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Ana María Matute en 2011

Ana María Matute en 2011GCM/GTRES

`Pequeño teatro': la ópera prima de Ana María Matute

Un universo de poesía trágica y melancólica que anticipa la fuerza imaginativa de una de nuestras grandes narradoras

Ana María Matute escribió esta novela con apenas diecisiete años. La mecanografió ella misma y la presentó en persona en la sede de la editorial Destino para presentarla al prestigioso premio Nadal. Ignacio Agustí, director de la editorial, le recomendó, me imagino que con cierto paternalismo, que volviera el año siguiente cuando fuera mayor de edad, cierto es que se había pasado el plazo de presentación de manuscritos. La novela quedó en un cajón, pero su espera no fue inútil. Obtuvo, con el tiempo, el premio Planeta en su tercera convocatoria. Este hecho, además de demostrar que Matute fue una escritora de raza, distorsiona la ubicación del libro dentro de su narrativa, al aparecer publicada no al principio sino entre otras novelas de tono muy diferentes.

Cubierta de 'Pequeño teatro'

Austral (2010). 288 páginas

Pequeño teatro

Ana María Matute

No voy a defender que sea su mejor novela, pero sí que goza de las fortalezas de una ópera prima adolescente: frescura, ingenuidad, transparencia. La novelista se ajustó pronto al gusto literario de la época, el realismo social, pero esta fábula lírica de marionetas muestra a la autora más esencial y auténtica. De hecho, en su segundo periodo narrativo, ya poco necesitada de validación, volverá al relato fantástico con novelas tan intensas como El olvidado rey Gudú o Aranmanoth.

Esta historia tiene lugar en el pueblo vasco de Oiquixa. El novelista John Gardner decía que solo había dos grandes relatos: una persona se va de viaje o un extranjero llega a la ciudad. Aquí estamos en el segundo caso, pues narra la llegada de un extraño personaje, Marco, que llega al tradicional pueblo con sus aires cosmopolitas, los misterios en su vida pasada y una actitud aristocrática con la que consigue sorprender y encandilar a las grandes familias. Pero el interés del extranjero no está en la flor y nata, sino en el barro y solo frecuentará a las dos figuras más marginales de Oiquixa, Ilé Eroriak, un niño callejero y borracho, y Zazu, la hija del hombre más poderoso del pueblo, que a pesar de su condición privilegiada vive aislada en un mundo interior infranqueable.

La historia tiene algo de Los intereses creados, pero si en la obra de Benavente los personajes de la Commedia dell’Arte (Arlequín, Colombina y Pierrot disfrazados de seres humanos) se mostraban en su faceta más festiva y luminosa, aquí despliegan sus nocturnas caras, su lado más poético, melancólico y trágico. El título del libro, Pequeño teatro, hace referencia al teatrillo de marionetas que el anciano Anderea regenta en lo alto del barrio portuario. El lugar donde enhebra historias fantásticas para regocijo de sus habitantes, que no sospechan que aquel anciano no solo teje ficciones, sino que, como un Unamuno personaje en Niebla, ejerce de director de escena en ese otro Gran teatro del Mundo que nos interpretó Calderón.

Las referencias literarias de esta aspirante a escritora de diecisiete años trascienden las lecturas infantiles y muestran su conocimiento de lo cercano y lo lejano de la literatura española. Si nos mantenemos en los Siglos de Oro, no podemos obviar el gran teatro de marionetas cervantino, el retablo de Maese Pedro, y su mágica mirada quijotesca sobre aquellas figuras de madera que tan bien musicalizó Manuel de Falla para disfrute de la princesa de Polignac y luego de todos nosotros.

Ana María Matute es una niña de la guerra, y de ahí que en este año celebremos el centenario de su nacimiento. Sintió la herida fratricida demasiado joven, y eso le permitió mirar a lo que hubo antes con ojos inocentes. No solo vemos la lectura atenta de Jacinto Benavente en este libro: la lírica azul de Rubén Darío empapa melancólicamente el estilo y la fuerza imaginativa de García Lorca lo tiñe de pasional oscuridad.

Ana María Matute escribió muchos más libros, más maduros por fuerza. Pero si los centenarios ayudan a recuperar y reinterpretar la obra de nuestras mejores plumas más allá de modas y tendencias temporales, leer esta novela nos va a dar las claves para entender su universo narrativo, uno de los más originales, afirmo sin dudarlo, de nuestra literatura patria.

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