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02 de mayo de 2024

El dogma woke

El dogma woke

'El dogma woke': una respuesta cristiana a la ideología de moda

La autora realiza un agudo análisis de la ideología woke, yendo más allá de la anécdota para penetrar en las profundas y a menudo inquietantes implicaciones antropológicas y morales de este movimiento

En los últimos tiempos, pocos conceptos han irrumpido en el campo de las ideas con tanta fuerza como el término woke. Con esta palabra, acuñada en Norteamérica hace unos años en el contexto del movimiento Black Lives Matter, se suele hacer referencia a la necesidad de despertar ante la realidad de una discriminación convenientemente silenciada que habrían estado sufriendo numerosas minorías en las últimas décadas, cuando no centurias.
Portada de El dogma woke, de Noelle Mering

EDICIONES RIALP, 282 PÁGINAS

El dogma woke

Noelle Mering / Trad. José María S. Galera

Este movimiento, que ha traído consigo la tristemente conocida cultura de la cancelación, mezcla la bienintencionada y justa reivindicación de las discriminaciones sufridas por ciertos colectivos con una serie de ideas provenientes de la izquierda cultural que pretenden derribar el sistema de creencias y valores denominado «tradicional». Como reacción a esta pretensión, desde el mundo conservador han surgido diferentes escritos de denuncia a los excesos del movimiento woke, principalmente a su tenaz y a menudo furibundo esfuerzo por intentar acallar cualquier declaración contraria a sus postulados.
Uno de los ensayos más recientes en ese sentido es El dogma woke, escrito por la estadounidense Noelle Mering, recientemente entrevistada en este periódico con motivo del lanzamiento de este libro. En él, esta reputada pensadora realiza un agudo análisis de la ideología woke, yendo más allá de la anécdota para penetrar en las profundas y a menudo inquietantes implicaciones antropológicas y morales de este movimiento.
El libro de Mering está dividido en cuatro partes: orígenes, dogmas, adoctrinamiento y restauración. Ciertamente, el ensayo adolece de un hilo narrativo fácil de seguir debido a las constantes digresiones que la autora introduce en el relato. Ahora bien, debe indicarse que no se trata de excursos gratuitos, sino de explicaciones y ejemplos de gran interés que aportan al lector reflexiones sugerentes.
En ese sentido, debemos señalar que El dogma woke contiene momentos ciertamente brillantes, en los que la autora refuta algunas de las ideas más manidas de dicho movimiento con especial agudeza. Asimismo, la explicación del trasfondo filosófico woke es tan fácilmente comprensible como acertada, poniendo el acento en la sustitución de la razón y la realidad por la voluntad, nueva diosa de esta ideología posmoderna.
Por otro lado, además de analizar los diferentes pilares de la ideología woke, Mering va entrelazando la réplica a cada uno de ellos desde el punto de vista cristiano. En ese sentido, cabe destacar que uno de los mayores aciertos del libro reside precisamente en el modo propositivo en que Mering presenta la réplica cristiana. Ya al inicio del libro, la autora explicita que su idea es huir de la confrontación típica de la ideología woke y presentar, en su lugar, un puente de comunicación mediante la palabra que, huyendo de la guerra cultural arisca, nos permita comprender mejor el mundo dentro de nosotros y a nuestro alrededor, para a partir de ahí lograr el entendimiento con el otro.
De este modo, ante la constante polarización y desconfianza provocadas por la corriente woke, Mering nos muestra al Cristianismo como un mensaje de unión y fe, que presenta un panorama mucho más esperanzador y conciliador que el mundo lúgubre y cainita al que nos termina abocando la espiral woke. Asimismo, frente al constante victimismo que esta ideología fomenta –cuya máxima expresión encontramos en las redes sociales–, el Cristianismo propone, en primera instancia, la necesidad de examen personal, que debe preceder a cualquier autopercepción como víctima, y, en última instancia, la caridad, que bien podría considerarse la virtud cristiana por excelencia.
Al final de la obra, Mering introduce una última tesis que supone el colofón a toda su labor argumentativa: la reivindicación de la familia cristiana como la mejor respuesta y propuesta ante la ideología woke. Según esta idea, cada uno de los tres dogmas woke –mengua de la persona, rechazo de la razón y desprecio de la autoridad– encuentran su contrapunto en la familia cristiana. En ella, cada persona es respetada y amada tal como es, y el orden y la razón se transmiten por medio del del cariño, del cultivo de las virtudes y de la sabiduría para mantener los límites y fomentar el amor por el bien.
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