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26 de abril de 2024

El Red Bull de Verstappen durante la carrera en Bakú

El Red Bull de Verstappen durante la carrera en BakúAFP

Alonso termina séptimo tras el desastre de Sainz y Ferrari y la victoria de Verstappen y Red Bull

El campeón de mundo afianza el liderato del Mundial seguido por su compañero Pérez. El madrileño de Ferrari continúa quinto, pero el tercer puesto de Russell le aleja de la cuarta plaza

Con sorprendente facilidad, Sergio Pérez aprovechaba el incomprensible lado bueno del segundo lugar de la parrilla para casi emparejarse a Leclerc antes de la curva, achucharle y colarse por dentro. La frenada del monegasco, superado, el humo de los frenos eran los humos de su enfado.
Pérez va como tomando el mando poniéndole una cortina a su compañero Verstappen y distancia a los Ferrari. Era un poco decepcionantes esas distancias tan tempranas. El mexicano destacado y Sainz retrasado. En el medio el holandés apretaba la segunda plaza de Leclerc, cuya pequeña exhibición el sábado se estaba quedando en poca cosa.
Aunque no tanto como la salida de pista del madrileño por un problema mecánico en la novena vuelta que lo sacó de la carrera. Bandera amarilla y decepción máxima. Cierto aire de cenizo ya para un piloto con trazas de ganador. Su compañero entraba para poner neumático duro y jugar al póker. Fue lenta la parada. Los Red Bull volaban.
La mitad de los coches habían parado y la otra mitad no. Sin hacerlo, Alonso rodaba quinto. Leclerc se acercaba a los toros rojos que planeaban ya la entrada a toriles, pero, mientras tanto, maniobraban para que Max se pusiese por delante de Checo. Eso pareció, pero las ruedas del de Guadalajara estaban listas.
En un par de vueltas se quedó muy atrás con Leclerc casi en el retrovisor. Mala decisión aguantar, aunque la rapidez de la degradación había sorprendido a más de uno. No tanto al ir sabiendo que todos los que no habían parado tenían problemas. Hamilton le dio una buena pasada a Ocon después de unas cuantas vueltas desesperadas tras él. Ocon no es Alonso.
Y en Alonso las estrategias son casi una maldición desde aquella vez en Abu Dhabi con Ferrari: cuando salió se puso el 16º. Ferrari, precisamente, estaba K.O. Cuando iba líder a Leclerc se le rompió el motor para un cero patatero del cavallino en Azerbaiyán. Ancha era Bakú para Red Bull, que ya «solo» tenía que defender el resultado.
Del 16º al 11º pasaba Alonso. George Russell es como Raúl González: siempre atento. Ahora, con todo el lío, ya estaba tercero otra vez. A Ocon le volvían a pasar, esta vez Vettel, por fuera y hacia dentro. Hamilton escalaba: quinto. Adelantaba a Ricciardo que buscaba el milagro de una única parada, como Ocon, al que pasaba también Alonso, ya 9º.
Se quejaba por radio Hamilton de la espalda por el rebote. Coches como ateridos, temblones, doloridos y dolorosos. La imagen de la cámara del Mercedes era un poema: el casco del británico como una maraca y el ruido de los bajos chocando en el asfalto como una tortura. Avisaba la transmisión de que los coches que tenía el asturiano por delante, hasta Russell, tenían que parar y él no.

El mundo maravilloso de Red Bull

Estaba por verse, pero justo Magnussen se paró en un lado y con el coche virtual de seguridad empezaron a parar muchos coches. En el mundo maravilloso de Red Bull se sucedían las vueltas rápidas. Con 13 segundos de ventaja sobre Pérez, Verstappen empezó a perder medio por vuelta. Nada grave. Algo casi circunstancial como la cinta americana para arreglar el alerón de Tsunoda.
Mientras tanto Alonso ya era séptimo y el miedo se palpaba en el paseo de Verstappen, al que daban toda clase de instrucciones para que no forzara la máquina. Vettel, sexto, aguantaba la distancia con Fernando. Seis segundos sobre el español que parecían definitivos, pues el asturiano sofocó en la últimas vueltas el empujón de Ricciardo.
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