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08 de mayo de 2024

Eduardo de Rivas
Eduardo de RivasCorresponsal en Bruselas

Sánchez fomenta el catalán en Europa en detrimento del español

Mientras el Gobierno apuesta por incorporar las lenguas cooficiales, el castellano sigue sin ser lengua de trabajo en Bruselas

Madrid Actualizada 04:30

Pedro Sánchez, en el Consejo Europeo

Pedro Sánchez, en el Consejo EuropeoAFP

En Europa hay que elegir las batallas que se quieren pelear y el Gobierno español ha dejado muy claro cuál pretende que se sea la suya en estos primeros compases de la legislatura. Si Sánchez quiere seguir siendo presidente los próximos años tiene que cumplir con las exigencias que ha marcado el prófugo Puigdemont desde su supuesto exilio en Bélgica.
Esta semana los Estados miembros de la UE le mandaron a Sánchez el mensaje de que no podía negociar una investidura con una decisión que afectara a los 27. Las hipotecas para gobernar se cubren a nivel nacional y no a escala europea. En Moncloa sabían que sería muy difícil que el Consejo accediera a las primeras de cambio a admitir el catalán como lengua oficial, pero aún así lo quiso pelear, porque así lo acordaron con Puigdemont.
Sánchez mandó a la contienda a su ministro de Exteriores, consciente de que era una batalla perdida. Había que demostrarle al independentismo que el Gobierno había hecho todo lo posible para que el catalán se incorporara como idioma oficial en la UE, pese a que hasta en Junts conocían el rechazo por anticipado. El resultado fue un aplazamiento de la decisión, que en la práctica viene a ser un «no» de Europa a Sánchez y a las exigencias de Puigdemont.
Mientras el Gobierno pelea por el catalán, deja de lado otras batallas que serían más fáciles de afrontar y más beneficiosas a largo plazo. Sánchez quiere implantar el catalán como lengua oficial de la UE, pero olvida que el español sigue sin poder usarse como idioma de trabajo en Bruselas.
Europa tiene 24 lenguas oficiales que se pueden utilizar en cualquier momento, pero a la hora de celebrar reuniones pequeñas y limitadas –normalmente para garantizar la confidencialidad–, solo se usa el inglés, el francés y, en menor medida, en alemán. La única otra lengua que podría añadirse a esa terna es el español, ya que lo hablan más de 60 millones de personas en la UE, pero en vez de luchar esta batalla Sánchez opta por fomentar el catalán.
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