Un jubilado pasea en Cuacos de Yuste, Cáceres.
Las pensiones de los jubilados que menos han cotizado duplican la rentabilidad de aquellos con carreras largas
Un informe de Fedea revela que quienes trabajaron menos de 25 años obtienen un rendimiento cercano al 6 %, frente al 3 % de quienes cotizaron más de 45
El sistema público de pensiones español es más generoso de lo que debiera. Cada nuevo jubilado recibe, de media, más dinero del que aportó durante su vida laboral, lo que convierte el modelo en un auténtico desequilibrio financiero a largo plazo. Hoy la rentabilidad real de las pensiones alcanza el 3,6 %, frente al 2,2 % que ha crecido históricamente la economía española y al 1,2 % previsto para las próximas décadas.
El diagnóstico lo firma la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) en un informe que radiografía el sistema desde una perspectiva actuarial; esto es, a través de modelos matemáticos y estadísticos para predecir eventos. Y la conclusión es contundente: los pensionistas reciben entre un 25 % y un 34 % más de lo que aportaron en cotizaciones a lo largo de su vida laboral. Es decir, el sistema devuelve mucho más de lo que ingresa y lo hace de forma sistemática, generando un agujero estructural.
El estudio calcula que la llamada tasa interna de rentabilidad –el rendimiento que obtienen los jubilados al comparar lo cotizado con lo recibido– se sitúa en el 3,63 %. La cifra sería razonable si la economía creciera a un ritmo parecido, pero España ha crecido históricamente un 2,24 % y las previsiones de la UE para las próximas décadas lo reducen incluso al 1,22 %. Con ese escenario, mantener un sistema que paga por encima de lo que genera la economía es, según Fedea, una fórmula destinada a agravar la insostenibilidad.
El informe no solo pone el foco en la falta de equilibrio financiero, sino también en cómo se reparten los beneficios dentro del propio sistema. Las diferencias son notables. Un trabajador que cotizó menos de 25 años obtiene, de media, una rentabilidad cercana al 6 %, mientras que quien acumuló más de 45 años apenas llega al 3 %. En otras palabras, las carreras más cortas reciben casi el doble de rendimiento que las largas, pese a haber contribuido mucho menos.
La brecha también se aprecia entre hombres y mujeres. Ellas alcanzan una rentabilidad del 4,1 %, frente al 3,3 % de ellos. La explicación está en la mayor esperanza de vida femenina y en los complementos que garantizan pensiones mínimas, lo que alarga el tiempo de cobro y eleva el beneficio.
A estas desigualdades se suma el efecto de las bases de cotización. Quienes tuvieron salarios bajos obtienen un rendimiento más alto gracias a los mínimos garantizados, aunque si se descuentan esos complementos, la ventaja pasa a los que cotizaron más. En definitiva, el sistema genera inequidades internas que benefician a unos colectivos frente a otros y penalizan en muchos casos a quienes más aportaron durante su vida laboral.
Los jubilados reciben, de media entre un 25 % y un 34 % más de lo que ingresaron en cotizaciones a lo largo de su vida laboral
El estudio amplía el análisis para tener en cuenta también a quienes no llegan a jubilarse –porque fallecen antes, quedan incapacitados o no alcanzan los 15 años de cotización exigidos–. Incluso incorporando esos casos, la rentabilidad global del sistema baja al 2,8 % (2,6 % en su componente contributivo), pero sigue siendo claramente superior al crecimiento económico previsto.
Los autores resumen esta situación en un indicador clave, el llamado factor de equidad actuarial (FdEA). Este índice mide cuánto devuelve el sistema en comparación con lo aportado. En 2023, la cifra se situó en 1,34 –o 1,25 si solo se consideran las pensiones contributivas–. Eso significa que, de media, los jubilados reciben entre un 25 % y un 34 % más de lo que ingresaron en cotizaciones a lo largo de su vida laboral.
Retraso de la edad de jubilación
El informe no plantea recetas cerradas, pero advierte de que será necesario introducir reformas paramétricas o incluso estructurales para corregir tanto el desequilibrio financiero como las desigualdades internas. Entre las posibles medidas se mencionan el retraso efectivo de la edad de jubilación, cambios en la fórmula de cálculo de las prestaciones o, a largo plazo, la transición hacia modelos de cuentas nocionales como los aplicados en Suecia o Italia.
«El sistema de pensiones español no es actuarialmente equilibrado y presenta, además, importantes problemas de equidad interna, lo que hace necesario abordar reformas paramétricas o incluso estructurales», concluye el informe.