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20 de abril de 2024

Alfonso J. Ussía junto a Ray Loriga en el encuentro organizado por La La Caña del Ateneo de Mahou.

Alfonso J. Ussía, junto a Ray Loriga, en el encuentro organizado por La Caña del Ateneo de Mahou

Alfonso J. Ussía, sobre Antonio Vega: «Tuve el privilegio de conocer a la persona que había detrás del artista»

Alfonso nos ha hablado de las noches de Madrid, de la industria musical y de su vocación literaria con 'Vatio', el duro relato en el que cuenta su amistad con el cantante Antonio Vega

Su último libro, Vatio, es el ruido estridente de las noches excesivas en los garitos y el silencio frío que brota del hambre insatisfecha. Pero, sobre todo, es el relato nocturno de un amigo que acompañó a Antonio Vega en su viaje a los abismos. Afortunadamente, Alfonso J. Ussía se ha quedado para contarlo. Y lo hace en el marco de los encuentros artísticos que La Caña del Ateneo de Mahou ha organizado en Madrid.
Leyendo su historia, Vatio, me hace recordar el Madrid de principios de los noventa y, concretamente, el barrio de Chueca antes de su cambio a reino gay, donde un amigo tenía un bar en la Calle Libertad.
¿Podría rememorar cómo eran aquellas noches y aquella capital de peligrosas nocturnidades?
–Muchas gracias por tu tiempo y por leerla. Era una ciudad mucho más libre que ahora, independientemente de que también tenía peligros mucho más consolidados, –digamos–. Había barrios dónde te podían pegar una paliza por que sí; otros dónde algunas bandas mantenían cierto mito callejero; otras zonas con más o menos droga, pero en definitiva, estaba todo mucho más definido y autentificado. Había muchas más señas de identidad tanto en dónde entrabas a tomar algo como al salir. Yo recuerdo bien la oferta que había de garitos distintos, desde el Cardamomo de Echegaray antes que fuera un tablao para turistas, El Honky, Sirocco, Clamores, Galileo, Aqualung, Caracol, Riviera, la sala Sol.
¿Ha sido doloroso recordar? ¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza cuando, de improviso, recuerda aquellos años?
–No, no. Doloroso en ningún caso. Es cierto que cuando el tiempo pasa solemos guardar lo bueno y dejar un poco más enterrado lo más feo y que además el paso de los años suele tener una forma de cura en ese sentido que te hace obviar lo doloroso. En mi caso, sólo puedo estar agradecido por la suerte que tuve.
Alfonso J. Ussía y Antonio Vega

Alfonso J. Ussía y Antonio Vega

En el libro no se ahorra los episodios de Antonio y usted en los barrios de la droga. Ahora, cuando lo piensa, ¿Cómo pudo afrontar ese tipo de situaciones? ¿Y cómo puede ser que existan –o que los políticos permitan– la existencia de este tipo de barrios? ¿A quién le interesa? ¿Por qué cree que están tan vinculados a los gitanos?
–Contaba con una ventaja demoledora y es que admiraba muchísimo a Antonio. Si a eso le sumas una edad, lo suficientemente inconsciente como para no hacer preguntas y entender el problema que era la droga y la enfermedad que supone para quien la consume, pues lo afrontaba con esa premisa. También hay que entender la patata caliente que supuso la «postmovida». Una vez se pasó la euforia de la primera década, la calle, las familias, comenzaron a romperse, porque el "caballo” lo destroza todo y es, entonces, cuando se empiezan a ver los primeros problemas con el SIDA: los atracos por todas partes para conseguir una dosis, las chutas en los parques…; entonces, a nivel a político se decide dejarles hacer pero fuera de las calles, en los mercados de la droga. El problema es que Las Barranquillas se convirtió en el más grande y peligroso barrio de la droga en Europa.
Se vincula a algunos gitanos porque dentro, en los poblados, ellos son siempre los que han controlado el cotarro. Han sido quienes distribuían la mejor calidad y, al mismo tiempo, al mejor precio, por lo que atraían a los más exigentes consumidores. Ellos no son los que la traen, pero sí los que la venden y «gramean» en la primera fase.

Contra toda esa imagen de hombre triste, yo conocí a un tipo que se había levantado muchas veces del suelo y que quería vivir al máximo

¿Cómo se vive tantos años al lado de alguien como Antonio Vega, tan enganchado, con todas las circunstancias dramáticas que ellos conlleva con familiares y amigos? Supongo que el afecto y la amistad tendrían mucho que ver…
–Al principio todo se basaba en el respeto y la admiración. En muy poco tiempo, eso dejó paso a a la lealtad y al amor incondicional. Tuve mucha suerte de descubrir muy pronto a la persona detrás del artista y eso facilitó mucho las cosas. Antonio era un tipo genial.
Pero eso te lo puedo decir yo, que no era ni su hermano ni su padre ni su novia. Para todos ellos, Antonio ha sido una bendición «maldita», como para cualquier persona que tiene cerca a una persona con problemas. Si quieres a alguien sufres; es una cosa que no se puede desligar ni deshacer. Para muchos como Antonio, si naciesen hoy en día, no tendrían esos problemas. Había muchísima falta de información y una sensación de incertidumbre que a poco que tuvieses un poquito de curiosidad ya podías tropezarte. Fue una desgracia que nos dejó huérfanos de muchísimos talentos.
¿Qué le unía a Antonio Vega? ¿Qué cimentaba aquella amistad?
–Todo fue muy natural porque tanto de forma de ser como de educación, podríamos encontrar ciertas similitudes que hicieron que las cosas solidificaran solas. No hay ni un sólo día en el que no piense en él. Para mí fue un maestro, una suerte de guía al que me podía juntar para poder brillar un poco, aprender, mirar. Luego te arrancaba una carcajada en cualquier momento; le encantaba bromear y tenía un sentido del humor muy ácido y bien pensado. Contra toda esa imagen de hombre triste, yo conocí a un tipo que se había levantado muchas veces del suelo y que quería vivir al máximo.

