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La educación en la encrucijadaIsmael Sanz

¿Quién llega a las carreras STEM en España?

En Medicina y Matemáticas y Estadística, más de la mitad del alumnado procede de familias con ambos progenitores universitarios

El 22 de octubre de 2025, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades difundió la última edición de la Estadística de Estudiantes Universitarios. Esta publicación incorpora de manera sistemática información detallada sobre el nivel educativo y la ocupación de los progenitores del alumnado, gracias al cruce entre el Sistema Integrado de Información Universitaria (SIIU) y los registros del INE. El análisis se centra en estudiantes de nacionalidad española, menores de 30 años, matriculados en universidades presenciales y censados junto a sus progenitores.

A partir de estos microdatos, he elaborado un informe más amplio para el área de Economía de la Educación de Funcas. El objetivo de este artículo es sintetizar y estructurar los resultados más relevantes del informe, centrándose en una cuestión concreta: hasta qué punto el acceso a la universidad española –y en particular a las carreras STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas)– está estratificado por origen socioeconómico. Para ello se emplean dos dimensiones clave del entorno familiar: el nivel educativo de los progenitores (si tienen estudios superiores o no) y su ocupación (alta, media o baja). La combinación de ambas permite aproximar de forma precisa el capital educativo, económico y social del hogar.

Los últimos datos disponibles revelan una fuerte heterogeneidad entre ámbitos de estudio. En Medicina y Matemáticas y Estadística, más de la mitad del alumnado procede de familias con ambos progenitores universitarios. También destacan Arquitectura y construcción, Ingenierías, Ciencias Físicas y Químicas, Informática o Veterinaria. Por el contrario, titulaciones como Trabajo social, Educación infantil, Lenguas o Turismo concentran una proporción notablemente inferior de estudiantes con padres universitarios.

Evolución del nivel educativo de los progenitores

Las series temporales permiten ir más allá de esta «fotografía» del curso 2021-2022, últimos datos publicados por el Ministerio. Entre 2016-2017 y 2021-2022, el porcentaje de estudiantes cuyos dos progenitores tienen estudios superiores aumenta de manera continua en todas las ramas. En el conjunto del sistema pasa del 31,7 % al 38,9 %. El incremento es especialmente intenso en Ingeniería y Arquitectura, que sube de alrededor del 37 % al 45,6 %, y en Ciencias y Ciencias de la Salud, donde se superan ya el 40 %.

Este aumento es demasiado rápido como para explicarlo solo por el progreso educativo de la población adulta española, que evoluciona de forma mucho más lenta. Lo que reflejan estas cifras no es tanto un cambio en el nivel educativo de madres y padres en el conjunto de la sociedad, sino un cambio en quién llega a la universidad y, en particular, a las carreras más selectivas y con mayor rentabilidad laboral, muchas de ellas vinculadas a STEM.

Tabla 1. Evolución del porcentaje de estudiantes cuyos dos progenitores tienen estudios superiores, por rama de enseñanza (2016–2022). Universidades Presenciales Públicas y Privadas Estudiantes en Grado y Ciclo. Nacionalidad española. Menores de 30 años.

Educacion

Evolución de la ocupación de los progenitores

Junto al nivel de estudios, la estadística incorpora un indicador adicional de origen socioeconómico: la ocupación de los progenitores. La categoría «ambos con ocupaciones altas» agrupa a estudiantes cuyos padres y madres son directivos, profesionales científicos y técnicos, médicos, ingenieros, profesores universitarios o profesionales liberales, entre otros. Es decir, hogares con alta cualificación, ingresos elevados y acceso a redes profesionales de prestigio.

Entre 2016-2017 y 2021-2022, la proporción de estudiantes cuyos dos progenitores tienen ocupaciones altas aumenta en el conjunto del sistema hasta superar el 21-22 %. La tendencia es muy clara en Ingeniería y Arquitectura, que se acerca al 25 %, y en Ciencias y Ciencias de la Salud, que se sitúan por encima del 23-25 %. Artes y Humanidades mantiene los valores más bajos, en torno al 15-18 %, y Ciencias Sociales y Jurídicas se sitúa en posiciones intermedias. De nuevo, las ramas STEM y sanitarias aparecen como las más concentradas socialmente.

