Herido David Galván, Román roza el triunfo con serios Victorinos
Inaugurado el monumento a Antoñete, delante de la Puerta Grande de Las Ventas
David Galán sufrió esta cornada en el primer toro de la tarde, este sábado en Las Ventas
Por la mañana, en la esplanada situada delante de Las Ventas, después del apartado de los toros que se van a lidiar esta tarde, se ha inaugurado el monumento a Antoñete: una escultura de 2,30 metros de altura, del sevillano Martín Lagares. Es una feliz idea de Morante de la Puebla, eficazmente completada –no como tantas veces ha sucedido– ya el día anterior del festival que se va a celebrar para recaudar fondos. Un doble aplauso merece Morante.
Han acudido al acto una multitud de aficionados y profesionales del toreo. En un clima de emoción y cordialidad, los más felicitados son los toreros que van a actuar en el Festival: saludo yo a Morante, a Pablo Hurtado de Mendoza, a Curro Vázquez. Surge la anécdota. En medio del tumulto, un aficionado me pregunta: «¿Cree usted, señor Amorós, que habrá venido Urtasun?» Estallan las carcajadas. Otra voz apostilla: «Mejor que no…» Saludo también a muchos aficionados que han venido de Barcelona, de Bilbao, de Sevilla, de Valencia, de Málaga… Ya se ve: esto de los toros –dicen algunos– no le interesa a nadie…
Por la tarde, se llena de nuevo Las Ventas. La corrida de Victorino Martín suele ser el cierre de muchas Ferias y compensar así algunos fracasos ganaderos anteriores. Esta vez, es la penúltima corrida de toros de la Feria de Otoño (la antepenúltima, si contamos el festival). No importa. A la expectación, justamente ganada, que generan estos toros encastados responden los aficionados, en una tarde nublada y con viento.
Los toros de Victorino, todos cárdenos, serios, encastados, dan juego variado; algunos, sacan dificultades. David Galván es herido por el primero, en un feo percance, en el pecho; felizmente, la cornada ha sido menos grave de lo que en principio parecía. La corrida queda en un mano a mano entre Román y Ginés Marín. Con mucho valor y no poca habilidad, Román corta una oreja y está cerca de obtener otro trofeo, que le hubiera abierto la Puerta Grande. Ginés Marín muestra su buena técnica pero falla con la espada.
David Galván, gaditano de San Fernando, cuenta ya con trece años de alternativa, ha tardado en madurar su estética. Pertenece al grupo de los finos estilistas pero últimamente, para abrirse camino, se está apuntando a divisas duras.
Aspecto de Las Ventas en esta penúltima corrida de la Feria de Otoño
David Galván sufrió un «puntazo corrido en la cara posterior del hemitórax izquierdo»
El primer toro de Victorino se llama Verdadero y es un verdadero Victorino, bien puesto de pitones: acogido con una ovación, acude pronto al caballo pero la vara cae baja. Lidia bien Juan Carlos Rey. En la muleta, el toro humilla pero vuelve muy rápido, con evidente peligro; en seguida, engancha a Galván y lo hiere. Román logra a la segunda una buena estocada.
Según el parte facultativo, David Galván sufre un puntazo corrido en el hemitórax y un traumatismo craneoencefálico, de pronóstico reservado, que le impide continuar la lidia. Lo trasladan al hospital.
El parte médico de David Galván
El valiente valenciano Román ha realizado últimamente varios gestos toreros notables. Vuelve a los ruedos esta tarde, después de una cornada que le ha tenido parado un mes.
Muy serio es el tercer Victorino, recibido con aplausos: embiste pegajoso, la lidia no es fácil. Recibe un buen puyazo; espera mucho, en banderillas. Brinda Román a su paisano Enrique Ponce, que está en una barrera. El toro tardea pero va a más y Román logra emocionantes muletazos de mano baja, que tienen mucho eco en los tendidos. Remata el trasteo, valiente y hábil, con una estocada de rápido efecto: oreja.
Román da un muletazo al tercero de la tarde, de nombre Esquinero, al que cortó una oreja
El quinto queda corto en los lances de recibo. Acude pronto al caballo y derriba espectacularmente pero luego se va. Brinda Román al público, queriendo redondear el triunfo. El toro vuelve muy rápido, el diestro ha de estar muy listo. El trasteo de Román tiene emoción. Al final, le saca al toro algunos naturales de mérito. Entra a matar con decisión pero la espada, atravesada, hace guardia y eso frena el posible trofeo, que hubiera supuesto la Puerta Grande. Saluda una fuerte ovación, como premio a su actitud, toda la tarde.
Siempre repito que Ginés Marín tiene todas las cualidades para estar en la primera línea del escalafón: cabeza, facilidad, arte. Ya estuvo allí pero no logró mantenerse. ¿Por qué? No lo sé pero, con su gran capacidad, puede volver a ese lugar en cualquier momento, si la decisión y la suerte le acompañan. Es capaz de imponerse a reses de todo tipo.
