Fundado en 1910

El vacío que deja Morante... y una razón para el optimismo

¿Será una retirada definitiva? Imposible saberlo; más aún, conociendo su singular psicología. Si Antoñete, una de sus referencias actuales, se retiró y volvió a los ruedos varias veces, ¿por qué no puede hacerlo Morante?

La tarde de este domingo ha sido inolvidable. La salida a hombros de Morante por la Puerta Grande, la segunda de su carrera, pasará a la historia.

Morante lo ha dejado en la cima de su popularidad, habiendo aficionado a muchos jóvenesEFE

Sin ninguna retórica, la tarde del Día de la Hispanidad que vivimos en Las Ventas fue una jornada histórica, con grandes emociones. Además del adiós de Fernando Robleño, por lo que toca a Morante, el golpetazo, la conmoción, la hermosa faena, rematada con una gran estocada, y el corte de coleta. Una corrida inolvidable. Me lo decía mi amigo Paco Celma: «Lo que hemos vivido aquí, esta tarde, no se vive en ningún otro sitio del mundo».

Se ha apuntado un gran tanto Telemadrid al haber retransmitido esta corrida en directo, en abierto. El impacto popular ha sido tan enorme que creo deberían repetir la emisión, como ya se hizo, en su momento, con la llamada «corrida del siglo», de Victorino.

Morante de la Puebla, emocionado tras cortarse la coleta en Madrid

Morante de la Puebla, emocionado tras cortarse la coleta en Madrid

En todo caso, hasta alguien tan torpe como yo ha podido volver a verla, por la tele. Aunque la emoción sea mayor en la Plaza, por televisión se aprecian más muchos detalles: cuando se trata de algo de verdad importante, como es este caso. Lo ideal es sumar las dos cosas.

Sorpresa

Después de su gran faena, felizmente rematada con la espada, Morante dio la vuelta al ruedo, sonriente, con las dos orejas, que suponían su segunda salida en hombros en Las Ventas.

A continuación, sin ninguna teatralidad, se dirigió hacia el centro de la Plaza y allí se quitó él solo, sin ayuda de nadie, el añadido postizo que equivale a la clásica coleta: un gesto que simboliza la retirada de los ruedos. Luego, volvió hacia la barrera, con las lágrimas en los ojos, abrazando a su cuadrilla, a su mozo de espadas, a Fernando Robleño (el otro torero que se retiraba esa tarde, pero él lo había anunciado).

Morante de la Puebla y Fernando Robleño se abrazan este domingo en Las Ventas, en el día de su retirada

Morante de la Puebla y Fernando Robleño se abrazan este domingo en Las VentasEFE

La sorpresa fue mayúscula, todos los espectadores nos quedamos atónitos. ¿Fue un arranque del momento o respondía a un plan previsto? No podemos saberlo mientras el propio Morante no lo aclare. En la retransmisión de Telemadrid pudo verse, al comienzo, cómo su mozo de espadas le había arreglado algo en la coleta; probablemente, para facilitar que él se la quitara. (En la Tauromaquia clásica, los toreros llevaban una coleta natural; para indicar que se retiraba, un familiar o amigo íntimo se la cortaba con unas tijeras, en el ruedo).

El momento justo

Es probable que el diestro lo tuviera pensado, un poco a expensas de cómo fuera la tarde: su felicísimo resultado le acabó de decidir. En ese caso, es lógico suponer que sabían algo de ello los miembros de su círculo profesional más íntimo: apoderado, cuadrilla y mozo de espadas.

Retirarse a tiempo es algo muy difícil: no nos resignamos a dejar la profesión que amamos y que ha llenado nuestra vida. Ejemplo claro: hasta don Alfredo Di Stéfano, el mejor jugador de fútbol que yo he visto, decidió marcharse al Español, cuando el Madrid no quiso renovarle el contrato, y el resultado no fue muy feliz.

Morante de la Puebla cruzó la Puerta Grande a hombros de una marea humana

Morante de la Puebla cruzó la Puerta Grande a hombros de una marea humanaGTRES

Por mucho que lo lamentemos, la realidad es que Morante ha tomado esa decisión en el mejor momento posible: al concluir una temporada realmente excepcional, en la que ha logrado abrir la Puerta Grande de Las Ventas, triunfar en casi todos los cosos y atraer al público joven, convirtiéndose en un verdadero fenómeno social.

