
El París del que hablo en mis escritos, y nuevamente en esta tercera novela, es el mundo extraño que llevo dentro…
— Tres mujeres de una misma familia en un caso y tres amigas en otro, tres. ¿Tiene el número algún significado?
— También hago un trío de mujeres con mis dos hijas. Me gusta el triángulo, el número tres, lo femenino, tanto como las historias de tiempos entrecruzados. Y, para mí, escribir es sumergirme en lo más profundo sin nadie que me contradiga.
— Ambas novelas son un regreso al pasado, a su pasado en París y en Irlanda ¿Es usted nostálgica?
— Escribo sobre el pasado porque me interrogo constantemente sobre él. Es como si descubriera nuevos caminos que quiero explorar y que pueden darme otras explicaciones sobre el presente. Pero la actualidad también me inspira, de hecho, siempre una de las historias de mis novelas se sitúa en la presente.
— ¿Qué lugar debe ocupar la nostalgia en un escritor?
— Creo que hay escritores que se sumergen en el pasado como fuente de inspiración, pero también muchos otros no. Una vez que se han cerrado heridas, que se han dado respuestas a preguntas que quedaron sin contestar, se avanza. El presente es el resultado del pasado, y los dos están entrelazados.
— ¿Está por llegar algo nuevo de Jacinta Cremades?
— Estoy en ello... De nuevo París, viajes en el tiempo, mujeres con pasados ocultos y descubrimientos que hacer para seguir avanzando en sus destinos.
— Le gusta leer libros que expresan la magia a través de la realidad: el realismo mágico que también «ejerce» en sus propias obras. ¿Se ve en algún momento escribiendo simplemente sobre la realidad?
— Aunque parezca que escribo ficción, para mí, no hay nada más real. Vivo la realidad a través de la magia, los símbolos, las conexiones. La realidad que yo veo y vivo, es la que expreso en mis novelas.
Personajes luchando por encontrar un camino, un pensamiento coherente que les haga avanzar en su verdadero destino. No el marcado por su pasado familia, ni por la sociedad, ni por el tiempo en el que les ha tocado vivir, sino el suyo, el que habita en lo más profundo de ellos mismos y que no conoce la temporalidad.