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16 de mayo de 2024

José Manuel Soto durante un concierto

José Manuel Soto durante un conciertoGTRES

José Manuel Soto y la censura artística por opinar

La separación entre el arte y la ideología solo parece ser «homologable» en opiniones de izquierdas, incluso cuando quien cancela es la derecha

Bormujos, localidad de Sevilla donde gobierna el PP junto a Vox, y Villacarrillo, en Jaén, que cuenta con mayoría absoluta de los populares, cancelaron las actuaciones de José Manuel Soto después de que el cantante insultara a Pedro Sánchez y a sus votantes en redes sociales: «Voy a aprovechar este momento de sosiego veraniego junto al mar para hacer uso de mi libertad de expresión y cagarme en Sánchez Castejón, en su puta madre y en los millones de hijos de la gran punta que están de acuerdo con que España esté en manos de sus peores enemigos, que os jodan», escribió.

El caso de Rubianes

¿Qué habría pasado si en vez de José Manuel Soto, artista conocido por sus manifestaciones públicas en redes sociales de tendencia conservadora, hubiese sido otro artista de ideología contraria el que hubiera proferido los insultos? Existe alguna respuesta no hipotética. En 2006, el actor Pepe Rubianes dijo en la televisión pública (TV3), en horario de máxima audiencia: «Ojalá se vayan a tomar por culo estos españoles, ojalá les exploten los cojones», entre otros exabruptos.
Hubo quejas por parte de personas y asociaciones, pero ninguna censura de autoridades o estamentos. Las querellas de una asociación y de un particular fueron archivadas por un juzgado de Instrucción de Barcelona, a punto de iniciarse el juicio oral, tras el cambio repentino de la titular de la sala, que exculpó al actor del delito de injurias. La jueza, en su resolución, escribió: «Una manifestación oral de escasos 30 segundos, absolutamente espontánea y que, en cuanto a su contenido y contexto, forma parte de la propia idiosincrasia de su emisor (no en vano la propia acusación se refiere a su notoria fama de bufón...)».
Tras conocerse el fallo, Rubianes, quien también insultó al entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, afirmó: «Me cayó encima la España negra, boicotearon mis actuaciones y el PP ha hecho toda la oposición imaginable a mis espectáculos..., aquí han pasado cosas surrealistas».
Aquella «España negra» de 2006 es la «ultraderecha» de 2023. El relato por el que los votos de los españoles pueden hacer posible el rechazo a un partido democrático como Vox y la bienvenida, de nuevo, a los herederos de ETA, los golpistas y los independentistas que quieren destruir España: «La puta España», que dijo Rubianes, al que ningún gobierno canceló su espectáculo Lorca somos todos, que trataba, precisamente, sobre la libertad de expresión.
A Rubianes, que fue denunciado por particulares, ningún Gobierno le canceló sus actuaciones y un juzgado le exculpó. A José Manuel Soto dos gobiernos (de supuesta ideología afín) le han cancelado sus conciertos, pese a que ni siquiera nadie presentó denuncia alguna. No solo la cacareada y atroz desjudicialización promovida por la izquierda (y ejercida asombrosamente por la derecha) está aquí, sino que además el artista en cuestión ha pedido perdón (es de suponer que para no perder más contratos), mientras que Rubianes no solo nunca se retractó, sino que sacó pecho de sus insultos en un ámbito inequívocamente favorable.
Cuando la obra de Rubianes se estrenó, el entonces coordinador de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, dijo: «Es una obra de denuncia de una España negra que quiere limitar la libertad de expresión. Las obras de arte son independientes de las opiniones de sus creadores. No comparto las declaraciones de Rubianes pero lo importante es su obra». «Lo importante es su obra», dijo entonces un líder destacado de la izquierda. Hasta el momento no se ha escuchado a ningún líder destacado de la izquierda actual decir que no comparte la declaraciones de Soto, pero que «lo importante son sus conciertos».
Una postura que sí han mantenido en esta ocasión conocidos artistas de izquierdas (que nunca han tenido que pedir perdón, al contrario, por nada) como Juan Diego Botto o Ismael Serrano, quienes han escrito que nadie debería ser censurado, en referencia a Soto, por expresar sus opiniones.
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