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17 de mayo de 2024

Entrevista a Ignacio Araluce - Foro Nuclear

Ignacio Araluce, presidente del Foro Nuclear.

Entrevista al presidente del Foro Nuclear

Ignacio Araluce: «Por primera vez en muchos años se ve un cambio de mentalidad positivo hacia la energía nuclear»

El portavoz de las empresas que invierten en esta fuente de energía explica cuáles son sus ventajas frente a las renovables. Lamenta la impuestos que sufren y sus dificultades para ser rentables

Ignacio Araluce es hijo de Juan María de Araluce, asesinado por ETA el 4 de octubre de 1976 cuando era presidente de la Diputación de Guipúzcoa. Ignacio estudió Físicas en San Sebastián, cursó después un máster en ingeniería nuclear y empezó a trabajar en el sector nuclear en 1979. Iberduero le había contratado para ir a la central de Lemóniz (Vizcaya), pero lo ocurrido con su padre descartaba la idea y unos años más tarde se dirigió a Almaraz (Cáceres). Allí dirigió la central nuclear entre los años 1988 y 2002. En 2005 se fue a Eslovaquia para continuar su trabajo. Durante diez años ha dirigido en París la Asociación Mundial de Operadores Nucleares (WANO en inglés), que revisa la seguridad y fiabilidad de todas las centrales nucleares del mundo. Desde el 23 de marzo de 2017 preside el Foro Nuclear, que aglutina a las principales empresas y centrales del sector en España.
–¿Por qué tiene la energía nuclear tan mala prensa?
–En general la gente teme lo que no comprende. Una de las cosas que no hemos contribuido a mejorar es la comunicación: explicar bien qué es la energía nuclear. Se teme lo desconocido. Si entras en un sitio y hay un fuego, lo temes, pero lo ves. La radiación no se ve. Eso le pasa a la energía nuclear. Nació con el estigma de la bomba nuclear de Hiroshima y Nagasaki. Se asoció la palabra nuclear con la guerra. La energía nuclear ha tenido ese estigma, pero últimamente, por primera vez en muchos años, veo un cambio de mentalidad hacia ella. Hasta hace año y medio solo se veía la parte negativa. Se empieza a ver la parte positiva.

En Fukushima murió una persona por la radiación. 21.000 lo hicieron por el tsunami

–¿Cómo ha sido esa evolución?
–En medio del maremágnum en el que estamos por la invasión de Ucrania, se ve que las centrales nucleares están ahí, y que siguen funcionando todas. Se entiende que Chernóbil era un caso muy singular. El diseño de sus reactores no tenía siquiera recinto de contención porque estaba pensado para abaratar. Era la época de la Unión Soviética. Los operadores de la central eran muy buenos, pero les obligaron a hacer una prueba que estaba fuera de los manuales. Después vino Fukushima. Fue un terremoto, un tsunami gigantesco. Las olas se elevaron 31 metros y la instalación resistió bien salvo una unidad, que fundió parte del núcleo. La radiación exterior fue muy importante, pero no tuvo unas consecuencias radiológicas terribles. Que yo conozca murió una persona por la radiación y 21.000 por el tsunami. Esta es la historia trágica de la energía nuclear, frente a sus ochenta años produciendo energía eléctrica de manera muy competitiva, sin causar ningún impacto. Ahora además se valora que no emite CO2. Tenemos una energía competitiva en precio, que no emite CO2 y que da una estabilidad tremenda: cuando las centrales nucleares recargan combustible, se ponen al 100 % de potencia, y así están durante dieciocho meses, funcionando todos los días. Somos la única tecnología que ha producido más del 20 % de la energía eléctrica española, consecutivamente, durante los últimos once años.

Somos la única tecnología que ha producido más del 20 % de la energía eléctrica española, consecutivamente, durante los últimos once años

–Pero quieren acabar con ella. ¿No se ha apostado lo suficiente?
–Alemania fue el país que realmente no apostó por la energía nuclear. Creo que fue el mayor error de la administración Merkel. Tenían 17 unidades y después de Fukushima decidieron parar todas. Alemania es el principal exponente de la paralización, pero España no. Las siete centrales que tenemos siguen en funcionamiento, aunque hay un horizonte temporal de funcionamiento. En el año 2027 parará la primera unidad, que es la central de Almaraz, y las demás lo harán consecutivamente, hasta el año 2035.
–¿Ve posible una marcha atrás y que continúen?
–La situación energética es totalmente diferente, pero tenemos un protocolo firmado desde el año 2019. Un Gobierno puede plantearse al menos que las circunstancias han cambiado.

