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02 de mayo de 2024

Nadal y Zverev se abrazan tras la lesión y retirada del alemán

Nadal y Zverev se abrazan tras la lesión y retirada del alemánAFP

Nadal alcanza su 14ª final en Roland Garros ante Zverev en otro partido épico con final trágico

Tras más de tres horas de partido y solo al comienzo de la muerte súbita del segundo set, como idea de la dimensión histórica del encuentro, Zverev se dobló el tobillo de forma espeluznante y tuvo que retirarse en silla de ruedas entre terribles gritos y lágrimas de dolor

La cubierta de la Philippe Chatrier tiene todo el aspecto de un toldo. Es un super toldo moderno que deja aberturas por donde entra el aire. Un poco de oxígeno para Nadal en la cerrazón donde Zverev iba a respirar mejor, aunque solo fuera para afrontar el partido antes de que todo se olvidara.
La pesadez de la lluvia retenida por fuera se metió por dentro de la pelota y el alemán empezó a sentirlo hasta remontar un 30-0 para hacerse con el primer juego al resto. No salían los golpes de Nadal en estas condiciones favorabilísimas para un Sascha con la confianza intacta de la victoria ante Alcaraz.

Zverev golpeaba a placer

Iba a empezar a brujulear el español para revertir el inicio terminante de un jugador nuevo que no daba opción. Tenía que empezar a hacer daño y lo hizo con un primer saque, pero luego siguió siendo un juguete fácil. La pelota no subía y Zverev la golpeaba a placer. Se agarraba a esa pista con el saque para irse al banco a pensar 1-2 abajo.
Guga Kuerten, el surfista de Florianópolis, ganador tres veces en París, se sentaba en su palco con su sonrisa atávica. El hombre que destronó a Sergi Bruguera, precisamente el entrenador de Zverev, gran posible motivo del más que notable cambio del teutón. Su servicio, como contra el murciano, seguido de su derecha y de su revés, marcaba el rumbo del partido.

Los liftados no son para la humedad como las bicicletas dijo Fernán Gómez que sí son para el verano

Tenía que notar Zverev la punzada de Nadal, pero no había manera de pincharle. Los liftados no son para la humedad como las bicicletas dijo Fernán Gómez que sí son para el verano. Ahora se metía Nadal en el partido resolviendo su saque. Era un reto mantenerlo, mantener que lo podía mantener con solvencia, pero el auténtico reto era el resto.
La pista era del alemán. Una Philippe Chatrier casi desconocida para el campeonísimo sin el sol, con la oscuridad y un tipo de juego de pista dura donde Nadal apenas podía sobrevivir esperando que la bola le corriera bajo la toldilla gigante. Recurría a la picaresca para no permitirle golpear con libertad.
Nadal golpea de revés

Nadal golpea de revésAFP

El saque y la volea, el cortado, la variación de las direcciones contra un Zverev a piñón fijo que casi podía hacerlo perfecto al servicio. Sin el ritmo el alemán se aturullaba, perdía la orientación, pero cómo hacerlo ante un poderoso rival perfectamente ubicado. Nadal sabía, a pesar de la dificultad. Era como si le mordisquease las pantorrillas.
No podía comérselo, más bien era el comido, así que el español atacaba por los bajos para empezar a aparecer en la superficie. Pudo tener la rotura en el punto más largo del partido, pero falló en la derecha invertida final. No pasaba nada. Lo decía su cara. La raqueta de Zverev se le escurrió de las manos en el remate y otra vez estaba ahí Nadal, esta vez de verdad: el 4-4 y casi la paciencia invisible.

El martillo de gemas de Nadal

Había empatado el partido Nadal con el martillo de gemas y la inteligencia de Andy Dufresne y su poster de Raquel Welch. Le estaba robando el ritmo Nadal, pero no acababa de quedárselo. Apuró con el saque al centro para el 5-4 y con el siguiente lo sacó. Había sido una remontada similar, por el momento, a la del cuarto set contra Djokovic. Un delicado picapedrero físico y mental.
Un artesano que construye gestas. Pero había que concluir esta. Tuvo Nadal los dos primeros al resto de los que obtuvo uno tras írsele al pasillo el revés cruzado. Estaba consiguiendo poner restos largos, la piedra filosofal del primer set y quizá del partido, para no dejarle conectar ese revés definitivo con arco. Tras la doble falta el alemán se la jugó en la red con audacia, pero luego Nadal le pilló con el resto alto y largo y el paralelo de yunque.