El segundo toro echa las manos por delante de salida pero Ginés lo recibe con unas estupendas verónicas, abrochadas con una preciosa media. (Resultará, al final, que eso ha sido lo más brillante de toda su actuación). El toro cumple en el caballo y le pegan bastante. Como tantas tardes, Iván García coloca dos grandes pares, con conocimiento y facultades: saluda una gran ovación. El toro embiste dormidito pero flaquea. Aunque queda muy corto, con valor sereno le saca el diestro algunos notables naturales a cámara lenta pero las caídas del toro lo deslucen todo. Pincha antes de la estocada, entrando de lejos.
Ginés Marín, este sábado en Las Ventas
El cuarto derriba en la primera vara, se duerme en la segunda; hace hilo en banderillas; embiste incierto. Con suavidad, Ginés Marín lo va metiendo en la muleta, aguanta parones, le saca muletazos, en una labor con mas técnica que brillo, hasta que el toro se raja. Mata mal, a la segunda.
El sexto no se entrega en el capote, vuelve rápido. Con la montera puesta, como ahora suele hacer en su último toro, Ginés Marín le va sacando muletazos por los dos lados, con mucho oficio. Al final, cruzándose al pitón contrario, logra algunos naturales con riesgo y aguanta varios momentos de apuro. El público ha ido entrando poco a poco en la faena pero Ginés lo estropea todo con la espada, sin confiarse. Un gran matador, como es él, no lo ha visto claro, esta tarde.
A la salida, aunque es de noche cerrada, atisbamos de nuevo el monumento a Antoñete, junto a la Puerta Grande de Las Ventas. Ésta fue, literalmente, su casa pues se crio aquí junto a Paco Parejo, el mayoral de la Plaza, su pariente. A partir de ahora, todos los diestros que consigan la gloria de salir a hombros por esa Puerta Grande verán su estatua de bronce. Me gusta imaginar que los acompañará, mirándolos con afecto y apurando su eterno cigarrillo. Pasarán los años, pasarán Pedro Sánchez y Urtasun, pasarán muchas polémicas absurdas y Chenel seguirá en su sitio, bien colocado siempre, como lo que era: un maestro de toreros.
Inauguración del monumento a Antoñete, con su viuda Karolina Bocos (5i) y Morante de la Puebla entre los asistentes
Antoñete 'vigilará' desde ahora la Puerta Grande de Las Ventas
POSTDATA. Antoñete era un madrileño castizo. Vivió los duros años de la posguerra. Creció, hizo travesuras y empezó a jugar al toro en el patio de Las Ventas. Fue un personaje bohemio; un torero de enorme calidad, huesos frágiles y ánimo irregular. Cuando se casó con la hija de un banquero y le pusieron un despacho, salió huyendo… Taurinamente hablando, muchas veces le dieron por «muerto» y muchas veces «resucitó».
Recuerdo yo que, en uno de los festivales de Navidad que organizaba doña Carmen Polo de Franco, alternando con Luis Miguel, Ordóñez y todas las máximas figuras, les «dio un baño». Cuando se lo comentaba yo, sonreía, asintiendo, con su expresión de pícaro madrileño.
En su madurez, vivió muchas tardes gloriosas, en esta Plaza. Junto a Manolo Vázquez, ayudó a que muchos jóvenes descubrieran la belleza del toreo clásico, sin encimismos, dando al toro sus distancias. Fue entonces cuando mi amigo Federico Jiménez Losantos escribió que Antoñete no daba naturales sino «escoriales», por su grandeza y majestuosidad.
Hace poco, en un estupendo libro, Salvador Balil ha unido a Juan Belmonte con Antoñete: los dos traen al toreo la auténtica revolución, que consiste en restaurar las normas clásicas.
Lo ha cantado Joaquín Sabina: «Esta tarde, se mojan los pañuelos, / esta tarde, en su patio de Las Ventas,/ descumple años Chenel por naturales». A partir de hoy, va a seguir descumpliéndolos en el sitio que le corresponde, junto a la Puerta Grande, muy cerca del doctor Fleming, de Antonio Bienvenida, de Luis Miguel, de Yiyo… Erguido, siempre, con el cigarrillo en la mano y la mirada puesta en el cielo del toreo.
FICHA
- Madrid. Plaza de Las Ventas. Feria de Otoño. Sábado, 11 de octubre. 22.447 espectadores. Toros de Victorino Martín, serios, encastados, de juego desigual.
- DAVID GALVÁN, de azul marino y oro, herido por el primero.
- ROMÁN, de verde y oro, en el primero, pinchazo, estocada y descabello (aplausos). En el tercero, buena estocada (oreja). En el quinto, estocada defectuosa (saludos).
- GINÉS MARÍN, de gris plomo y azabache, en el segundo, pinchazo y estocada (aplausos). En el cuarto, pinchazo y estocada caída (aviso, silencio). En el sexto, tres pinchazos y media (aviso, silencio).