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El autor Agustín Martínez en la isla de Alderney, escenario de su novela 'El esplendor'

El autor Agustín Martínez en la isla de Alderney, escenario de su novela 'El esplendor'Javier Ocaña

Agustín Martínez: «Creo que soy mejor escritor hoy que antes de Carmen Mola»

El autor, premio Planeta por La Bestia bajo el pseudónimo del trío Carmen Mola, vuelve a las librerías en solitario con un nuevo thriller lleno de misterios: El esplendor

Muy «entretenido», pero con un «poso muy grande de temas muy serios». Así es el nuevo thriller del conocido guionista y escritor Agustín Martínez, que tras dos novelas —Monteperdido y La mala hierba— y su éxito con el trío Carmen Mola —ganador del Premio Planeta 2021 por La Bestia, estrena El Esplendor. La trama —falsas identidades y corrupción moral— y los personajes principales los tenía en mente desde hacía tiempo. La clave para que todo encajara se la dio Alderney, una de las islas del Canal de la Mancha que fue utilizada por Hitler como muro atlántico del nazismo. El Debate charla con él sobre su nueva incursión literaria, sus anhelos y sus logros.

El esplendor... ¿es lo que piensa conseguir con este libro?

— (Risas) Pretendo ¡que se lo compre toda España! Escribirlo ha sido un gustazo. ¿Qué es lo que pretendo conseguir? No sé. Yo creo que la novela tiene como muchas capas. Lo primero es entretener, hacer que la gente entre y que se lo pase bien con la novela. Y hay una cosa que me gusta mucho conseguir, que es que el lector se meta tanto dentro de la novela que tenga la sensación de estar dentro de la historia. Es esa sensación como de viaje a un mundo paralelo. También me gusta mucho como lector y como espectador. Es lo que me molaría conseguir.

— ¿Cuánto tiempo hace que empieza a rondar en su cabeza?

— Como cinco años más o menos que nace la idea. He disfrutado mucho el proceso porque no he tenido ninguna prisa en escribir la novela. Otras veces no tienes ese permiso. Te dan un plazo de entrega y tienes que terminarla. Aquí como no tenía un plazo, he dejado que la historia fuera creciendo poco a poco, macerando y encontrando todos los elementos. No son cinco años de escritura, pero sí son cinco años en los que el archivo estaba ahí en mi ordenador y yo iba como sumando elementos, encontrando cosas, leyendo mucho y encontrando todos los puntitos que quería reunir en la novela.

¿Y el punto de inflexión es ya cuando encuentra y descubre la isla Alderney?

— Sí, llegué muy de casualidad al sitio. Yo llego porque estaba construyendo la historia: la protagonista, Rebeca, está intentando saber quién es Juan Vendrell. Parece que Juan Vendrell tiene mucho dinero oculto en algún lugar y eso la lleva a las islas del Canal de la Mancha y a los paraísos fiscales que hay allí. Documentándome sobre Guernsey, que es otra de las islas, me aparece la historia de Alderney. De repente encuentro un reportaje que se llama Esclavos de Hitler y me quedé fascinado. Desconocía la existencia de campos de concentración nazis en esa zona. Entonces, todo lo que encontré ahí fue como la pieza que faltaba para encajar el puzle porque funciona como metáfora de lo que está sucediendo en el presente de la novela. Ya todo encajaba.

— La documentación acerca de estos campos ha sido compleja...

— Sí, porque hay muy poca documentación sobre esos campos de concentración y la ocupación nazi en el Canal de la Mancha. De hecho, el primer libro más o menos oficial sobre lo que sucedió allí no se publica hasta los años 80. Pasa mucho tiempo desde el 45 hasta el 80 hasta que se publica algo. Lo siguiente que encuentro es un estudio que se llama El Islam de la isla de Adolph, que era como la llamaban a la isla durante la ocupación. Es un estudio más serio y más o menos reciente, de hace unos tres años. Ese me sirvió mucho para documentarme. Pero sobre todo encuentro dos libros muy pequeñitos de supervivientes de los campos de concentración; uno de un ruso y otro de un español, Juan Dalmau, que luego se queda a vivir en Jersey y cuenta su experiencia. Y la verdad que lo que lees allí, es terrorífico.

