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28 de abril de 2024

El grupo Izal durante su concierto en Madrid

El grupo Izal durante su concierto en MadridEFE

Izal entona un réquiem festivo en Madrid antes de su gran «pausa»

Como cierre de una gira que llevaba además por nombre «Hogar», el mismo de su quinto y último disco de estudio, no había lugar más procedente para la eventual despedida que Madrid, la ciudad que vio nacer a esta banda

Como el título de uno de sus más famosos temas, Izal entra este fin de semana en pausa, un parón «indefinido» de esos que a veces anuncian las bandas que nunca vuelven, razón de más para atraer entre esta noche a más de 30.000 personas a dos conciertos que podrían ser históricos.
Como cierre de una gira que llevaba además por nombre «Hogar», el mismo de su quinto y último disco de estudio, no había lugar más procedente para la eventual despedida que Madrid, la ciudad que vio nacer a esta banda, y el espacio que en el pasado los confirmó como uno de los principales espadas del indie español, el Wizink Center.
El grupo Izal, durante su concierto en Madrid

El grupo Izal, durante su concierto en MadridEFE

Y así lo ha reconocido hoy el propio Mikel Izal al micrófono: «Muchas gracias no solo por llenar esta noche sino porque en esta ciudad nos habéis hecho sentir siempre familia y hogar».
Con el aforo máximo y completo, los cinco integrantes del grupo han realizado un repaso equilibrado por todos los discos de su carrera que habrá hecho felices a los seguidores que están con ellos desde sus inicios en 2012 con Magia y efectos especiales.
Entre las dos docenas de cortes no han faltado imprescindibles como Copacabana, El baile, el citado Pausa justo antes de los bises o el broche definitivo con La mujer de verde, pero tampoco otros que, vistos juntos en modo panorámico, pareciera que hubiesen sido escritos para este momento: Prólogo, Despedida, He vuelto o el reciente Meiuqèr, que no es sino el reverso de Réquiem.
El grupo Izal, durante su concierto en Madrid

El grupo Izal, durante su concierto en MadridEFE

No ha habido mucho de elegía en estas dos horas de concierto, vividas más bien como una fiesta desde que han saltado a las tablas Mikel Izal (vocalista, compositor, guitarra), Emanuel Pérez «Gato» (bajo), Alejandro Jordá (batería y percusión), Alberto Pérez (guitarra, Lap Steel) e Iván Mella (piano, teclados, sintetizadores).
Justo antes, la realización mostraba en blanco y negro en las pantallas del recinto su corrillo previo y el paseo triunfal hacia el escenario, como subrayando el valor documental de una ocasión histórica.
Buen comienzo que han apuntalado aún más con ese bar de carretera y neones que es Copacabana, las palmas de los congregados haciendo las veces de las baquetas y sus coros apasionados ante uno de los estribillos más emblemáticos del grupo: «Es un parpadeo, un rápido destello, un rayo de sol que deja ciego».
El grupo Izal, durante su concierto en Madrid

El grupo Izal, durante su concierto en MadridEFE

«Es la despedida soñada par una banda a la que le han pasado tantas cosas soñadas», ha señalado entonces el vocalista vasco antes de bajar pulsaciones con Meiuqer prendido al ukelele.
Con Los seres que me llenan han tenido un gracioso homenaje para la figura del «acompañante», el «que no se sabe ni una canción de Izal» pero que acude en amparo de su pareja y, de rondón, ayuda a dejar pelada la taquilla; también, justo antes de tocar Agujeros de gusano, para todos aquellos que mediante el micromecenazgo ayudaron a sufragar los dos primeros álbumes de una formación que desde entonces se mantuvo fiel a la independencia discográfica.
Aún ha habido tiempo para otros detalles para el recuerdo: Alberto Pérez al reconocer que estaba tocando una guitarra hecha por él mismo unas semanas antes.

El chute de energía

En términos estrictamente musicales, sin embargo, el concierto se había embarcado en todo este tramo central en una nebulosa algo densa que ha empezado a disiparse en busca de la energía del arranque con Pánico escénico y Autoterapia.
No ha habido más renuncias en la decena de salvas realizadas hasta el cierre, desde La increíble historia del hombre que podía volar pero no sabía cómo, pasando por Magia y efectos especiales (dedicada a su mánager, Manuel Notario) hasta el festivalero El baile, con el que ha desfilado por el escenario incluso un inflable de T-Rex.
Solo Pausa ha impuesto entonces algo de ese ídem, un reposo momentáneo, iluminado de manera apabullante y con un final eléctrico, catártico e in crescendo que ha estado entre lo mejor del show, rematado después con una bajada a pie de pista con Qué bien y, por último, con un hasta luego (o un hasta siempre) al primer gran éxito de su carrera, La mujer de verde.
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