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El director del Instituto Cervantes, Luis García Motero

El director del Instituto Cervantes, Luis García MoteroEuropa Press

El Instituto Cervantes maquilla el ataque de García Montero al director de la RAE

El sitio web del Instituto Cervantes no refleja los ataques y palabras ofensivas de su director contra Santiago Muñoz Machado, director de la RAE

Lanzar la piedra y esconder la mano. Eso es lo que hizo el Instituto Cervantes con motivo del ataque que su director, Luis García Montero, dedicó al director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, durante el desayuno informativo del Foro de la Nueva Comunicación.

En su discurso lamentaba García Montero que la dirección de la RAE no estuviera en manos de un filólogo, sino de un catedrático en Derecho Administrativo «experto en llevar negocios desde su despacho para empresas multimillonarias. Eso personalmente crea distancia».

Obviando los mecanismos internos de elección del director de la RAE, bastante más democráticos que el de elección del director del Cervantes, cargo político dependiente de Moncloa, parece que García Montero optó por el choque directo con una de las pocas instituciones que han logrado escapar al control de Sánchez y del PSOE.

La RAE respondió definiendo las palabras «incomprensibles» y «lamentables» del director del Cervantes como una «agresión».

En un comunicado, el pleno de la RAE manifestó «su absoluta repulsa por las incomprensibles manifestaciones del señor García Montero». «Ofende a la RAE y a la Asociación de Academias de la Lengua la agresión a su director y presidente», concluía el comunicado de la RAE.

Sin embargo, viendo la reacción del Cervantes al incendio avivado por su director, parece que la institución es consciente del error cometido, y están tratando de ocultar la responsabilidad de García Montero en la polémica. Lo que se dice, esconder la mano.

El ejemplo más claro es el comunicado difundido por el Instituto Cervantes del discurso de García Montero, donde se obvia casi toda referencia a las palabras dedicadas a Santiago Muñoz Machado.

Únicamente se menciona una frase de García Montero sobre el asunto en el que apunta que existen ciertas «distancias», con Muñoz Machado. Nada más.

Ni rastro del despectivo «experto en llevar negocios desde su despacho para empresas multimillonarias».

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