A veces quieren enfrentarnos con las renovables, pero no estamos en guerra con nadie

–Las renovables están de moda y ustedes están demonizados. ¿Qué ventajas tiene frente a ellos?
–Nosotros no estamos en guerra con nadie. A veces quieren enfrentarnos, pero bienvenidas sean todas las tecnologías. Tienen sus ventajas y sus inconvenientes. La expectativa es que cuando vayas a encender una lámpara o un frigorífico funcione el 100 % del tiempo. ¿Qué ocurre con las renovables? Son maravillosas, pero, si no hay sol, el fotón no pega con el electrón y no tengo electricidad. Si no hay viento, no hay eólica. ¿Cómo ocupamos esos huecos? Si las renovables produjeran energía durante muchas horas y se pudiera almacenar, fenomenal, pero eso necesita un desarrollo. Mientras no se llegue a ese desarrollo, necesitamos otras fuentes de energía para cumplir la expectativa de suministro energético el 100 % del tiempo. En este sentido la nuclear es fundamental, porque está funcionando siempre, al 100 %, menos el tiempo de recarga del combustible, que está planificado y que se realiza un mes de cada dieciocho y se sabe cuándo se va a hacer. La mezcla de las renovables con la nuclear, de modo que la energía funcione siempre, parece lo más razonable.
–¿Qué papel está jugando y puede jugar la nuclear para abaratar la factura de la luz?
–En España y en Europa el suministro energético funciona con el mercado marginalista. Todos los días a las 12 se subasta la energía del día siguiente. Los consumidores representados por sus compañías suministradoras dicen cuánta energía necesitan para las siguientes veinticuatro horas y los productores la ofertan. La primera oferta que se admite es la más barata, y luego va subiendo el precio hasta que se cubre la demanda. El último precio que entra es el marginal, el más caro, y es el que se paga a todos los anteriores que han ofertado. La nuclear oferta energía todos los días a cero euros el megavatio/hora porque nosotros no tenemos flexibilidad para parar. No regulamos tan rápido: no podemos decir a las 10 producimos al 100 % y a las 12 paramos. Para estar seguros de que vamos a producir, ofertamos a precio cero todos los días. Si nosotros dejáramos de estar en esas ofertas, el más barato que entrara sería más caro de lo que éramos nosotros. Por tanto, si quitáramos la nuclear el precio sería mucho más caro de lo que es ahora. Estamos ayudando a que el precio sea más bajo. Se dice que el precio mayorista está a 300 euros el megavatio/hora, pero las centrales nucleares venden toda su producción eléctrica a un precio mucho más barato. Se piensa que todo el mundo está pagando su electricidad a 250-300 euros el megavatio/hora, pero hay muchos que están pagando mucho menos, porque si no esto sería una debacle. De hecho las nucleares estamos obligadas a vender nuestra energía a menos de 67 euros el megavatio/hora. El Gobierno sacó una ley de minoración del precio del gas por la cual no podemos vender por encima de ese precio.

¿Beneficios caídos del cielo? Estamos vendiendo la energía a menos de 67 euros por megavatio/hora y nuestros costes están entre 63 y 65 euros el megavatio/hora

