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17 de mayo de 2024

Guardiola felicita a Kroos tras sufrir la derrota en semifinales de la Champions contra el Real Madrid

Guardiola felicita a Kroos tras sufrir la derrota en semifinales de la Champions contra el Real MadridEFE

La Champions delata la necesidad imperiosa de la Superliga

La liga europea que lidera Florentino Pérez presentaría cada año y con seguridad los grandes duelos entre el Real Madrid, el PSG, el Chelsea y el City que solo hemos podido ver gracias a un sorteo

Inaudito, heroico, surrealista, paranormal. Los calificativos se agolpaban en el palco del Bernabéu entre los dirigentes de diferentes clubes y federaciones europeas. Nada más producirse la clasificación del Real Madrid para la final de la Copa de Europa, un directivo de un club inglés que se bajó de la Superliga por las presiones del gobierno británico, expuso con sinceridad que lo sucedido entre el conjunto blanco y el Manchester City, penúltimo capítulo de un proceso «anormal» nacido ante el PSG y consolidado frente al Chelsea, es un espectáculo que podría disfrutarse periódicamente si el Tribunal Europeo de Justicia permite la existencia de la Superliga liderada por Florentino Pérez. Ese club, grande, espera que la Unión Europea, en la que su país no cree, apruebe la libertad de mercado que autorice la existencia de una liga continental, ya sea dentro o fuera de la UEFA.
El colmo de la situación es que Aleksander Ceferin, máximo dirigente de la institución europea del fútbol, puede verse obligado el 28 de mayo a entregar el trofeo de la Champions a su mayor enemigo, el Real Madrid, que ha roto el mundo establecido del fútbol tradicional.
Esta Champions ha dado la razón al presidente del equipo español, que denuncia desde hace un año que la Copa de Europa es un torneo aburrido que solo tiene interés a partir de octavos de final si el bombo provoca enfrentamientos como los que hemos vivido entre el Real Madrid, el City, el Chelsea y el PSG, y los que el Villarreal ha protagonizado ante Liverpool y Bayern. Pero todos dependen de un sorteo.
En el palco del Bernabéu se reflexionaba desde voces muy diversas, después de la nueva gesta madridista, que estos espectáculos deberían ser periódicos y pueden serlo si la UEFA quiere. Varios representantes de clubes que se borraron provisionalmente de la Superliga por cobardía, reconocían en el estadio madridista que el futuro del fútbol son estos partidos surrealistas que Europa ha disfrutado en los cuatro últimos meses. Con todo respeto, los duelos entre el Liverpool y un Anderlecht venido a menos no interesan a 500 millones de europeos. Las batallas que hemos disfrutado entre los grandes clubes desde los octavos de final sí que han producido un interés enorme.
Esos grandes equipos del continente asumen que esa liga internacional llegará tarde o temprano, y Florentino Pérez ha vuelto a exponerles que ese campeonato podría comenzar en un año si todos abogan por él. El presidente madrileño les ha dicho que la pelota está en su propio tejado, no en otro, y sería compatible con las ligas nacionales. Que no miren para otro lado, porque la decisión es suya. Todos lo admiten, pero no lo dicen abiertamente por temor a la UEFA y a las federaciones de sus países.
El Real Madrid luchará el 28 de mayo por su decimocuarta Copa de Europa mientras espera que el Tribunal Europeo de Justicia se pronuncie. «Lo hará en septiembre», subraya el club español, que da la cara junto al Barcelona y la Juventus en esta guerra mientras el resto de equipos espera y desea también un veredicto positivo, pero tapaditos bajo el paraguas de la UEFA. Quieren que la revolución venga desde la propia Unión Europea, sin implicarse ellos directamente. Es lo fácil.
Para Ceferin sería un duro golpe entregar el trofeo de la Champions a Marcelo y Benzema dentro de tres semanas. El mejor equipo de Europa, el campeón de la UEFA, sería el líder de la revolución contra ese poder establecido. Pero el fútbol europeo camina hacia un cambio tan «paranormal» como lo presenciado en los tres últimos partidos continentales jugados en el Bernabéu. El Real Madrid no cree en meigas, pero haberlas haylas. José Manuel Otero Lastres, el ilustre gallego de la Junta directiva del club, es testigo de ello.

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