Y parece que hay un baile de cifras acerca de los fallecidos en estos campos...

— Sí y creo que va a ser muy difícil llegar a una conclusión fiel a la realidad del número de víctimas, porque lo que sucede es que en Inglaterra, tras la Segunda Guerra Mundial, deciden no investigar. O sea, se hace una investigación, pero esa investigación se archiva como secreto y no se libera hasta finales de los 80, principios de los 90. Cuando llegan a la isla lo que se encuentran es con un cementerio donde hay 400 víctimas más o menos, y esa cifra es la cifra que se mantiene desde el final de la guerra y hasta hace muy poquito, unos seis años, que a base de estudios aumentan el número a mil y pico víctimas. Pero la experiencia que te cuenta la gente de los campos de concentración comienza a incrementar la cifra en 10.000, 20.000... incluso hay gente que habla de 40.000. El problema es que como no hubo investigación, no hay documentación. Y en esa isla era una isla que funcionaba un poco al margen de todo. No había registros de entrada rigurosos, había fosas comunes y luego, sobre todo, que la principal fosa de las víctimas era el mar. Entonces es casi imposible saber quién murió y cuánta gente murió.

¿Y qué se sabe de la cantidad de españoles que pasaron por allí?

— Es muy complicado también. En el libro cuento el primer traslado de españoles, que es real, y se sabe que eran 30 y tantos. ¿Cuántos pasaron en total? No se sabe, ¿400, 500?Juan Dalmau decía que por las islas del Canal de la Mancha pasaron unos 10.000 españoles, de los que sobrevivieron solo 58. Es lo que él dice. A la gente que estaba trabajando en campos de concentración de Francia los mandaban porque necesitaban mano de obra para seguir construyendo búnkeres y como las condiciones eran muy malas la gente iba muriendo con frecuencia. Los relatos de la gente que estaba viviendo allí hablan de muertos diarios, muchos, y la ocupación va del 41 al 45. Si multiplicas, la cifra de víctimas es muy grande.

Necesitamos aferrarnos a ideas muy fuertes para tener la convicción de quiénes somos y por qué hacemos las cosas

La novela es un thriller, pero con matices...

— Es un thriller psicológico. Me gusta el thriller procedimental, el de hay una víctima en las cinco primeras páginas y hay que investigarlo, pero me apetecía salirme un poco del molde. Tenía ganas de probar una historia que fuera de suspense y tuviera giros, pero que no fueran los habituales y no fuera el proceso de investigación clásico de hoy. El esplendor es muy diferente a lo que estoy haciendo con Carmen Mola, o lo que he hecho con series de televisión. Para mí los personajes terminan siendo misterios, o sea, ellos en sí mismos son un misterio. Y de ahí esta parte psicológica, de ahondar mucho en el personaje, porque uno va descubriendo capas en César y en Rebeca que le van sorprendiendo a lo largo de la novela y que funcionan en sí mismos como si fuera un giro.

El libro 'El esplendor'

El libro 'El esplendor'Javier Ocaña

La crisis de identidad, la introspección en uno mismo, están muy presentes en la novela...

— La identidad es un tema fundamental hoy en día en la sociedad occidental. El quiénes somos y en función de qué estamos organizando nuestra vida, cuál es o son las metas u objetivos de nuestra vida. Y creo que esta crisis de identidad tiene mucho que ver en política con los nacionalismos, con el auge de los extremos. Necesitamos aferrarnos a ideas muy fuertes para tener la convicción de quiénes somos y por qué hacemos las cosas. La trama de la novela es un poco una muñeca rusa en la que uno va descubriendo nuevas identidades dentro de cada uno de los personajes. Pero no llego a ninguna conclusión. Es el lector el que debe llegar a la que quiera.

Pero sí hay una sentencia en el libro que es la de que no te puedes olvidar de tu pasado...

