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25 de abril de 2024

Ramón Tamames y Santiago Abascal, el jueves en el Congreso

Ramón Tamames y Santiago Abascal, el jueves en el CongresoEFE

La crónica política

Vox empezó a planear su segunda moción de censura a Sánchez cuando perdió la primera

El partido de Abascal ha decidido correr riesgos con esta operación parlamentaria. De ahí la sensación de vértigo que se palpa en sus filas según se acerca el día. ¿Tiene mucho que perder?

El artículo 113 de la Constitución establece: «El Congreso de los Diputados puede exigir la responsabilidad política del Gobierno mediante la adopción por mayoría absoluta de la moción de censura». Se trata, pues, de un arma plenamente constitucional pero excepcional, que en democracia los partidos han desenvainado seis veces. Y dos de ellas, Vox.
La formación de Santiago Abascal lleva apenas cuatro años en la Cámara Baja (desde las elecciones generales de abril de 2019, después repetidas en noviembre) y ya ha roto tres moldes. Es el primer partido en registrar dos mociones de censura; además, en una única legislatura. También es el primer partido que no presenta como candidato a la moción a su candidato electoral. Y el primer partido que elige a una persona independiente, que no es militante ni comulga con buena parte de su ideología.

El propio Tamames reconoce en una entrevista en El Debate que la moción tiene su riesgo

Es innegable que Vox ha decidido correr riesgos con esta moción. De ahí la sensación de vértigo que se palpa en sus filas a medida que se acerca el día. El propio profesor reconoce en la entrevista que este domingo publica El Debate que toda esta operación «tiene su riesgo», pero que el partido de Abascal contaba con ello. «Ellos me han llamado. Yo he aceptado ir en esas condiciones de absoluta libertad, vamos a ver cómo se produce todo», asegura.
Vox llevaba rumiando la idea de presentar una segunda moción de censura contra Pedro Sánchez ya no meses, sino años. Más de dos. Solo unas semanas después de perder la primera moción, la del 21 y 22 de octubre de 2020 (en plena pandemia), en la dirección del partido empezaron a plantearse volver a utilizar esa bala antes de que acabara la legislatura, porque la Carta Magna lo permite. No se pusieron fecha, a la espera de acontecimientos.

El amago

La formación amagó por primera vez en junio de 2021, cuando el Gobierno de Sánchez indultó a nueve cabecillas del procés (Oriol Junqueras entre ellos) con el criterio en contra del Tribunal Supremo y de la Fiscalía. La entonces secretaria general del grupo parlamentario de Vox, Macarena Olona, compareció en rueda de prensa para instar al PP de Pablo Casado a dar el paso. E insinuó que, si los populares no lo daban, ahí estaría Vox nuevamente.
«Entendemos que es el único instrumento constitucional que permite desbancar al Gobierno de España y que corresponde a la primera fuerza dar un paso al frente. A partir de ahí veremos cómo actúa cada uno. Los españoles pueden estar muy tranquilos porque Vox siempre cumple», señaló. Hoy Olona, fuera de Vox desde el verano, ha criticado la moción tanto como el PP. «Poca risa sobre el posible resultado: votos a favor de la moción de censura…0», escribió en uno de sus tuits al respecto.
También el propio Abascal pisó el acelerador en aquel convulso junio de 2021. «Este Gobierno merecía aquella moción de censura. Sigue mereciéndola. Cada segundo que pasa la merece más», sostuvo entonces. No obstante, Vox acabó levantando el pie: no había ningunas elecciones a la vista como sí las hay ahora, dentro de dos meses. De hecho, hacía un mes que se habían celebrado las de la Comunidad de Madrid, con Isabel Díaz Ayuso aglutinando buena parte del voto de centro derecha.
Pasaron los meses hasta mediados de noviembre de 2022. Cuando el PSOE presentó su reforma para derogar el delito de sedición como le había pedido Esquerra, Abascal instó a Alberto Núñez Feijóo a pactar un candidato de consenso para presentar una moción de censura.
También Inés Arrimadas se unió a esa operación, a la que el líder de la oposición hizo oídos sordos. Ni la valoró siquiera Feijóo. «Tenemos que utilizar todas las herramientas democráticas que tiene la oposición mientras el Gobierno utiliza todos los cauces antidemocráticos», justificó entonces Arrimadas. Hoy ya no es presidenta de Ciudadanos y la nueva dirección del partido naranja ha anunciado su voto en contra.

La 'vía Tamames'

Cuenta Fernando Sánchez Dragó, amigo y del líder de Vox y autor del libro Santiago Abascal. España vertebrada, que a mediados de enero se reunió a comer con él y con Kiko Méndez Monasterio, mano derecha y factótum de Abascal. Ahí fue donde les propuso el nombre del profesor Tamames y esa misma tarde Sánchez Dragó le llamó por teléfono para tantear su disposición. Que fue buena desde el principio.
Relatado el viaje de Vox hasta llegar a aquí, cabe hacerse una pregunta. ¿Tiene Vox mucho que perder con esta jugada parlamentaria? Cuatro meses después de su anterior moción de censura, la del famoso «hasta aquí hemos llegado» de Casado a Abascal, se celebraron elecciones en Cataluña.

¿Tiene Vox mucho que perder con esta jugada parlamentaria?

Aquella fue la primera batalla en el centro derecha tras la moción de censura. El candidato de Vox fue Ignacio Garriga, no por casualidad el diputado que meses antes había defendido la moción en la tribuna del Congreso. Los de Abascal barrieron al PP y también a Cs: 11 escaños, tres y seis, respectivamente. Así que con aquella moción Vox no solo no perdió nada, sino que ganó.
Ahora, el contexto es distinto. No porque la situación de Vox haya cambiado sustancialmente, puesto que sigue bien amarrado a una intención de voto que ronda el 15 %. Sino porque entonces Sánchez lideraba todas las encuestas, muy por delante de un PP mortecino. Y ahora Feijóo se sitúa entre cinco y seis puntos por delante del presidente del Gobierno; en niveles donde la apelación al voto útil sí funciona, por el efecto del caballo ganador.
Los populares están convencidos de que ésta es una moción de censura contra ellos. Habrá que ver cómo la interpretan los votantes de su espectro. De momento, Vox ha dejado la suerte de esta moción en manos de un candidato cuyo discurso ya se ha publicado y escudriñado convenientemente en la Moncloa, que juega con la desventaja de no saber qué miembros del Gobierno intervendrán ni cuándo ni por cuánto tiempo. «¿Que este debate nos llega en un momento malo? Cuando se trata de confrontar modelos no hay momento malo», afirman con sorna en el equipo de Sánchez.
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