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El Cid le toma la jura al rey Alfonso en Santa Gadea de Burgos

El Cid le toma la jura al rey Alfonso en Santa Gadea de BurgosWikipedia

La RAE recuerda que custodia un fragmento del cráneo del Cid donado gracias a Camilo José Cela

Cela jugó un papel esencial para la recuperación de un trozo del cráneo del Cid y su donación a la Real Academia Española

Con motivo del Día de los Archivos, que se celebra este lunes 9 de junio, la Real Academia Española publicó un mensaje en Twitter donde destaca la riqueza de los archivos de la RAE, de historia tricentenaria.

Sin embargo, de entre todas las cartas entre grandes literatos, retratos y materiales para la elaboración de obras académicas que custodia en sus archivos, la RAE destaca uno muy especial: un fragmento del cráneo del Cid Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar.

Pero ¿cómo llegó esta reliquia histórica a los archivos de la RAE? Lo primero que hay que recordar es que la tumba del Cid, donde se encuentran la mayor parte de los restos del Campeador, se custodia en la catedral de Burgos.

El fragmento de su cráneo llegó a los archivos de la RAE en 1968 por donación de la condesa Thora Dardel-Hamilton al director en funciones de la institución Vicente García de Diego, por mediación de Camilo José Cela.

El fragmento procede, evidentemente, de la tumba original del Cid en el Monasterio de San Pedro de Cardeña, profanada por las tropas francesas de Napoleón durante la Guerra de la Independencia.

Los franceses ultrajaron la tumba y se llevaron los restos óseos para venderlos a coleccionistas. Los restos del Cid acabaron dispersos, aunque posteriormente lograron recuperarse la mayoría para volver a sepultarlo en Cardeña. La desamortización de 1842 hizo que los restos se trasladaran de nuevo, esta vez a la Catedral de Burgos.

El fragmento óseo que terminó su periplo en la RAE cuenta con 69 milímetros de largo por 57 de ancho. Tras el saqueo napoleónico, el fragmento de cráneo del caballero castellano terminó en Francia y, desde allí, recorrió un periplo por varios países europeos hasta que Cela tuvo conocimiento de su existencia.

Según contaba el futuro Premio Nobel de Literatura en una carta dirigida al director de la RAE –que comienza con un elocuente «le ruego que no me tome por loco, pero creo que he encontrado un trozo del cráneo del Cid»– el trozo de cráneo pertenecía a las «cenizas del Cid» que el enviado del legislativo francés a España para felicitar a napoleón por sus victorias, Salm-Dick, se llevó a París.

El heredero de éste entregó las reliquias al príncipe Hohenzollern, quien las depositó en el museo de Sigmaringen. En 1884, tras una larga mediación en la que se implicó el rey Alfonso XII, los restos del Cid regresaron a España

Esas «cenizas del Cid» depositadas en Sigmaringen eran, en realidad, una parte de los restos dispersos del Campeador, ya que la mayor parte de los restos ya se encontraban reunificados en Burgos.

Sin embargo, explica Cela, a partir de 1885 a los restos del Cid procedentes de Sigmaringen se les pierde la pista. ¿Se depositaron en Burgos junto con el resto del cuerpo del Cid y su esposa doña Jimena?

Fue entonces cuando Cela recupera la pista de parte de aquellos restos, en concreto, del trozo de cráneo, que nunca regresó a España con el resto del lote de Sigmaringen: «La casualidad –y el tener amigos hasta en los infiernos– me puso en la pista de la Condesa Thora Darnel-Hamilton, quien en carta a mi también amiga la Sra. Beppo Adul-Wahab, me hace llegar dos fotografías del hueso».

La condesa aseguró a Cela que en su familia «siempre hubo la tradición oral de que el hueso pertenecía al Cid».

Cela, en su carta al director de la RAE, explicaba que «la Condesa quiere devolver el hueso a España y, a cambio de ello, nada pide. En un principio había pensado devolverlo a la tumba del Cid pero (…) la convencí de que se lo entregase a la Academia y en eso está».

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