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26 de abril de 2024

Portada de «Cartas a Armando y un diario (1936-39)» de María Antonia Escribano

Portada de «Cartas a Armando y un diario (1936-39)» de María Antonia EscribanoYgriega

'Cartas a Armando y un diario (1936-39)': sensibilidad e inteligencia durante el fratricidio

Las impresiones de María Antonia Escribano, una joven enfermera en el Valladolid de la Guerra Civil, nos conceden una lectura histórica, pero también literaria. Sus líneas están repletas de espontaneidad y autenticidad

El libro, en un bonito formato cuadrado y con abundantes ilustraciones, encierra la historia personal de María Antonia Escribano (Valladolid, 1916 – Madrid, 1993). Su visión personal y fresca ofrece cantidad de detalles valiosos para el estudio de la época por la que transcurren las páginas de su diario y las cartas dirigidas al que será su marido, Armando Durán.
Lo que hace que estos textos de carácter privado sean espléndidos de leer, además de la cuidada escritura de la joven y la oportuna recopilación de los documentos realizada por sus hijas, Pilar y María Antonia, es la contextualización histórica de la profesora Milagrosa Romero Samper, presente en forma de epílogo.
Portada de «Cartas a Armando y un diario (1936-39)» de María Antonia Escribano

ygriega / 304 págs.

Cartas a Armando y un diario (1936-39)

La lectura histórica

Para poder maravillarse con el testimonio de María Antonia Escribano el lector requiere de una suerte de imparcialidad, como destaca la historiadora. Los fragmentos de sus experiencias durante la guerra civil española se enmarcan dentro del seno de una familia católica muy comprometida con la mejora del país, desde su visión de la Castilla nacional. «El diario de María Antonia refleja una de las visiones posibles en el bando vencedor de la guerra, pero no la única (…)», explica Milagrosa Romero.
Mariano Escribano Álvarez, su padre, fue alcalde de Valladolid por el Partido Radical de Lerroux. Años después, en medio del conflicto, María Antonia formó parte de los grupos de jóvenes que nutrieron la Sección Femenina de Falange tras la unificación por decreto en 1937 de varias organizaciones de Acción Católica. Aunque su participación fue fugaz, de tan solo un año, por las diferencias existentes entre católicos y falangistas.
Cabe destacar que la autora hace gala en todo momento de una gran inquietud cultural e independencia de pensamiento, a pesar de ser consciente del peso que las tradiciones tienen sobre ella. Su período en la Sección Femenina estuvo dedicado a la intención de mejorar la educación de la juventud, en especial la de las mujeres de su época.

Una visión propia desde el hospital

Aumenta el interés del libro la experiencia de la protagonista como enfermera, primero voluntaria y después profesional, desde el principio de la guerra. María Antonia desempeñó esta labor durante todo el conflicto con gran espíritu de superación y empatía hacia los pacientes.
Milagrosa Romero señala en su epílogo que los pasajes en los que habla de sus pacientes «moros» y en especial cuando amortaja a uno de ellos según dicta el islam, son los que reflejan la profunda religiosidad de María Antonia. Su vida religiosa, bañada por la influencia de los textos de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, se manifiesta dirigida a ayudar al prójimo.
Tras estas descripciones, se puede advertir que, en sus líneas transcritas, además del relato del esfuerzo y el sufrimiento por la guerra, hay espacio para el amor, la religiosidad y el cambio de situación de la población femenina. «Sus escritos nos pueden ayudar a reconstruir el pensamiento femenino del siglo XX, (…) desligándolo de los estereotipos que homogenizan a las mujeres de una u otra opción política», añade al respecto Romero Samper.
María Antonia (hija) y Milagrosa ponen de relieve en sus aportaciones que, durante la guerra, la vida de las mujeres cambia de manera inevitable. La determinación de la protagonista de contribuir a la causa atendiendo a los enfermos permite que sus vivencias nos introduzcan en el avance en la consideración de la mujer.
Además del advertido éxito que tuvo en María Antonia Escribano en el desempeño de su profesión, dado que fue asumiendo cada vez mayores responsabilidades, se advierte una relación estrecha de compañerismo entre las enfermeras y el resto de equipo sanitario masculino.

Un libro imprescindible como fuente histórica y de enorme interés para los lectores que disfruten las memorias

Este ejemplar presenta a María Antonia como una mujer «sensible e inteligente», en palabras de Milagrosa Romero, que quiso llevar una vida intelectual y compartió intereses con Armando, imbuido en el ambiente universitario de los «nuevos garcilasos», desde el punto de vista de Acción Católica y preocupados por la rehumanización del arte y la cultura en el sentido más amplio de la palabra.
En suma, resulta un libro imprescindible como fuente histórica y de enorme interés para los lectores que disfruten las memorias. Además, María Antonia y Armando ofrecen otra visión de la «Edad de Plata» de la cultura en España, mostrando a la perfección cuáles eran las inquietudes de una parte de los jóvenes intelectuales.
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