Jugaba sin miedo y fallaba el alemán para la increíble pelota del partido que salvó Sascha con un saquetazo

Jugaba sin miedo y fallaba el alemán para la increíble pelota del partido que salvó Sascha con un saquetazo. Luego falló Nadal tras un gran resto un revés cruzado que dolió. También a Zverev la siguiente doble que devolvió el deuce. Había encontrado Nadal la manera de situarse. La distancia. Terminaba fallando el alemán en el ataque constante.
Pero el servicio le volvía a salvar, como la porfía al impresionante Nadal. Era la tercera bola de set y la tercera vez que no conseguía el mallorquín restar para ganar. Deuce. Ahora sí era la ventaja para el sacador. Y otra vez Nadal lo salvaba avasallándole en la red y luego fallando un remate claro, lejano, con Zverev en medio, quien conseguía mantenerse en el set.
Zverev golpea de derecha

Zverev golpea de derechaAFP

Eso fue el impulso para volver al principio de todo. 0-30. La dejada vertiginosa sobre la flecha casi fue una temeridad. De nuevo lo hizo para el 30-30. Tenía que parar el metrónomo. Lo sabía, pero le cazó el revés cortado con un cruzado agachándose para la pelota de rotura. Cómo la salvó Nadal mandándola de saque casi a la grada lateral.
Volvía a golpear como una bestia el alemán. Bola de rotura y menudo saque y volea de Nadal a la remanguillé buscada. Una volea cortada, extraña, que descolocó a Sascha para el deuce. La ventaja la conseguía el español con segundo saque con truco que dejó su rival en la red. Después lo incitó con una bola alta a romper la pelota y otra vez no pasó la malla. La última pelota del duodécimo juego dio en la cinta y supuso la muerte súbita.

El rostro de urgencia

Sudaba Nadal con la ropa completamente empapada. Fallaba en el remate de su segundo set, largo, pero a pesar de ello le pasó Nadal. Era la mini rotura que no duró mucho pues no pudo cambiar la derecha invertida. 2-2 y luego el mini break que se iba para Zverev. Lo dominó en el peloteo al saque y confirmó la pequeña rotura. 2-4 el alemán. Y 2-5. El rostro de urgencia en Nadal que se caía 2-6. 3-6 con el ace. 4-6 con el error de volea de Zverev y 5-6 llegando Nadal desde el otro lado al revés asesino de su contrario para pasarlo en carrera.
Otra bola de set para Zverev al resto. Fallaba el primer saque y se escuchaban los latidos de los corazones del público. Lo sacó. Lo sacó. Eran cuatro bolas de set levantadas para el 6-6 con la dejada que dejó a Zverev en tierra de nadie para fallar el remate de revés por alto. Se la jugaba Nadal con el segundo saque y se fue desde fuera a dentro con el paralelo con una valentía mitológica. Cuánta grandeza.

Lo desarboló Nadal a golpes incomprensibles y luego fue Zverev el desarbolador

Salvó el set enviando la pelota a la línea doblando el alemán sus patas de flamenco. Lo desarboló Nadal a golpes incomprensibles y luego fue Zverev el desarbolador. No se podía soportar la tensión: 8-8. Lo atraía tras el saque Nadal a Zverev. 9-8, pasándolo en la red, No llegando el alemán a superar el obstáculo.
En la bola de set millonésima se le quedó franco el remate al alemán en el medio de la pista, pero lo tiró al lado de Nadal, que lo pasó por debajo y por la parte corta para ganar probablemente el set más largo de la historia y conseguir otra proeza, otra y otra más, en la colección, en el tesoro de pirata del mallorquín.
Nadal golpea de volea

Nadal golpea de voleaAFP

Al inicio del segundo set rompió el servicio de su rival, casi desriñonándolo en la estratosfera de cualquier ritmo. Al servicio lo llevaba Nadal al alemán de un lado a otro esta vez con la pista ya en su poder. Había que tener ahí cuidado donde el ritmo, como en casi todo, era la clave. En este caso no ponerlo. Golpes inverosímiles, más bien hallazgos, se sacaba el español del bolsillo. Pero Zverev alcanzaba el deuce y luego la ventaja y luego el juego para volver al partido.
Remiraba el español y se golpeaba el muslo por la oportunidad perdida. Y a la siguiente no rehuía la pelea que antes ganaba siempre el alemán. El revés cruzado, por dos veces, lo puso 0-30. Lo machacaba a golpetazos, pero el tercero se le fue largo. Y el cuarto, con tiempo para pensar, Zverev colocó en la esquina una derecha paralela para el 30-30. Luego lo intentó en el duelo de flojeras, de temple. Se le fue al alemán que salvó la bola de rotura.

