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27 de abril de 2024

Portada de «Anti(pos)modernos españoles» de Armando Pego

Portada de «Anti(pos)modernos españoles» de Armando PegoSindéresis

'Anti(pos)modernos españoles': semblanza de intelectuales disidentes con la modernidad

Guía de poetas, ensayistas, novelistas españoles entre el siglo XIX y el XX disconformes con los aspectos troncales de la Modernidad: reaccionarios, conservadores, tradicionalistas, o casi imposibles de encasillar

Armando Pego, profesor en la Universidad La Salle - Ramón Llull, ha publicado durante estos años una Trilogía güelfa (2014–2016), El peregrino absoluto (2020), y Poética del monasterio (2022). Varios de estos textos han circulado previamente como artículos en revistas digitales o en su blog; al verterse a libro, además de revisarse, han adquirido un rasgo más definitivo y, sobre todo, marcan el recorrido del pensamiento de Pego. No se trata, sin embargo, de un recorrido que va mostrando evolución, sino más bien concreción, detalles, matices y miradas específicas. La obra de Pego plasma una serie de reflexiones y también de vivencias. En Pego siempre hay, de una manera o de otra, una doble declaración: su sensibilidad espiritual —encauzada en la ascética monástica, en especial la benedictina— y su sereno rechazo de la modernidad. No obstante, al fijarse en muchos personajes de la Edad Media, no pretende un retorno que sabe imposible, sino una recuperación que ayude a superar las taras que definen a la Modernidad. Y, más que nada, ahora que parece que nos hallamos en la posmodernidad. Como nexo entre ambas actitudes recurrentes en Pego, se atisba un contemptus mundi que se torna en fastidium mundi.
Con esas coordenadas establecidas, es fácil comprender el contenido de este nuevo libro, una especie de guía breve o prontuario de intelectuales españoles entre el siglo XIX y el XX que cabría describir como alejados de la modernidad, o disconformes con sus aspectos troncales. Por tanto, aquí caben muchas etiquetas diferentes y, desde luego, que no han de conformar un grupo homogéneo los personajes que retrata Pego en este libro. En todo caso, son algunos de los referentes que el conservadurismo —en sentido lo más lato posible— no ha de perder de vista para entenderse a sí mismo. Pego ha elaborado estas semblanzas tomando como punto de partida un libro similar publicado en Francia en 2005 y que muestra «con una mezcla de espanto y de admiración, a todo un conjunto de autores … que, por su ideología, habían sido preteridos durante largo tiempo». Por tanto, cierta condición marginal, derivada de su rechazo a la modernidad —y de la «memoria histórica»—, los dota de una ubicación particular.
Portada de «Anti(pos)modernos españoles» de Armando Pego

Sindéresis / 126 págs.

Anti(pos)modernos españoles

Armando Pego Puigbó

En Anti(pos)modernos españoles, Pego opta por un estilo sutil, como es sólito en él; su delicadeza o prudencia atemperan sus juicios, dejando que el lector añada por su parte ciertas conclusiones. En todos los autores que comenta, se perciben una serie de temas más o menos constantes: su oposición a la revolución —desde conservadores hasta reaccionarios, tradicionalistas y quizá algún nihilista o desengañado total— y su preocupación por temas eternos, por las preguntas humanas de siempre. Asimismo, las semblanzas suelen enfocarse en un área o una obra concreta de los autores, de modo que no componen una suerte de ficha genérica que pretenda simplificar una biografía.
Dentro de la larga docena de intelectuales analizados en este volumen —Pego los escoge con algo de criterio subjetivo—, pueden destacarse desde Ángel Ganivet —contradictorio, excéntrico, de «suavísima ironía y desgarrado escepticismo»; «posee el irritante don de confirmar y reventar los prejuicios de sus lectores»— o Wenceslao Fernández Flórez —«no se había hecho ninguna ilusión sobre la condición del ser humano; pretendía comprenderlo sin despreciarlo y sin convertirse en equidistante»—, hasta José Jiménez Lozano, Julio Martínez Mesanza, Rafael Sánchez Mazas, Rafael Sánchez Ferlosio, Miguel D’Ors, o Ramón Gaya. Sobre José María Pemán dice: «monárquico y trágico, antimoderno y actualísimo, caballero cristiano que jamás perdió la esperanza». Resulta jugosa su implícita contraposición entre Juan Manuel de Prada —«su teología política es el disfraz por excelencia de una literatura cuya trayectoria está bien fijada desde Las máscaras del héroe (1996)»— y Enrique García–Máiquez —elogia su estética tersa, carente de pose y que busca la celebración y el sol dulce con amigos, no la bruma pesada.
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