
Un trabajador consulta el móvil en pleno confinamiento en Madrid
Empleo
Los españoles a los que la pandemia obligó a reinventarse: «Me echaron después de 16 años»
A Guillermo y Carolina los despidieron cuando la covid latía con fuerza en España. Ambos cambiaron de profesión para comenzar un futuro muy diferente
Guillermo se vio en el paro, con 40 años, una niña y en plena pandemia. La crisis de la COVID-19 hizo estallar los cimientos de varios de los sectores que sustentan la economía española. Uno de los más afectados fue el turismo, que poco a poco –y a duras penas– trata de levantar el vuelo dos años después de una lluvia de restricciones consecuencia de las múltiples olas del virus. Guillermo trabajaba en una de esas agencias de viajes pequeñas y familiares, ahora en extinción.
«Me despidieron después de 16 años porque no quedaba más remedio, no había trabajo», explica Guillermo, quien se quedó en el paro en noviembre de 2020, pocos días después de que el Gobierno decretara el segundo estado de alarma que se alargaría hasta mayo del año siguiente.

Guillermo, dejó atrás el turismo para comenzar una carrera en la informática
No se lo pensó. Guillermo asumió que su sector estaba herido de muerte. Debía dar un giro y buscar una nueva profesión. «Tardé 15 días en darme cuenta de que tenía que reinventarme. Cuando empecé a ver la evolución de la pandemia me di cuenta de que no había marcha atrás. No me quedaba otra, tengo familia, una hija con síndrome de Down, y no podía abandonar mis obligaciones en ningún momento», confiesa.
Aun así, los primeros meses en desempleo fueron muy complicados. Como les ocurrió a muchos de los españoles que durante la pandemia se quedaron en el paro, el colapso que sufrió el Servicio Público de Empleo (SEPE) retrasó seis meses el cobro de su prestación por desempleo. «Lo único que eché en falta por parte del sector público es que me pagaran el paro a tiempo. Si no tienes los ingresos que te corresponden y tienes que reinventarte, es muy difícil tratar de volver al mercado laboral». Durante medio año Guillermo no tuvo capacidad de invertir en una formación con la que abrirse puertas.No me contestaron a ninguna solicitud de empleo
Lo mismo le ocurrió a Carolina. A ella la despidieron durante el verano de 2021. Trabajaba en una agencia de marketing que no aguantó el pulso a la pandemia. «Psicológicamente necesitaba tomarme el verano para resetear la cabeza», confiesa Carolina que reconoce que tardar tres meses en plantearse un cambio de profesión fue un error.
«A la vuelta de verano comencé a buscar trabajo como una loca, pero no salió ni una sola entrevista. Ni siquiera me contestaron ni uno de los emails y solicitudes de empleo que envié», lamenta. Cinco meses después –y sin haber cobrado aún ni un solo mes de paro– decidió presentarse a unas oposiciones.
Y mientras España atravesaba las turbulencias de la COVID-19, Guillermo y Carolina emprendieron un largo camino hacia una nueva profesión. «Siempre me ha gustado la informática, y decidí meterme a programador», cuenta Guillermo, que acudió a una academia (4Geeks Academy) para poner la primera piedra de su futuro.
Desde el inicio de la pandemia, el SEPE retrasó el pago del paro durante meses
Un año después de quedarse en paro ya estaba haciendo prácticas profesionales. «El periodo de adaptación fue muy duro. Tienes que cambiar el chip 180 grados, tuve que olvidarme de todo lo que sabía», dice antes de acordarse del apoyo que durante este tiempo le ha brindado su familia, «se lo agradezco porque tuve que echar diez horas diarias para conseguir ser programador».
Para Carolina tampoco fue fácil. En unos meses se presenta al primer examen para convertirse en personal de auxilio judicial. «Nunca me había imaginado trabajar en la Administración de Justicia, pero empecé a interesarme y me gustó la idea», dice. Con la llegada de la primera paga de la prestación por desempleo se apuntó a una academia para preparar la prueba con la que escapar del desempleo. Su nombre –de momento– sigue sumando en la lista de parados.