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28 de abril de 2024

Novak Djokovic, durante la final de Wimbledon

Novak Djokovic, durante la final de WimbledonAFP

¿Por qué cae tan mal Djokovic?: El villano que necesita el tenis

Todas las grandes historias necesitas un villano y lo vivido en el tenis durante los últimos 20 años no es una excepción. Roger Federer llegó el primero a una fiesta a la que después se uniría Rafa Nadal, formando así una rivalidad que ha marcado una época y en la que Novak Djokovic apareció como invitado inesperado.
Durante los primeros años de esta rivalidad, es decir, hasta el 2010, Djokovic parecía el tercero en discordia, con tenis para arrebatar algún que otro trofeo a Nadal y Federer, pero sin contar con el talento del suizo ni la garra del español, por lo que no se le veía candidato a repartirse con ellos el pastel. En cambio, los planes del balcánico siempre fueron distintos y poco a poco fue haciéndose un hueco entre los dos grandes del deporte rey de la raqueta.
Esto pilló un poco por sorpresa a la mayoría de aficionados, que estaban disfrutando de lo lindo con las finales entre Federer y Nadal y no querían que llegara otro jugador a privarles de estos encuentros. Además, la forma de ser de Nole nunca convenció al mundo del tenis, ya que sus constantes enfrentamientos con el público, su comportamiento en la pista y sus polémicas declaraciones fuera de ella sobre algunos temas políticos, provocaron que parte los aficionados tenis no pudieran ni verlo.
Por eso, cada vez que ha jugado contra Nadal o Federer el público se ha decantado por ellos antes que por él, algo que nunca le ha sentado bien. Es más, Djokovic estuvo durante años intentando mejorar su imagen entre los aficionados con numerosos gestos en la pista y también fuera de ella, parándose constantemente a hacerse fotos y firmar autógrafos.
Novak Djokovic, en una exhibición en Montecarlo

Novak Djokovic, en una exhibición en MontecarloGTRES

El serbio también optó por participar en numerosas exhibiciones y acercarse mucho al público, en especial al de los torneos que tampoco habían mostrado una gran predilección ni por Federer ni por Nadal. Por eso, Nole ha llevado siempre la contraria a los otros dos miembros del Big 3 y se ha ganado la fama de villano, pues comprendió, que era la única forma que tenía para ganar seguidores.
Djokovic, sin pretenderlo en un principio, se ganó el cariño de quienes no se veían representados ni por Federer ni por Nadal y, por supuesto, también el de toda Serbia, donde es el mayor ídolo deportivo. Para Nole, que siempre pidió el cariño de toda la gente, esto no fue nada sencillo, pero fue la única manera de tener un buen número de seguidores, aunque mucho menores que los de sus grandes rivales.

La vacuna fue su puntilla

Antes de 2022 Djokovic era poco querido, pero la gente lo tenía ya aceptado e incluso en algunos momentos le habían reconocido todo lo conseguido, en especial, en la final del US Open 2021, cuando perdió intentando conseguir el Grand Slam –ganar los cuatro majors en el mismo años–. Allí, el balcánico se llevó una enorme ovación que terminó emocionándole.
Sin embargo, su negativa a vacunarse y todo lo que ocurrió en Australia en el mes de enero de 2022 volvió a resucitar estos sentimientos de escasa simpatía que le provoca a la mayoría de aficionados. La forma en la que Nole afrontó su decisión de no ponerse la vacuna contra la Covid-19, los mensajes antivacunas de su padre y la manera en la que fue expulsado del país oceánico volvió a ponerlo en boca de todos, por el hecho de querer competir sin cumplir las normas.

Muy querido dentro del circuito

En cambio, a diferencia de lo que ocurre entre los aficionados, Djokovic es sin duda el jugador más valorado por el resto de competidores. El hecho de que Nole montara su propia asociación de jugadores (donde por ejemplo está metida Paula Badosa) y que haya exigido siempre mejores premios económicos para los tenistas de bajo ranking, hace que el balcánico sea muy apreciado por la mayoría del circuito.
De hecho, fueron muchos los jugadores que salieron en su defensa tras lo ocurrido en Australia, como por ejemplo John Isner, Nick Kyrgios o John Millman, los dos últimos australianos y que consideraron que fue tratado injustamente.
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