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27 de abril de 2024

José María Rotellar

El problema del gasto desbordante de Sánchez

No se puede generar más gasto, y menos estructural, porque la economía española no soporta mucho más endeudamiento

Actualizada 04:30

No es la primera vez que me refiero al grave problema que tiene la economía española desde el punto de vista de gasto público, pero merece la pena insistir en ello porque es algo que pasa casi desapercibido aunque se mencione al no hacer el caso suficiente a los graves problemas que genera.
Ese gasto ha crecido muchísimo en los últimos cinco años, sobre un nivel ya elevado de por sí. Si mes tras mes vemos cómo la deuda la ha aumentado sin parar -en casi 350.000 millones de euros desde que Sánchez llegó al Gobierno- podemos comparar la situación con el presupuesto que él heredó en 2018 para comprobar cómo el gasto se ha disparado en los últimos cuatro años.
Así, en el techo de gasto no financiero de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), el gasto pasa de 119.834 millones de euros en 2018 a 198.221 millones en 2023.
Es decir, se ha incrementado en 78.387 millones de euros, puesto que el PIB nominal, en ese período, y si se cumplen las estimaciones de crecimiento del PIB en términos corrientes para 2023, habrá aumentado en 143.937 millones de euros en ese mismo período, con lo que de ese aumento del PIB, el incremento del gasto en los PGE supondrá un 54,46 % del mismo.
O lo que es lo mismo: de cada nuevo euro de actividad económica generada en España, 54,46 céntimos se habrán dedicado al gasto público de los PGE, sin contar el gasto del resto de administraciones.
Todo ello, lo hace en el marco de la suspensión de las reglas fiscales un año más, que está constituyendo un elemento negativo para la disciplina presupuestaria en el caso de que los gobiernos nacionales, como el del presidente Sánchez, incrementen el gasto sin medida, que está aumentando peligrosamente la deuda y dificultando su sostenibilidad, además de provocar un encarecimiento de su financiación, tanto por la subida de tipos que afecta a las nuevas emisiones -deuda nueva y refinanciaciones- como por el mayor diferencial que habrá que pagar por el mayor riesgo que supone el país al estar más endeudado -y que ya está pagando-, como hemos contado en anteriores artículos.
Eso hace que la deuda aumente sin cesar, como venimos viendo todos los meses, con casi 350.000 millones de euros más de endeudamiento desde que gobierna, que llegará a 400.000 millones en 2023, si las previsiones se cumplen, y que genera graves desequilibrios.
No se puede generar más gasto, y menos estructural, porque la economía española no soporta mucho más endeudamiento, pese al paraguas de la eurozona y del BCE, que, obviamente, no iban a dejar que España colapsase, pero que si España se endeudase tanto que pudiese suponer un riesgo para la estabilidad del euro, no dudarían en intervenirla e imponerle recortes muy duros, los cuales se pueden evitar si quienes gobiernan son responsables y sensatos.
España debe iniciar, a todos los niveles, un exhaustivo programa de ajustes y reformas profundas, dirigido por el diseño de una austeridad inteligente, que si la hacemos nosotros podrá permitir equilibrar las cuentas, crecer con fuerza, recuperar el empleo y salvar gastos esenciales, como las pensiones, pero que si, por no hacer las cosas bien y seguir aumentando el gasto, déficit y deuda, tiene que ser la Comisión Europea la que diga dónde ajustar, entonces sí que habrá recortes duros, por ser todavía peor la situación, en elementos muy sensibles.
No podemos gastarnos lo que no tenemos, porque, al hacerlo, estaremos comprometiendo nuestra prosperidad, nuestro futuro, nuestra fortaleza como economía. El nivel de confiscatoriedad en los impuestos es ya insoportable, pero aunque lo incrementasen más, apenas aumentaría la recaudación; más bien lo contrario: en el medio plazo caería con fuerza y dejaría al descubierto todo el gasto que no puede ser financiado, pudiendo generar un colapso importante de impagos.
Sólo el gasto necesario, nada estructural adicional, eliminar trabas, no subir los impuestos de manera neta y llevar a cabo un control riguroso para que no se gaste ni un céntimo más de lo que se necesite. Eso es lo que hay que hacer si queremos mantener nuestra economía a flote en el medio y largo plazo. Frente al gasto infinito, los impuestos confiscatorios, el déficit recurrente, la deuda exponencial y el estancamiento económico y paro elevado, la opción eficiente es el rigor presupuestario, que permitirá generar el marco económico adecuado para una fuerte recuperación.
  • José María Rotellar es profesor y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria
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