Foto de Stravinsky y Picasso en 1926 (Jean Cocteau, Pablo Picasso y Igor Stravinsky)
La trastienda de la cultura
La noche napolitana de Picasso y Stravinsky que terminó en comisaría por su actitud incívica
Durante una escapada en 1917, el pintor malagueño y el compositor ruso acabaron en comisaría por un motivo inesperado. Solo se libraron cuando el agente descubrió a quiénes tenía delante.
Ni los grandes genios artísticos se libran de los errores. En 1917, Pablo Picasso e Ígor Stravinsky, dos de los artistas más importantes del siglo XX, vivieron una escena tan inesperada como curiosa, donde terminaron detenidos por orinar en la calle durante un viaje a Nápoles.
La historia está recogida en la monumental biografía A Life of Picasso, del historiador John Richardson, quien tuvo una relación cercana con el artista y accedió, gracias a la viuda del pintor, a los archivos personales de Picasso.
En el tercer volumen de la serie, The Triumphant Years, se relata con detalle una noche de juerga que acabó de forma poco gloriosa para los dos titanes modernistas.
La historia comienza en abril de 1917, cuando Picasso y Stravinsky viajaron a Nápoles para asistir a dos funciones del Ballets Russes en el Teatro San Carlo.
Ambos formaban parte del círculo de artistas que colaboraban con la compañía, y aprovechaban los viajes tanto para inspirarse como para empaparse de la cultura popular local. En aquella ocasión, su entusiasmo fue más allá de lo estrictamente artístico.
Más allá del teatro, los artistas aprovecharon para pasear por la ciudad, visitar mercadillos y espectáculos populares, y comprar recuerdos como postales turísticas, acuarelas antiguas, objetos sencillos que llamaban su atención.
Pero su itinerario no se limitó al coleccionismo. Según relata Richardson, también asistieron a funciones de marionetas, espectáculos de commedia dell’arte y visitaron el acuario de la ciudad.
Una de esas noches, tras varias copas, terminaron en la Galleria Umberto, un lugar emblemático de la ciudad. Allí, sin pensarlo mucho, decidieron orinar en plena calle. Un policía los sorprendió y los detuvo.
El policía no sabía a quiénes tenía delante. Pero cuando escuchó que alguien los llamaba «maestri», se dio cuenta de que no eran turistas cualquiera. La historia dice que, al reconocerlos, el agente los dejó ir.
Este pequeño incidente muestra un lado más humano, e incluso torpe, de dos artistas acostumbrados a cambiar la historia del arte. En aquel momento, Picasso tenía 36 años y ya había revolucionado la pintura. Stravinsky, con 34, era uno de los músicos más influyentes de Europa.
No se sabe qué opinó el agente napolitano después de enterarse de a quién había tenido entre rejas por unos minutos. Pero seguramente, si supo algo de arte, aquella historia quedó marcada en su memoria como una de esas noches en las que la historia se cruzo con la normalidad.
Es probable que Picasso y Stravinsky no pensaran mucho en esa noche después de que todo pasara. Pero para los que hoy leemos la historia, queda como una muestra de que incluso los artistas más grandes del siglo XX también tuvieron momentos que podrían haber acabado en una simple multa o en una anécdota para la historia.