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27 de abril de 2024

Un empleado verifica la presión en la tubería que transporta gas natural ruso desde Ucrania

Un empleado verifica la presión en la tubería que transporta gas natural ruso desde Ucrania©GTRESONLINE

Crisis Rusia-Ucrania

Uno de cada cuatro hogares europeos se calienta con el gas que cruza por Ucrania

Un corte de suministro condenaría a media Europa a un invierno sin calefacción. En 2009, Putin cerró el paso del gas en Ucrania dejando sin servicio a 18 países

La tensión que este martes se respira en la frontera entre Rusia y Ucrania no es casual. A pesar de que la crisis geopolítica entre ambos países lleva años latente, la tormenta energética que lleva meses azotando a la Unión Europea y el freno que Alemania puso en noviembre a Nord Stream 2 –el gasoducto que permite transportar gas de Rusia a Europa sin pasar por terceros países– han provocado que Vladimir Putin necesite asegurarse el control de lo que ocurra en Ucrania.
La Unión Europea es uno de los principales clientes de Gazprom. El gigante energético ruso –dominado por el Kremlin– vende un 35 % de su gas a países europeos, y Ucrania tiene la llave. En concreto, uno de cada cuatro hogares del Viejo Continente se calienta gracias al gas ruso que transita por el país de Europa del Este al que ahora amenaza la sombra del Kremlin.
Dos gasoductos sobre los que depende uno de los pilares de la economía rusa. En 2021, Gazprom extrajo 514.800 millones de metros cúbicos de gas y ganó –solo hasta septiembre del año pasado– 20.674 millones de dólares. Se trata de la joya de la corona rusa, que durante los últimos años ha tratado de buscar una vía de escape a su relación de dependencia mutua con Europa.
A lo largo de 2021, el gigante energético ha comenzado a buscar en China una alternativa que reduzca su exposición a la Unión Europea y minimice el peaje ucraniano de sus gasoductos. El pasado mes de mayo, la compañía firmó un acuerdo de colaboración con el gigante asiático. En una mesa –y ante la atenta mirada de Vladimir Putin y el presidente chino, Xi Jinping– el «responsable» de Gazprom, Alexey Miller, y el presidente de la Corporación Nacional de Petróleo de China, Zhou Jiping, firmaban un acuerdo por el que Pekín se comprometió a comprar gas ruso durante los próximo 30 años.
Vladimir Putin y Xi Jinping supervisan la firma del acuerdo del gas entre Rusia y China

Vladimir Putin y Xi Jinping supervisan la firma del acuerdo del gas entre Rusia y China©GTRESONLINE

De hecho, Rusia ha utilizado esa relación comercial como arma geopolítica para tratar de desestabilizar a Bruselas, priorizando el suministro a China a través del gasoducto Power of Siberia, al envío de gas a Europa.

Putin ya cortó el suministro a Europa

«No es una novedad que Rusia utilice el gas como arma política», asegura Gonzalo Escribano, director del Programa de Energía y Clima del Real Instituto Elcano.
De hecho, Vladimir Putin ya cortó el suministro de gas a través de Ucrania, condenando a Europa a un invierno extremo en 2009. El cierre del grifo cometido por Rusia afectó a 18 países y evidenció –hace ya 13 años– la enorme dependencia del Viejo Continente sobre Moscú. Búlgaros, húngaros o rumanos sufrieron los peores efectos, pero también franceses, italianos, checos, austriacos o alemanes pagaron las consecuencias de la jugada del Kremlin.
Aquel frío hizo que Europa buscara maneras de independizarse de Putin. Hoy, 13 años después y a las puertas de una situación similar, el ‘plan b’ sigue siendo insuficiente. «No hay muchas alternativas al gas ruso», afirma Escribano. 
El gas natural licuado (GNL), procedente de Estados Unidos o de países como Qatar o Nigeria, se presenta como la única manera para paliar parte de esa dependencia rusa, que sigue siendo insuficiente. 
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