Relación con la literatura de economía de la educación

Las conclusiones de estos datos estadísticos sobre el nivel socioeconómico de los progenitores del alumnado universitario español conectan bien con la literatura internacional sobre educación superior y reproducción social. Un ejemplo especialmente ilustrativo es el artículo «Elite Universities and the Intergenerational Transmission of Human and Social Capital», de Andrés Barrios-Fernández, Christopher Neilson y Seth Zimmerman (junio de 2023). El estudio examina cómo las universidades de élite influyen en la transmisión del capital humano y social entre generaciones.

Utilizando datos administrativos de Chile durante cinco décadas, los autores vinculan la información educativa de padres e hijos y aplican un diseño de regresión discontinua, aprovechando los puntos de corte de admisión en carreras altamente selectivas, principalmente escuelas de negocios y medicina en las dos universidades más prestigiosas del país. Los resultados son reveladores: cuando individuos de origen social más modesto logran entrar en una universidad de élite, transforman el entorno social de sus hijos. Estos son un 21 % más propensos a asistir a colegios privados de alto estatus y un 8 % más a ingresar en universidades élite. Además, viven en barrios con mayor nivel socioeconómico y tienden a tener amigos de familias de estatus elevado. Sin embargo, esta ventaja social no se traduce en una mejora del rendimiento académico de los hijos en secundaria ni en las pruebas de ingreso a la universidad.

El mecanismo principal identificado no es el aprendizaje académico ni un aumento general del gasto educativo, sino la expansión de las redes sociales. Los padres admitidos en universidades de élite tienen más probabilidades de casarse con personas también de alto estatus y de formar parte de círculos sociales más exclusivos, lo que refuerza el acceso de sus hijos a colegios y amistades de mayor estatus. El efecto es selectivo: los hijos no asisten simplemente a colegios caros, sino específicamente a los más prestigiosos, donde se concentra el capital social de las élites chilenas.

Mediante simulaciones, los autores muestran que las universidades de élite cumplen un papel doble. Por un lado, abren la puerta para que algunos individuos talentosos de clases medias o bajas asciendan socialmente. Por otro, refuerzan la persistencia del capital social dentro de las élites, al estrechar la relación entre capital humano (logro académico) y capital social (redes y estatus). En otras palabras, permiten cierta movilidad ascendente, pero al mismo tiempo consolidan a la élite como grupo cerrado y autorreproducido.

Los autores también exploran los efectos de políticas de admisión más inclusivas. Simulaciones que otorgan un bono de puntos a estudiantes de nivel socioeconómico bajo muestran que medidas así podrían reducir en torno a un 10 % la persistencia del capital social entre generaciones, aumentando la movilidad. No obstante, esa mayor movilidad tiene un coste: debilita la correspondencia entre mérito académico y acceso a redes de estatus, desplazando a la sociedad a lo largo de una «frontera movilidad–meritocracia».

En conjunto, el estudio aporta evidencia cuantitativa a una idea clásica de Pierre Bourdieu: las universidades de élite funcionan como mecanismos de reproducción social. Pero añade un matiz importante: aunque refuerzan la concentración de capital social, también ofrecen a una minoría de origen modesto la posibilidad de incorporarse a esas redes privilegiadas. En suma, las universidades de élite cambian quiénes son los miembros de la élite, pero no cómo funciona la élite.

Conclusiones

Leídos a la luz de esta literatura, los datos españoles sugieren que las carreras STEM y sanitarias, se están convirtiendo en espacios donde se concentra de forma creciente el capital educativo y laboral de las familias mejor posicionadas. La universidad continúa ofreciendo oportunidades de movilidad a una parte del alumnado de origen modesto, pero, al mismo tiempo, refuerza la transmisión intergeneracional de ventajas.

Desde la perspectiva de la economía de la educación, el reto para las políticas públicas es claro: si se quiere que las titulaciones con mayor retorno salarial y social –muchas de ellas STEM– sean accesibles en igualdad de condiciones, será necesario revisar los mecanismos de orientación, acceso y apoyo económico para que el talento no dependa en exceso del nivel de estudios y de la ocupación de los padres.

  • Ismael Sanz, URJC, Funcas y London School of Economics
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