Antonio Mercero (Carmen Mola): «Mantengo de mi padre el cómo se relacionaba con la vida a través del humor»

Ha sido el último del clan Carmen Mola en publicar en solitario tras la saga de la inspectora Elena Blanco que ha dejado grandes títulos para el recuerdo e, incluso, el reconocimiento literario nacional con el premio Planeta por La Bestia. Pero toda espera tiene su recompensa y Antonio Mercero ha vuelto con una obra que sorprende e impacta a la par. Está lloviendo y te quiero (Planeta) es su historia más íntima, tejida en un secreto familiar oculto e inspirada en sus propias raíces paternas.

Un reloj de antesala que fabricó su tatarabuelo, Ramón Mercero, y que está en venta actualmente en Wallapop, es el punto de partida de esta saga familiar. ¿El título? Un legado de su padre a modo de guion inédito que nunca pudo sacar adelante y que el autor ahora usa en homenaje a su memoria. De su padre usa también Lasarte, su pueblo natal, al que el escritor ha vuelto para profundizar sobre la identidad y los demonios familiares.

A través de las 500 páginas el autor rompe sus propios moldes como escritor, se aleja del estilo Mola y muestra una visión nueva de Mercero como creador.

–No adquirió al final el reloj de su tatarabuelo, protagonista de su nueva novela. ¿Se ha arrepentido?

–¡Me arrepiento un poco de haber sido tan rata! Cuando lo vi estaba a la venta por 3.000 euros y entramos en una especie de regateo un poco patético el vendedor y yo... Yo pedí que lo rebajaran a 2.500 euros, pero no nos pusimos de acuerdo y al final no lo compré. Pero le saqué partido al reloj porque se me quedó alojada en la cabeza esta historia anecdótica y me di cuenta de que me servía para escribir con las tripas, como me había aconsejado mi editora.

–¿Cuánto de biográfico hay de usted y su familia en la novela?

–Todo lo que tiene que ver con la trama y los personajes es ficción. Lo único que es real es el contexto histórico. Quizás el personaje más parecido a la realidad es el de mi padre, al que le respeto la cinefilia, no su profesión. Y lo que mantengo de mi padre es el lado lúdico de la vida, cómo se relacionaba con la vida por medio del sentido del humor y del juego, que me parece que es la característica principal de mi padre, la más valiosa para mí y que espero haber heredado. Me parece bonito ese carácter en un personaje y, además, en tiempos tan complicados como la posguerra, el franquismo y la represión. Usar el sentido del humor cuando las cosas van mal creo que es esencial y te da una ventaja sobre el resto del mundo. Y él lo tenía.

–Ahora que nombra a su padre. ¿Cómo recuerda sus primeros años como guionista en la mítica serie Farmacia de Guardia?

–Fue un momento muy importante de mi vida porque paso de ser periodista a guionista, es decir, paso de escribir sobre la realidad a modificar la realidad a mi antojo, a escribir ficción. En seguida me di cuenta de que me gustaba mucho la ficción. Un poco como ese rey soberano que decide qué tiene que pasar en su reino.

–¿Y qué diferencia hay del primer libro que publicó en solitario a este último?

–El primero La cuarta muerte hablaba también un poquito de la familia, el segundo también... y este es diferente porque es una saga familiar de cuatro generaciones. Son cien años de tiempo y hay que tener un sentido del paso del tiempo distinto. Esta es mi sexta novela en solitario y te notas con más experiencia porque cuando aparecen los problemas, como el bloqueo o las dudas, ya sabes que surgen en todas las creaciones y ya no entras en pánico. Es más fácil la sexta novela que la primera, pero creo que es difícil cada libro por separado hacerlo bien. Hay que aprender a escribir cada libro.

–Entonces, ¿preferimos ser escritor a guionista?

–Yo creo que sí. Me gustan las dos cosas. La gran diferencia es que lo que escribo yo como novelista termina en el papel casi en un 99 %. Como guionista no es así, pasa por muchos filtros, es un trabajo claramente en equipo y la consideración que tiene el guionista es diferente a la del novelista. El novelista tiene como más prestigio.

–¿No publicarse bajo el pseudónimo de Carmen Mola añade más presión al libro?

–Para mí la gran ventaja de Carmen Mola es que la responsabilidad está repartida entre tres y es increíble lo que mejoran los nervios antes de una publicación. Yo ahora llevo un par de días durmiendo mal porque me pongo nervioso y con Carmen Mola duermo estupendamente. Porque si la publicación va muy mal pues nos tomamos unas cervezas los tres y salimos adelante. En solitario hay más presión. Pero también creo que un rayo no cae dos veces en el mismo sitio y si los tres ya hemos conocido el éxito literario nos merecemos un poquito de humildad con las individuales. ¡Por justicia divina!

–¿Y los compañeros Mola, han leído ya la novela?

–Agustín Martínez sí la ha leído. Le ha gustado mucho porque dice que las 80 últimas páginas van como un tiro, que está muy bien de ritmo. ¡Ha sido generoso! Y Jorge Díaz la leerá ahora.

–¿Cómo va el nuevo proyecto de los Mola? ¿Ya está en marcha?

–Sí. Hemos hecho ya muchas reuniones y saldrá el próximo año 2026, creemos que en otoño, pero no lo sabemos aún. Va a ser muy thriller; un poquito escabrosa, porque tiene que tener la marca Carmen Mola.