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26 de abril de 2024

Tres sombreros de copa de Miguel Mihura

Portada de «Tres sombreros de copa» de Miguel MihuraCátedra

'Tres sombreros de copa': novia no tendrás tú, ¿verdad?

Humor absurdo con toques ingenuos y tiernos, el analgésico de Miguel Mihura contra los inevitables sinsabores de una vida que insiste en desilusionar: «Me caso, pero poco».

El madrileño Miguel Mihura (1905–1977) nació y se crio en el teatro: su padre era un exitoso actor y productor, y Miguel, de niño, se sintió fascinado por las tablas, la tramoya, los camerinos. Creció en una época en que los hermanos Álvarez Quintero, Jardiel Poncela, Carlos Arniches y Pedro Muñoz Seca estrenan comedias que maravillan al público. Trabó buena relación con autores como Eduardo Marquina o Edgar Neville, y fundó revistas de humor como La ametralladora o La codorniz. Alternó el teatro con el cine –participó, por ejemplo, en el doblaje de películas como Una noche en la ópera (1935), de los hermanos Marx– y con el periodismo, buscando siempre salirse de lo trillado por medio de un humor absurdo sin pretensiones.
Escribió Tres sombreros de copa en 1932, logró publicar la obra en 1947 –en esta edición, el volumen incluía dos comedias más–, pero no se estrenó hasta 1952, cuando Mihura ya había perdido todo interés. Insistieron en interpretar esta comedia los jóvenes integrantes de la agrupación Teatro Español Universitario; lograron estrenarla en el Teatro Español de Madrid con actores como Juanjo Menéndez o Agustín González.
Esta obra le supuso una excelente acogida en la taquilla y en las críticas literarias –y le valió obtener el Premio Nacional de Teatro–, de modo que Mihura volvió a dedicarse —durante unos doce años– a componer libretos cómicos. Consiguió en dos ocasiones más el Premio Nacional de Teatro, y luego un Premio Calderón de la Barca (por Ninette y un señor de Murcia). Poco antes de fallecer, editó en 1977 (Clásicos Castalia, Madrid) la que se considera versión definitiva de Tres sombreros de copa; grosso modo, las diferencias con la edición de 1947 se reducen a erratas y algún detalle menor. En Cátedra se han basado en la edición de 1977 —y, parcialmente, la de 1947— para publicar el formato quizá más vendido de esta comedia.
Tres sombreros de copa de Miguel Mihura

cátedra / 144 págs.

Tres sombreros de copa

Miguel Mihura

Como se aprecia en La ametralladora, La codorniz o en su cine, el humor de Mihura busca sorprender por medio de situaciones y ocurrencias absurdas, con un toque entre ingenuo y tierno, pero que en realidad sólo aspira a ser un lenitivo de la mediocridad y contrariedades de la vida. Reírse como terapia. Aunque en Tres sombreros de copa podamos entender que hay una crítica social al convencionalismo burgués, las intenciones del autor no eran de esta índole; no hay doctrina política ni ideario filosófico, no hay militancia ni partido. Ridiculiza las convenciones sociales, muestra una alternativa, pero, a la postre, se resigna y sólo le queda la carcajada.
El protagonista de esta comedia, Dionisio, llega de noche a un hotel que ha estado frecuentando durante siete años. A lo largo de este tiempo ha mantenido relaciones formales con una chica cursi y feúcha, la hija de don Sacramento —la cual, a la mañana siguiente, se desmayará «en el sofá malva de la sala rosa». Y, como Dionisio reside en otra ciudad, se ha alojado en ese hotel cada vez que ha ido a visitar a su novia. Regenta el hotel don Rosario, un señor almibarado que toca el cornetín para dormir a sus huéspedes. Sin embargo, en mitad de la noche irrumpe Paula, una bailarina que procede de un mundo completamente distinto al de Dionisio, empero que también está encorsetado en sus propias rigideces.
Dionisio y Paula, en medio de una serie de situaciones alocadas, con personajes estrafalarios, se conocen y se dan cuentan de que sus vidas han sido una farsa. Y que, juntos, pueden huir de todo aquello y ser auténticamente felices. Mientras Dionisio le oculta que a la mañana siguiente se ha de casar, Paula dice: «Novia no tendrás tú, ¿verdad? […] ¡No debes tener novia! ¿Para qué quieres tener novia? Es mejor que tengas sólo una amiga buena, como yo… Se pasa mejor… Yo no quiero tener novio […] ¡Casarse es ridículo! ¡Tan tiesos! ¡Tan pálidos! ¡Tan bobos! […] No te cases nunca… Estás mejor así […] Si tú te casas, serás desgraciado». No obstante, termina la noche y don Sacramento se presenta en el hotel, para devolver a Dionisio al mundo burgués y aburrido, en el que tendrá que madrugar y desayunar huevo frito. Dionisio, desconsolado, reconoce a Paula: «Me caso, pero poco». Tras besarla, le confiesa: «¡Paula! ¡Yo no me quiero casar! ¡Es una tontería! ¡Ya nunca sería feliz! Unas horas solamente todo me lo han cambiado». Durante la noche, todo ha sido posible, pero con la salida del sol, sólo queda la despedida y el retorno a la vida convencional.
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