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El Expolio, de El Greco, custodiado en la Catedral de Toledo

El Expolio, de El Greco, custodiado en la Catedral de ToledoWikipedia

¿Qué hace un soldado del imperio español en el camino al Calvario pintado por el Greco?

El Greco, maestro del manierismo, tomó una decisión creativa que marcaría toda su trayectoria

Entre las obras maestras del tesoro artístico español, El expolio de Cristo de El Greco ocupa un lugar relevante.

Esta pintura, custodiada en la sacristía de la Catedral de Toledo, es uno de los máximos exponentes de la edad de oro de las artes españolas.

Pocos son los españoles que no están familiarizados con ella. Es una de nuestras obras de arte esenciales, incluida en los estudios de secundaria y bachillerato, habitual de los exámenes de selectividad y tan emblemática como pueden ser Las Meninas de Velázquez o Las Majas de Goya.

El expolio de Cristo es una de las primeras obras realizadas por El Greco tras llegar a Toledo procedente de Italia. Representa a Cristo tras completar el camino al Calvario, momentos antes de ser clavado en la cruz, justo cuando los soldados romanos lo despojan de su ropa y se reparten su túnica hecha de una sola pieza, sin costuras: «Se repartieron mis ropas y echaron a suertes mi túnica», narra el Evangelio evocando las profecías del Antiguo Testamento cumplidas en el Nuevo.

El Expolio es una de esas obras que tenemos la suerte de contemplar en el mismo lugar para donde fueron ideadas. La originalidad de su composición, su uso del color, su concepción física de los personajes retratados, la expresividad del rostro de Cristo, un rostro que no es sufriente, sino, de acción de gracias.

El Expolio, de El Greco, custodiado en la Catedral de Toledo

Imagen completa de 'El expolio de Cristo', del GrecoWikipedia

Cristo asume en el cuadro del Greco su papel de sumo sacerdote en el sacrificio supremo.

Sin embargo, para un ojo familiarizado con la historia y el arte resultará chocante un elemento característico del cuadro: el soldado romano retratado junto a Cristo, que mira arrogante al público, viste como un soldado español de los Tercios, con armadura brillante y gorguera.

Pero no es el único. Una mirada más concienzuda identificará a varios soldados con morriones y yelmos, armados con picas y ropajes propios del siglo XVI. ¿A qué se debe este anacronismo?

Lo cierto es que, en su momento, esa licencia le valió al Greco numerosas críticas negativas. Incluso se dice que su costumbre de introducir elementos contemporáneos en cuadros sobre episodios evangélicos fue una de las razones que llevaron a Felipe II a rechazarlo como responsable de la decoración de la basílica de San Lorenzo de El Escorial.

No sería la primera vez que lo haría. En El martirio de San Mauricio, un cuadro que representa el martirio del soldado romano de la Legión Tebana por profesar el cristianismo, el Greco también representó a soldados del siglo XVI armados con picas mezclados entre los legionarios vestidos a la romana.

En El castigo de Laocoonte, ubicó el mito griego en Toledo y no en Troya. Hay más ejemplos, pero quizás esos sean los más claros.

Pero ¿por qué razón incluía el Greco esas referencias a su tiempo en cuadros de temática bíblica?

Fiel testigo de la realidad que le rodeaba y del contexto en el que vivía y desarrollaba su arte, el Greco no narra en sus cuadros únicamente un hecho bíblico o un acontecimiento religioso, el Greco deja testimonio de su tiempo y, fruto de la mentalidad de su tiempo de España como heredera de Roma y nación elegida por Dios para llevar el cristianismo a los confines de su tiempo incluye la impronta española en su obra como forma de representar ese papel.

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