La caída de Don Draper

Intentó el saque/volea el sacador y no llegó a dejarla muerta tras el resto de Nadal. Lo siguiente fue la caída de Don Draper en los títulos de crédito de Mad Men, pero en vez de el protagonista quienes caían eran los espectadores. Lo ganó Nadal tras el mínimo desmoronamiento con el revés fuera de Zverev por un milímetro.
La lucha continuaba, pero Nadal fallaba rápido para caer 15-40, largo, precipitado, ¿cansado? Volvió la igualdad. No lo parecía, cansado. Cambió la raqueta después de enfadarse por no haberlo hecho antes. En el quinto juego desestabilizó a Zverev desde el fondo de la pista para el 30-30 y luego el alemán se fue largo. Lo arregló con un cruzado a la línea hasta que volvió la egalité.

En el sexto Nadal decidió volear. La primera de arriba abajo, la segunda de abajo arriba

Había dejado de golpear salvajemente Zverev salvo en el servicio. Estaban jugando al póker. El alemán se había djokoviczado en busca del primer servicio de todo el set. Lo consiguió a pesar de la tremenda dificultad en que le puso Nadal. Era el 2-3. En el sexto Nadal decidió volear. La primera de arriba abajo, la segunda de abajo arriba, yendo a recoger la pelota casi a la silla del árbitro.
La dejada para el 40-15 con el alemán en Alemania. Hasta que llegaron los fallos y la ventaja para Zverev. Sienna Miller sufría por Nadal y el español la salvó con la derecha que no acababa de salir, pero salió. Resonó el bárbaro gañido de Walt Whitman. Pero Zverev le volvía a pillar con el revés paralelo a la esquina, no fuerte, ni flojo, simplemente puesto en el lugar exacto. A la tercera le cogía el servicio por completo en todo el set: 2-4. Y del 2-4 al 3-4, que volvía a recuperar el servicio sin saberse cómo, aparte de por una doble falta de Zverev para certificar su pérdida.
Zverev golpea de revés

Zverev golpea de revésAFP

Sólo Zverev había ganado su servicio. Trataba de hacerlo Nadal en el octavo, pero le costaba. Se le fue larga la aproximación en la volea y Zverev le pilló en paralelo. Luego falló el remate y fue casi el horror porque lo tenía y terminó acabándolo en la red. Seguía sin ganar el servicio. Solo uno había ganado el alemán, que es el que le servía. Y servía también para ganar el segundo set. Pero no pudo.
Tres dobles faltas le ayudaron a Nadal y le daban una nueva oportunidad para ganar el servicio y empatar el set. Esta vez tenía que ganarlo sin remisión. No empezaba bien la cosa con el 0-30. El fallo y la doble. Era una maldición. La maldición del servicio en el segundo set de la semifinal de Roland Garros 2022, se llamaba la película.
Nadal acompaña a Zverev en su vuelta a la pista en muletas

Nadal acompaña a Zverev en su vuelta a la pista en muletasAFP

Ponía el 15 un Rafael valiente en la red y luego la mandaba lejos Zverev, desfondado, para el 30-30. La dejada la cogió Sascha y el remate al globo lo sacaba fuera el alemán para la ventaja de Nadal, que al fin terminó el juego en la red con la volea cortada: 5-5. Otra vez había remontado Nadal. Se lanzaba el español con 30-30 al resto, pero le borró la línea de fondo Zverev, que luego cortó la herida para garantizarse la muerte súbita.
¿El mejor partido de la historia? ¿Por qué no? Tres horas y ni siquiera dos sets bajo una bruma de reverberación. Sacaba Nadal para salvarse por poco tiempo. Servir era como volar en un caza invertido. Servir, restar, pensar.

El horror

No lograba cerrar bien los puntos Nadal en la red y Zverev los cogía como el toro, que, Dios mío. Gritaba. Gritaba de dolor. El horror. Zverev gritaba por el tobillo, tendido en el suelo, que se le había doblado de forma espeluznante en forma de «L» y salía en silla de ruedas sin poder apoyar el pie. Salió después en muletas, descalzo y Nadal lo abrazó. Se retiró levantando uno de sus apoyos para despedirse del público en medio de la tristeza y el heroísmo.
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