Recuperamos a Pepe Moral, que triunfa con los Miuras
Con inteligentes faenas, corta una oreja a cada uno de sus dos toros
Pepe Moral, con la muleta ante Pañolero, un altísimo Miura de 575 kilos
Sevilla, tan amante de algunas de sus tradiciones, conserva la de cerrar la Feria de Abril con la corrida de Miura: una ganadería singularísima, que mantiene sus peculiaridades, en manos de la misma familia, desde hace más de cien años: toros largos, agalgados, que parecen flacos aunque pesen cerca de los 600 kilos; toros serios, que aprenden muy pronto; toros listos, con los que no se pueden hacer monerías; toros que han dado cornadas pero también han propiciado grandes triunfos; toros que pueden salir bravos o mansos pero que conservan siempre su singularidad… Es decir, Miuras. Esa palabra lo resume todo.
Hasta hace poco, cuando se lidiaban en la Feria de Abril, en la entrada de papel, en la casilla donde se indica el tipo de festejo –corrida de toros, novillada o festejo de rejones– ponía solamente una palabra: «Miura». Con eso, bastaba y sobraba.
«Ya no me importan los Miuras
si atropiezo en el paseo
con tus miradas oscuras».
Esta tarde, los Miuras, serios, bien presentados, de capas variadas, sacan las complicaciones propias de su casta. Embisten con cierta nobleza el tercero y el quinto. Los tres diestros se entregan; la prueba, acuden a porta gayola en los seis toros. Eso, en una corrida de Miura, no es habitual y tiene mucho mérito.
Pepe Moral, que apenas toreaba últimamente en España, ofrece una buena tarde, sabe sacar con inteligencia lo mejor de sus dos enemigos, corta una oreja a cada uno y se queda cerca de la Puerta del Príncipe. Esaú Fernández pierde por la espada un trofeo. Con el peor lote, Manuel Escribano no puede repetir sus triunfos.
En esta Feria, Manuel Escribano ha toreado tres tardes, los toros de Victorino, Santiago Domecq y Miura. Y lo ha hecho con éxito, dos de ellas. ¡A ver quién lo repite! Acude a porta gayola en el primero, el único de color negro: sale andando y luego persigue al diestro. El toro, muy alto, pega un pitonazo en la montera de un banderillero, asomándose por encima del burladero; va a su aire, no se entrega. Acude pronto al caballo pero sale huyendo dos veces; la tercera, se agarra bien Juan Peña. Banderillea fácil Escribano. El Miura pega arreones por alto, no humilla, no permite lucimiento. En la suerte suprema, levanta la cara, no deja pasar al matador y se suceden los pinchazos. Ha sido un toro complicado para todo; especialmente, a la hora de matar.
Manuel Escribano recibió a puerta gayola al primero de su lote
También va a porta gayola en el cuarto, que pega arreones en el capote. Lo ahorma con un fuerte puyazo Juan Francisco Peña. De nuevo banderillea fácil Escribano. Brinda al público su último toro de la Feria. En los medios, le saca algunos naturales suaves pero el toro se frena, topa, derrota por alto. Levantando la cabeza, no le deja entrar a matar. Ha tenido un lote complicado y deslucido, que ha puesto a prueba a un diestro tan experimentado.
Vuelve a Sevilla, después de cuatro años, el veterano Pepe Moral, de Los Palacios. Los aficionados conocen su buen oficio y su arte pero, toreando muy poco en España, volver con Miuras… También acude a porta gayola; repite la larga en tablas y el toro salta con facilidad la barrera: quizá se ha lastimado porque, a partir de ese momento, flaquea. Se esfuerza Pepe Moral en las verónicas y chicuelinas. Muestra el diestro su actitud brindando al público, aunque el toro pega derrotes por alto, queda corto. Con suavidad, le saca derechazos templados: suena la música. Ha estado firme, por encima del toro, en un trasteo de mérito. Acierta con un espadazo: oreja.
Pepe Moral realiza un desplante al segundo de su lote
De nuevo acude a porta gayola en el quinto, logra vibrantes verónicas, que remata de rodillas, como hacía Victoriano Valencia. Gallea por chicuelinas para llevarlo al caballo: cumple bien y miden el castigo porque embiste largo y con cierta nobleza. Pepe Moral le da espacio, lo lleva largo, cosido a la muleta. Parece haber recuperado su buen estilo clásico. Al final, unos vibrantes naturales calientan el ambiente. Hace muy bien la suerte de matar: echa la mano izquierda adelante para que el toro descubra y entra muy recto. Corta una nueva oreja.
Esaú Fernández está muy placeado con corridas duras, incluidas las de este hierro, con la que ha triunfado. Ha hecho méritos para entrar en este cartel. No es un estilista pero sí tiene mucho oficio. Va a porta gayola en el tercero, sardo, una pintura, que repite codicioso en las verónicas. Acude al caballo desde lejos, miden bien el castigo: va largo, galopa con ritmo, es más claro que los dos anteriores. Esaú liga derechazos templados, de mano baja, y suena la música. Bajan un poco los naturales. Ha sido un Miura de los buenos. Deja media estocada arriba en dos tiempos, descabella dos veces: suena un aviso, pierde la oreja y se ovaciona al bravo toro.
Repite la porta gayola en el sexto y sale de la suerte con dificultades porque el toro embiste con genio, echando las manos por delante; además, espera, en banderillas. Escuchamos con emoción el último toque de clarín de la Feria. El toro se mueve pero es incierto, se queda a mitad del muletazo. No regatea esfuerzo Esaú, intenta alargar las embestidas pero no lo consigue. Mata a la segunda, no bien.
Esaú Fernández, con el tercero de la tarde, de 585 kilos
Con los Miuras, esta tarde, como de costumbre, ha habido interés, dificultades, emoción. Y la alegría de haber recuperado a Pepe Moral, un buen torero, de línea clásica. Debe mantener esta actitud.
Con los Miuras, nos despedimos de la Feria de Abril. Un año más, sentimos la melancolía de decir adiós a esta Plaza única, a esta afición –la que queda– extraordinaria… Desde la blanca terraza, veo el caserío de Triana, con el recuerdo permanente de Juan Belmonte; contemplo el agua del río, que fluye mansamente hacia la desembocadura, igual que nuestra vida… Volveremos, si Dios quiere, en septiembre, para las corridas de San Miguel, y se lo contaremos a los lectores de El Debate.