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02 de mayo de 2024

Zapatero en el 35º Congreso del PSOE, en julio del año 2000

José Luis Rodríguez Zapatero en el 35º Congreso del PSOE, que le alza al frente del partido, en julio del año 2000EFE

La historia del PSOE (III)

Como vamos a perder las elecciones, ¡que vaya Zapatero!

Tenía un discurso, tontorrón, sencillo y buenista que sonaba bien y que era una buena manera de perder en espera de tiempos mejores

Después de 14 años de felipismo la derecha alcanzaba el poder por primera vez desde la muerte de Franco. La rancia imagen de José María Aznar, con escasa habilidades sociales, no fue suficiente para lograr que el PSOE volviese a ganar por quinta vez las elecciones, aunque apunto estuvo. La corrupción, los GAL y el cansancio sacaron a González de la Moncloa.
Durante dos legislaturas el impasible Aznar iba a gobernar España. Los españoles se acostumbraron a sus secas formas a cambio de un gobierno capaz de reconducir fundamentalmente la economía nacional. Aznar, para llegar a la Moncloa, se entregó a la derecha independentista vasca y catalana (y canaria), acuciado por la aritmética parlamentaria como consecuencia de ganar las elecciones, pero solo con 300.000 votos más que el PSOE.
Jordi Pujol entregó sus votos Aznar tras someterle a un duro chantaje. Iba a nacer el Pacto del Majestic con CiU que incluía el apoyo catalán en el Congreso de los Diputados al PP a cambio de entregar el Parlament autonómico a Pujol y sus amigos, poner fin del servicio militar obligatorio, aumentar el porcentaje del IVA y el IRPF a gestionar desde Barcelona, que pasó del 15 al 30 % del total recaudado. Además, Aznar tenía que prescindir del presidente del PP de Cataluña, Alejo Vidal-Quadras, cosa que hizo sin saber que estaba sembrando la semilla de Vox. Pujol pasó de ser para la derecha «Pujol, enano, habla castellano» para convertirse en «Pujol, guaperas, habla lo que quieras», al tiempo que Aznar hacia el ridículo declarando que hablaba catalán en la intimidad.
La victoria de Aznar en las generales de 1996

La victoria de Aznar en las generales de 1996

El 20 de junio de 1997, durante la sesión inaugural del 34º Congreso del PSOE, Felipe González anunció su decisión de no continuar en la secretaría general de su partido. Le sustituyó el exministro Joaquín Almunia. Tres meses más tarde renunció a la presidencia del grupo parlamentario socialista, que pasó también a Almunia, con lo que González dejó de ser oficialmente el principal miembro de la oposición al Gobierno de Aznar.
El 2 de mayo de 1998, Bruselas aprobó la definitiva lista de las 11 naciones que integrarían el grupo de vanguardia del recién nacido euro, entre ellas España.
ETA había intentado asesinar a Aznar el 19 de abril de 1995. Se libró por poco. Esto no impidió que en octubre de 1999 ETA anunciase unilateralmente el comienzo de una tregua indefinida para, un mes después, volver a cometer más atentados.
En diciembre de 2000, el PP y el PSOE firmaban el Pacto de Estado por las Libertades y contra el Terrorismo que sirvió de marco para la Ley de Partidos Políticos con la que el Gobierno y la Fiscalía General del Estado lograron la ilegalización de Batasuna (heredera de EH) por su vinculación con ETA, lo que el Tribunal Supremo falló en marzo de 2003.
El 12 de marzo de 2000, el PP de José María Aznar obtuvo la mayoría absoluta en las elecciones legislativas con 183 escaños (y 127 senadores). El PSOE perdió 16 actas de diputados respecto a los comicios anteriores y se quedó con un 34,08 % de votos y 125 escaños (y 61 senadores). Convergència i Unió (CiU) se convirtió en la tercera formación política en número de escaños (15 diputados y 8 senadores) e Izquierda Unida (IU) tan sólo obtuvo el 5,46 % y 8 actas de diputado (y ningún senador). Ahora sí, el PSOE había perdido de verdad las elecciones, pero el PP, aplicando en su política la 'Parábola del Hijo Pródigo', no tocó las instituciones ni los reductos del poder el PSOE construido durante el largo felipismo.
Parecía que el tiempo del PSOE había pasado, al menos para una larga temporada. El PSOE, ante dos apuestas fallidas, optó por dar una oportunidad a un joven leonés de 39 años, que había ejercido durante 14 años como anónimo diputado nacional y que no representaba a ninguna de las viejas familias políticas del partido y que, sobre todo, no estaba relacionado con las acusaciones de corrupción política del pasado. Total, no había nada que perder. El PP iba a ganar las próximas elecciones y el desgate del candidato Rodríguez Zapatero no suponía un problema, pues no era nadie y el partido necesitaba tiempo para reorganizarse en sus cuarteles de invierno.
El entonces secretario provincial del PSOE de León, José Luis Rodríguez Zapatero, en un acto de campaña junto a Felipe González, 1991