Atendiendo a lo más cercano, Morante acababa de culminar felizmente su proyecto de homenaje a Antoñete, con la inauguración del monumento y con un festival taurino que resultó un gran éxito. En esta corrida, además, se había sobrepuesto a un percance y había realizado una faena excepcional. ¿Cabe imaginar mejor momento? Es algo así como el futbolista que marca el gol decisivo, gracias a eso gana la final de Champions y decide retirarse: ha alcanzado ya la cumbre.

Inauguración del monumento a Antoñete, con su viuda Karolina Bocos (5i) y Morante de la Puebla entre los asistentes

Inauguración del monumento a Antoñete, con su viuda Karolina Bocos (5i) y Morante de la Puebla entre los asistentesEFE

Solía decir el sabio Marcial Lalanda que ningún torero se va por propia voluntad, es el público el que lo echa, cuando decae física o artísticamente y los espectadores se aburren de verlo. Esta retirada de Morante puede ser una de las contadas excepciones.

Morante y los demás

Creo recordar que así titulé una de mis crónicas, hace poco. La realidad es que Morante es un caso singularísimo, como persona y como torero.

Ante todo, él mismo ha explicado que, desde hace años, sufre una enfermedad mental complicada. Además, se le suele colocar en la línea de los toreros artistas, con sus habituales irregularidades.

Es muy insólito que un torero de esta línea haya realizado su mejor temporada pasados los cuarenta y cinco años, sin el menor atisbo de decadencia; que haya sido ahora cuando ha toreado con más valor y regularidad que nunca; también, que haya conseguido que todas sus actuaciones se hayan convertido en un acontecimiento singular, que haya atraído a las Plazas de Toros a tantos jóvenes y se haya convertido en un diestro taquillero, además de poseer una estética exquisita.

Morante ha entusiasmado a todos los públicos sin realizar ninguna de las suertes modernas: ni encimismo, ni arrucinas, ni torear mirando el tendido

Sus condiciones artísticas se vieron claras desde el primer momento. Recuerdo, hace muchos años, una faena suya, en la Feria de Palencia, que me pareció magnífica. Les pregunté su opinión a mis amigos Ángel Luis Bienvenida y Manolo Vázquez y los dos coincidieron: «No cabe torear mejor». Junto a eso, Morante ha tardado años en alcanzar la madurez técnica y la responsabilidad de primera figura del toreo, imitando a Joselito el Gallo, su máximo ídolo.

Ha logrado entusiasmar a todos los públicos sin realizar ninguna de las suertes propias de la moderna Tauromaquia: ni muletazos cambiados, ni encimismo, ni arrucinas, ni naturales invertidos, ni manoletinas, ni bernadinas, ni torear mirando el tendido… Ha triunfado siempre dentro de los cánones del clasicismo, basado en las verónicas, los naturales y la estocada. ¿Por qué no le imitarán los demás diestros?

Un gran vacío

El vacío que deja Morante en el arte del toreo es inmenso; también lo deja en las taquillas… Es muy difícil imitar a un genio pero todos, profesionales y aficionados, debemos aprender de lo que él ha hecho.

¿Será una retirada definitiva? Imposible saberlo; más aún, conociendo su singular psicología. Si Antoñete, una de sus referencias actuales, se retiró y volvió a los ruedos varias veces, ¿por qué no lo puede hacer Morante, una vez descanse y se recupere física y mentalmente del enorme esfuerzo que le ha supuesto esta temporada?

Hay una razón de fondo para el optimismo que me atrevo a apuntar: ¿qué va a hacer Morante, sin torear? Como en el caso de todas las primerísimas figuras, el toreo ha sido toda su vida. Por eso, me ilusiona pensar que, dentro de algún tiempo, sienta la necesidad de volver a los ruedos; quizá, en una temporada más corta, más selectiva, para seguir dando lecciones de clasicismo.

Morante de la Puebla se retira la castañeta, este domingo en Las Ventas

Morante de la Puebla se retira la castañeta, este domingo en Las VentasEFE

En todo caso, nos queda ahora el recuerdo y el agradecimiento por la belleza que Morante nos ha ofrecido.

Cuando murió Joselito, algunos dijeron: «Se acabó la Fiesta». Pero no se acabó: la Fiesta nunca se acaba, poco pueden contra ella los Urtasun de turno. Pasan los toreros, pasan los aficionados y pasan los antitaurinos pero la Fiesta permanece viva porque el arte es la eterna primavera, que nos consuela siempre de la llegada del invierno.

comentarios
tracking

Compartir

Herramientas