En casa, de pequeño, venía mucho a cenar Camilo José Cela, Antonio Mingote ,que era íntimo de mi padre; Manolo Summers, Tip y Coll, Jaime Campany, y un montón de periodistas y escritores

Usted nos ha enseñado la cara menos amable del mundo del espectáculo, ¿Qué piensa de ese mundo?¿llegan los mejores o los más convenientes para el sistema cultural?
–La industria musical como tal ha desaparecido. Ahora que no se vende un disco todo gira en torno a la música en vivo. Pero no sé si me estoy haciendo mayor o me da la sensación que todo tiene ahora una profundidad mucho más corta. Los estilos, los grupos, las canciones que escucho como novedades no dejan de ser todas relativamente iguales: penosas. No terminan de entrar, como sí quisieran tocar demasiados palos pero sin saber dominar ninguno, sin querer dejar huella, dejar una canción redonda. Todo se mide ahora por la inmediatez y la gilipollez y no hay hueco para gente que de verdad haga música. O es pequeño. Me gusta mucho Niña Polaca o Jordana B, por ejemplo. Son simplemente distintos.
Vatio, el relato de la amistad de Antonio J. Ussía con Antonio Vega

Vatio, el relato de la amistad de Antonio J. Ussía con Antonio Vega

Te pondré un ejemplo de la industria: hoy en día las discográficas las dirigen personas que hace veinte años no sabían ni lo que era un «fa». La gente que tenía talento se ha largado o ha cambiado de profesión frente a unas ratitas de oficina que han jodido el mercado a base de creer que los tiempos cambian y las cosas nuevas no importa que sean una puta mierda. Sólo les importan los «clics» y muy poco la calidad. Incluso te hace un disco si tiene «clics» y te dedicas a cualquier otra cosa. ¿Tú crees que es posible, por ejemplo, que Universal Music, que es uno de los grandes sellos a nivel mundial esté presidida por un señor que montó la discográfica de los «triunfitos»?
Después, la vende, «pelotazo» y a dirigir un sello que debería estar aportando razones para que la gente compre discos. Ese tipo de ejecutivos han hecho mas daño a la música española que la piratería e internet juntos. Te diría que sabrán vender, pero de música no tienen ni puta idea y como tampoco venden un puto disco, aún no sé muy bien por qué están allí.
El libro es riquísimo en escenas y su relato evidencia un gusto y una preocupación por el lenguaje teatral, ¿hasta qué punto ha influido en ese gusto la educación de su padre y de su familia? ¿Ha sido importante el clima cultural de su casa? ¿En qué sentido?
–En todo. El primer interés, primeras lecturas, primeros escritos: todo ha nacido de la cuna que tengo. Sería estúpido no reconocerlo y temerario no estar agradecido. He tenido una suerte inmensa. En casa, de pequeño, venía mucho a cenar Camilo José Cela, Antonio Mingote que era íntimo de mi padre; Manolo Summers, Tip y Coll, Jaime Campany, y un montón de periodistas y escritores que te hacían tener los ojos bien bien abiertos desde muy temprano. Contaban cosas increíbles, anécdotas, historias al alcance de sus mentes tan privilegiadas. Sabías que esos no eran tipos normales y adoraba acompañar a mi padre a la radio, o a una conferencia o lo que fuera. Era una ingente escuela de talentos que he tenido la suerte de tratar y conocer mucho. También considero que la literatura debe entretener, aportarte algo más que una serie o una película. Los libros tiene la licencia de estar mas tiempo con un lector, de tratarlo, tocarlo, leerlo y largarte dónde quieras, mientras tu imaginación te ayuda a componer el resto del paisaje. Eso es un poder enorme que tiene la novela y por eso es el género literario en el que pretendo consolidarme.
Y para terminar, agradeciendo el libro que ha publicado y su sinceridad, ¿Por qué escribe?¿En qué anda embarcado en estos momentos?
–La escritura es un arma maravillosa que tiene el ser humano para poder vivir las vidas que quiera. Es una fuente inagotable de historias humanas, de iguales o de gente que destaca sobre otros por bueno o malo. Al fin y al cabo, es el mayor retrato de la vida, de la gente y de la historia y sólo entre líneas, ya sea leyendo o escribiendo, soy realmente feliz.
Escribo porque me gusta, porque quiero hacer un montón de libros. No sé si fue Camus o Carrere, pero decían que los libros que hago solo los puedo escribir yo. Y no quiero hacer otra cosa en la vida que no sea eso. Y no quiero hacer otra cosa en la vida que no sea eso. De hecho, actualmente, trabajo en dos novelas que verán la luz este año 2022, una para la Feria del Libro de Madrid y la otra para Otoño.
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