–¿Qué opina de quienes les acusan de ganar beneficios caídos del cielo por la crisis?
–¿Pero qué beneficios caídos del cielo, si estamos vendiendo a menos de 67 euros el megavatio/hora? A eso hay que unir nuestros costes. Ya hemos transmitido al Gobierno en varias ocasiones que producir nos cuesta en torno a 63-65 euros el megavatio hora, y vendemos a 67. No hay márgenes. De esos costes, 17 euros son impuestos. No sé por qué a nosotros nos ponen muchos más impuestos que a los demás. Pagamos 8 euros por megavatio/hora a la Empresa Nacional de Residuos (Enresa) para costear el tratamiento de todos los residuos radiactivos y el desmantelamiento futuro de las centrales nucleares. Cuando paremos habremos pagado lo suficiente para desmantelar todo y hacer el tratamiento de residuos radiactivos. No hay ninguna otra fuente de energía que lo haga. Todos los años ponemos 500 millones de euros. La hucha ya acumula más de 6.000 millones y va a seguir creciendo. Pregunto continuamente por qué tenemos que pagar esos impuestos. Además, es increíble, no van sobre nuestros beneficios o nuestra facturación, sino sobre los megavatios que producimos.
–Así es difícil aguantar.
–Si el Gobierno decidiera que las nucleares funcionaran durante más tiempo, tecnológicamente podríamos hacerlo. Hay ejemplos de centrales en el mundo con licencia para operar durante sesenta años. ¿Qué nos pasa en España? La legislación dice que, para poder funcionar, las centrales nucleares tienen que pedir un permiso de explotación, que normalmente es por diez años. ¿Cómo puede alguien comprometerse a operar durante ese plazo sin saber si puede ser viable, con unos impuestos excesivos que suben cada año porque a alguien se le ocurre un nuevo impuesto? Tendrían además que asegurarnos un precio, como se ha hecho con las renovables, para saber que vamos a poder cubrir los gastos, las inversiones que tenemos que hacer, y tener una rentabilidad razonable. Podemos seguir funcionando, pero si nos bajan los impuestos y nos permiten un buen precio de venta de nuestra energía para que podamos ser rentables.
–La seguridad ha estado siempre entre los grandes temores cuando se habla de las centrales nucleares. ¿Cómo la ha visto evolucionar?
–Durante unos años dirigí en París la Asociación Mundial de Operadores Nucleares. Es una asociación privada de todos los operadores nucleares del mundo que se creó para mejorar la seguridad de las centrales nucleares. Los productores estamos asociados para mejorar la seguridad. Enviamos a todas las centrales un grupo de ingenieros para hacer lo que se llama revisiones entre iguales. Visitan las centrales y les dicen en qué pueden mejorar, también a partir de lo que han visto en otras centrales. Hay mucha exigencia en este terreno. En España se han invertido millones para mejorar la seguridad, y seguimos haciéndolo. Cada año destinamos unos 30 millones a cada unidad nuclear: 200 millones en total en las siete centrales que hay en España para mejorar la seguridad y mantenerse al día.

La seguridad en las centrales nucleares es muy superior a la que era antes, que ya era muy alta

–¿En qué se ha mejorado más?
–A raíz de Fukushima se ha avanzado mucho en la protección ante los potenciales daños producidos por fenómenos medioambientales. Se han instalado más generadores redundantes localizados en distintos sitios para que no afecte a todos un problema de orden meteorológico. Se han establecido sistemas para que, en el caso de que se pierda todo, inmediatamente haya grupos de repuesto centralizados que puedan llegar a la central, conectar y alimentar eléctricamente los sistemas. También se ha mejorado en la ventilación del recinto. Ha habido muchas mejoras. La seguridad de las centrales nucleares en estos momentos es muy superior a la que era antes, que ya era muy alta.

El riesgo de las centrales nucleares para los lugares donde se ubican es mínimo, y las ventajas son múltiples. Almaraz se ha convertido en el municipio más rico de su comunidad autónoma

–¿Suponen las centrales nucleares un riesgo para los lugares donde se instalan?
–Cualquier activo industrial tiene siempre un riesgo. Las centrales nucleares tienen riesgo, pero, es tal el grado de nivel tecnológico y de concienciación del riesgo, que realmente el riesgo asumido es mínimo. Hay un principio que se usa en todas las centrales nucleares: el de defensa de la profundidad. Implica que las centrales nucleares tienen muchos más sistemas de los necesarios para acometer sus funciones de seguridad. El riesgo de las centrales es mínimo, y las ventajas son múltiples. Viví 21 años en Navalmoral de la Mata, al lado de la central de Almaraz. Hace unos días contaban en El Periódico de Extremadura que Almaraz se ha convertido en el municipio con mayor renta per cápita de la comunidad autónoma, y Navalmoral de la Mata es el segundo. Se crea empleo porque en la central trabaja mucha gente, y además se genera mucho empleo inducido: suministradores, restaurantes... Se convierten en zonas muy dinámicas económicamente, pero también desde el punto de vista del conocimiento. Quienes trabajan allí tienen un nivel intelectual alto, que se traslada a quienes le rodean. Otros dirán que tienen residuos radiactivos. Como comentaba antes, ya pagamos todos los años para que cuando toque se los lleven.
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