El presidente del BBVA, Carlos Torres Vila (d), y el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu (i).
El derrotado Carlos Torres gana 1,8 millones por el fracaso de la opa; Oliu pierde 1,7 millones
La Bolsa premia a BBVA con un alza del 5,98 % y castiga a Sabadell con un 6,78 %
El cierre de Bolsa de ayer estuvo marcado por el fracaso de la opa de BBVA sobre Sabadell y dejó una curiosa paradoja. Carlos Torres, 'perdedor' en la operación, ganó 1,79 millones de euros por la revalorización de sus acciones, mientras que Josep Oliu perdió una cantidad similar tras la caída de los títulos de la entidad catalana.
El jueves, la CNMV confirmó que BBVA no había logrado ni el 26 % del capital de Sabadell, muy lejos del 50 % necesario para hacerse con el control. Un día después, los mercados dictaron sentencia. Las acciones de BBVA cerraron el viernes con una subida del 5,98 %, hasta los 16,66 euros, mientras que las de Sabadell retrocedieron un 6,78 %, hasta los 3,01 euros.
El efecto sobre las carteras de sus presidentes fue inmediato. Torres, que posee 1,9 millones de acciones de BBVA, vio cómo su valor pasaba de 29,87 millones el jueves a 31,65 millones el viernes, lo que supone una ganancia de 1,78 millones de euros en una sola sesión. En sentido contrario, Oliu, titular de ocho millones de acciones de Sabadell, vio disminuir el valor de su participación de 25,84 millones a 24,08 millones, una pérdida de 1,76 millones.
El mercado ha premiado a BBVA por despejar la incertidumbre sobre su estructura de capital y liberar cerca de 13.000 millones de euros que ahora podrá destinar a recompras de acciones y dividendos. A partir del 31 de octubre, la entidad iniciará una recompra por 1.000 millones, y el 7 de noviembre abonará 0,32 euros por acción, el mayor dividendo a cuenta de su historia.
Sabadell, en cambio, perdió de golpe parte de la prima especulativa que había impulsado su cotización durante los 17 meses de opa. Pese a mantener su independencia, el banco catalán encara ahora la presentación de resultados del 13 de noviembre con un desafío claro: demostrar que puede sostener su rentabilidad sin el impulso de una posible fusión.