Fundado en 1910
José Fernández

José Fernández, destacado a la derecha, durante la firma de creación de Cooper Zeltia, Ici Farma, y Zeltia Agraria.Cedida por Marisa Gallero

José Fernández López, el gallego adelantado a su tiempo que creó un imperio desde la discreción

La periodista Marisa Gallero rescata en una biografía la figura del fundador de Zeltia, Transfesa y Pescanova

«De primeras, no me sonaba absolutamente de nada», confiesa Marisa Gallero sobre José Fernández López. La periodista recuerda cómo, cuando Bieito Rubido le propuso escribir la biografía de aquel lucense, tuvo que empezar prácticamente de cero. En internet apenas aparecían menciones a sus hijos –los empresarios Fernández de Sousa– o referencias vagas a Pescanova, todo muy difuso. Pero lo que fue descubriendo a medida que revisaba archivos, entrevistaba a familiares y rescataba documentos inéditos, era la figura de uno de los empresarios más innovadores del siglo XX español.

Fundador de Zeltia, Transfesa, Titania y Pescanova, José Fernández López (1904-1986) cambió industrias enteras evitando acaparar el protagonismo. «Era un hombre de una discreción absoluta. Siempre quiso que hablaran sus empresas y las personas que trabajaban en ellas», explica Gallero. Delegaba en su mano derecha, Álvaro Gil Varela, que ejercía como relaciones públicas, mientras él se situaba en un segundo plano. «En las fotografías, cuando podía, aparecía en la esquina», añade la autora.

Hijo de tratantes de ganado, Fernández arrancó su carrera arrendando el matadero de Mérida durante la Segunda República. A partir de esa apuesta, todo fue una concatenación de innovaciones. «En los consejos de administración que he consultado siempre proponía algo nuevo: si ya había laboratorios, ¿por qué no investigar algas para extraer agar-agar? De las vísceras de los animales nacieron los primeros productos de Zeltia; de la necesidad de envases surgió Titania. Todo estaba relacionado», resume Gallero.

Marisa Gallero, autora de 'José Fernández López. Un empresario sin miedo al riesgo', en la redacción de El Debate.

Marisa Gallero, autora de 'José Fernández López. Un empresario sin miedo al riesgo', en la redacción de El Debate.Miguel Pérez

El transporte fue otro de sus grandes ejes. Creció en un paso a nivel ferroviario y pronto comprendió la importancia de las comunicaciones. Así nació Transfesa, en 1943, con la idea de especializarse en transportes ferroviarios de mercancías. Su visión fue tan clara que llegó a patentar un sistema de cambio de ejes para superar la barrera del ancho de vía en los Pirineos. «Lo empezó a probar en 1950. Su obsesión era ahorrar tiempo y mejorar el producto», explica la autora.

Y aún más revolucionaria fue su apuesta por la pesca. En plena autarquía concibió la idea de congelar el pescado a bordo. «Lo financió de su propio bolsillo, sin ayuda del Estado, y encargó los dos primeros barcos congeladores a un astillero pequeño que aceptó el reto. Fue el origen de Pescanova y de la primera flota de este tipo en Europa», recuerda Gallero.

Pese a todo, Fernández evitaba el foco. «Incluso en la inauguración de la planta de frigoríficos industriales en Lugo, en 1955, cuando acudió Franco, él prefirió no asistir y dejó su lugar en primera fila a Álvaro Gil Varela. Siempre prefería que otros aparecieran en la foto», señala la autora.

Su relación con las autoridades fue mínima. En toda la investigación, Gallero apenas encontró una carta dirigida a Juan Antonio Suanzes, ministro de Industria y presidente del INI, en la que pedía que no se perjudicara a su empresa de alumbres químicos. El resto del contacto institucional lo llevaba su mano derecha.

La discreción se extendía a su vida personal. «Siempre quería que se hablara de sus empresas, no de él», apunta Gallero. Esa elección deliberada explica en parte por qué, a diferencia de otros empresarios de su tiempo, su nombre apenas ha trascendido.

Portada del libro 'José Fernández López. Un empresario sin miedo al riesgo'.

Portada del libro 'José Fernández López. Un empresario sin miedo al riesgo'.LID Editorial

El «cerdo inglés»

La biografía rescata episodios poco conocidos, algunos casi novelesco. Uno de ellos es el del «cerdo inglés» cuando, en plena Guerra Civil, Fernández logró traer desde Inglaterra el último ejemplar de un linaje porcino en extinción. El animal viajó de Linwood a Londres, de allí a Oporto, después a Tui y finalmente a Galicia. «Podía haberse perdido en cualquier momento, pero llegó», relata Gallero.

Otro hallazgo fue confirmar que, durante la Segunda Guerra Mundial, viajó a Alemania para comprar vagones. «Su hijo lo contaba, pero no teníamos pruebas. Hasta que encontré una carta de 1942 en la que Álvaro Gil Varela escribía a Miguel Odriozola: ‘Pepe se va a Alemania’. Esa carta encajaba con la narración oral. Fue muy emocionante», explica la autora.

Compromiso cultural

Además de empresario, Fernández fue un hombre altruista. «Desde Mérida hasta sus últimos años hay pruebas de su generosidad», sostiene Gallero. Dio cobijo en Zeltia y en el Matadero de Mérida a científicos represaliados, como Miguel Catalán, Faustino Cordón o Vicente Sos Baynat. No le importaba la ideología; lo que le interesaba era su talento.

Su compromiso también fue cultural. Financiaba proyectos, donaba obras y colecciones y apoyaba a artistas e intelectuales. Pagó 300.000 pesetas a la viuda de Castelao para que no le faltara de nada en sus últimos años y cedió su colección de arte al Museo de Pontevedra. «Todo lo que hacía lo vinculaba a Galicia. Su pasión era su tierra», resume Gallero.

Marisa Gallero, durante su entrevista en El Debate

Marisa Gallero, durante su entrevista en El Debate.Miguel Pérez

Corazón en Galicia

Aunque arrancó en Mérida, Fernández siempre tuvo la mirada puesta en Galicia. Sus empresas, sus apoyos y sus donaciones tenían un denominador común: evitar que la emigración gallega. «Su obsesión era generar oportunidades en su tierra. Fue un gallego de corazón, aunque su vida empresarial le llevara por todo el mundo», señala la autora.

El legado de Fernández López va más allá de Zeltia, Transfesa o Pescanova. Está en la modernización de sectores estratégicos, en la introducción de técnicas pioneras, en el impulso a la ciencia en tiempos adversos y en el mecenazgo cultural. «Era un hombre adelantado a su tiempo. Siempre un paso por delante. Pero, sobre todo, alguien que quería servir a su tierra y a su gente», concluye Gallero.

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