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Museo Guggenheim de Bilbao

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El Guggenheim de Bilbao se queda sin nueva sede, pero presume de visitantes al edificio de Frank Gehry

El Guggenheim de Bilbao afronta una etapa incierta tras el fracaso de sus planes de ampliación y una mayor dependencia del efecto llamada que genera el edificio de Frank Gehry

El Museo Guggenheim ha sufrido un duro revés con la caída de su ambicioso proyecto de ampliación con dos vanguardistas nuevos centros en un entorno natural de gran valor ecológico en Urdaibai, Vizcaya.

En contra de lo esperado por los responsables del museo bilbaíno, que esperaban contar con un respaldo entusiasta de la sociedad vasca, el proyecto se encontró con la oposición frontal de vecinos y agrupaciones ecologistas.

El proyecto incluía pistas y pasarelas para unir ambas sedes, y fue precisamente esa infraestructura el principal motivo de choque con la sociedad civil, además del previsible aumento de afluencia de público, que podría amenazar el frágil equilibrio ecológico del espacio natural.

Ante esta oposición, el Patronato del Museo Guggenheim de Bilbao ha decidido poner fin al proyecto de ampliación e iniciará un proceso de reflexión para explorar alternativas al proyecto fallido.

Casualidad o no, horas después el museo difundía el dato positivo de un aumento de visitas al museo del 0,5 % en 2025 respecto al año anterior, lo que supone 1.260.894 visitantes.

Sin embargo, ese buen dato no tapa el grave problema que afronta el Guggenheim, y es el agotamiento de su modelo museístico en el que el envoltorio, el edificio, es el principal reclamo de la propuesta, por encima de la colección.

La gente que acude al Guggenheim de Bilbao no lo hace atraída por su colección permanente o sus exposiciones, si no por el espectacular edificio diseñado por el arquitecto Frank Gehry. La colección de arte ocupa una función secundaria, es la excusa para tener un edificio-monumento a orillas del Nervión que cumpla una función de icono de la ciudad, como la Ópera de Sídney, o el mismo Guggenheim de Nueva York.

El edificio sigue mostrando su potencial como polo de atracción turístico, pero como propuesta artística, el museo sigue muy por detrás de los grandes museos de arte contemporáneo, e incluso propuestas más modestas han logrado mayor eco entre críticos y público especializado.

Es, precisamente, la necesidad de dar un nuevo golpe de efecto la razón última que subyace en la necesidad de ampliar el museo. El rechazo ciudadano a la ampliación evidencia un cansancio respecto a ese modelo, que ya se mostró en el fracaso de otras propuestas similares, como la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela, el Palacio de Congresos de Oviedo o el Palacio de las Artes de Valencia.

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