— Creo que hay una ficción que es que a veces alimentamos la ficción de que podemos reinventarnos completamente, llegar y hacer como un punto y aparte y empezar de nuevo como si el pasado no hubiera existido, olvidarlo y seguir hacia adelante. Y creo que no, que es imposible eliminar ese pasado porque siempre va a salir, ya sea repitiendo errores o no. Entonces creo que uno tiene que asumir qué es lo que ha pasado y saber qué ha pasado sin que eso le determine la vida.

Hay una crítica a este mundo capitalista en el que vivimos, en el que parece que la aspiración de cualquier persona es obtener el lujo

También hay una crítica a las élites corruptas...

— Sí, hay una crítica a la élite y sobre todo, creo que hay una crítica a este mundo capitalista en el que vivimos, en el que parece que la aspiración de cualquier persona es obtener el lujo: restaurantes maravillosos, hoteles increíbles, playas preciosas, ropa de superfirma... No parece que el éxito de un ser humano, el éxito vital, consista en obtener todo ese tipo de lujos, ¿no? Eso es lo que me parece que es perverso, porque creo que estamos eligiendo nuestra vida en función de algo que en realidad no es satisfactorio. O sea, uno cuando lo tiene todo, sigue teniendo los mismos problemas a nivel emocional que cuando no tenía nada. El caso de Jeffrey Epstein es un ejemplo. Gente situada en una cúspide en la que ya tienen colmados todos sus deseos pero siguen adelante con sosas fuera de la legalidad. Y ahí está el espejo con la Alemania nazi. Un régimen que tiene el poder absoluto y destruye cualquier esquema moral.

¿Es un poco vacuna este libro?

— No sé si vacuna... Es como mirarnos al espejo y preguntarnos por qué pasan las cosas. A mí son temas que me interesan y me preocupan de alguna forma.

También es guionista. ¿Y si le dieran a elegir entre tele o literatura?

— ¿Sabes lo que me pasa? No noto una gran diferencia entre una cosa y otra. Para mí es algo muy parecido. Es cambiar mis herramientas para construir una historia, que es lo que me gusta. Construir personajes, historias y atmósferas. A veces lo hago a través de la literatura donde tus palabras son las herramientas; y otras veces lo haces con una serie de televisión, que también es supersatisfactorio y vas creando ese mundo además de una manera física. Disfruto mucho ambos procesos y, sobre todo, tengo la sensación de estar haciendo lo mismo.

Con esta novela ahora terminada ¿cómo está de avanzado el proyecto siguiente con Carmen Mola?

— Estamos en ello. Ya hemos empezado y la verdad que creo que va a ser muy chulo. Estamos muy contentos con el material que tenemos. Llevábamos un mes y pico de reuniones, pero ahora paramos un poquito para hacer hueco a El esplendor. Luego saldrá la novela de Jorge Díaz y luego, la de Antonio Mercero. Este 2025 cada uno está con su novela individual y, entre tanto, encontraremos los huecos para seguir avanzando con la novela de Carmen Mola que esperamos que salga en 2026. Seguimos disfrutando mucho del proceso de escribir en equipo.

¿Cuál es el mayor logro como escritor de esta novela?

— Conseguir que no sea una novela previsible. Creo que eso es chulo porque vas a entrar en una historia que sabes dónde arranca, pero que no te imaginas dónde te lleva.

¿Es su mejor obra en solitario?

— Como escritor me siento muy orgulloso de El esplendor y de La mala hierba. Con ellas me acerqué más o menos a lo que quería y tenía en la cabeza antes de escribirlas. Me gusta cómo están escritas. Monteperdido fue mi primera novela y estoy orgullosísimo de ella porque, de repente, conseguí contar una historia y que funcionara muy bien. Pero inevitablemente, si alguien viene y me dice: 'oye, ¿por dónde empiezo? Digo El esplendor, que creo que es la novela que más me representa ahora mismo. Una de las cosas buenas que ha tenido Carmen Mola para mí es que he aprendido muchísimo. He mejorado. Creo que soy mejor escritor hoy que antes de Carmen Mola.

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