Zapatero, entonces secretario provincial del PSOE de León, en un acto de campaña junto a Felipe González, en 1991GTRES

Zapatero llegó al 35º Congreso Federal del PSOE con insuficientes apoyos claros a su candidatura, pero logró salir con un respaldo de más del 90 % de los compromisarios. Almunia estaba muy desgastado. El principal rival con el que tuvo que lidiar Zapatero para hacerse con el PSOE fue el entonces presidente de Castilla-La Mancha, José Bono. Visto como favorito por muchos, por su consolidada posición dentro del partido después de haber conseguido cinco mayorías absolutas consecutivas en su región y contando de entrada con el aval de los históricos del PSOE y de los llamados barones, que, como él, controlaban las agrupaciones regionales con más representación, Pepe Bono parecía ganador. Sin embargo, la retirada por falta de apoyos claros de Rosa Díez, primero, y de Matilde Fernández, del sector guerrista, provocaron una transferencia de votos en favor de Zapatero que Bono no supo prever.
Zapatero tenía un discurso, tontorrón, sencillo y buenista (construir una sociedad que acepte a todos los inmigrantes; dar prioridad a la educación y crear empleo estable; dar a los padres más tiempo para pasar con sus hijos y cuidar a los ancianos; promover la cultura; convertir a España en un país admirado por ayudar a los más necesitados; ayudar a estos con iniciativas de calidad; fomentar la democracia, adecentar la política y promover los valores por encima de los intereses coyunturales) que sonaba bien y que era una buena manera de perder en espera de tiempos mejores.
Unas nuevas elecciones legislativas iban a celebrarse el 14 de marzo de 2004. Aznar había designado sucesor a Mariano Rajoy, que, a pesar de su aspecto de blando, parecía que iba a ganar las elecciones sin problemas. A primera hora de la mañana del 11 de marzo se produjeron una serie de atentados terroristas en cuatro trenes de la red de Cercanías de la Comunidad de Madrid que causaron 193 muertos y alrededor de dos mil heridas. El Gobierno de Aznar inicialmente identificó como culpables a ETA.
Cuando se tuvieron las primeras noticias que hacían pensar que había sido un atentado yihadista, el exministro socialista Rubalcaba rápidamente comprendió las posibilidades que para el PSOE abría este atentado. La prensa y las televisiones afines a los socialistas lanzaron una campaña orquestada por Rubalcaba apoyada en WhatsApp y SMS: ¡Aznar era el culpable por su apoyo a los Estados Unidos en la Guerra de Irak y la inaceptable foto de las Azores! El 14 se produjo un vuelco electoral. El PSOE obtuvo 164 escaños y el PP, 148. El IU solo 5. Zapatero logró formar Gobierno. Nadie esperaba que ganase las elecciones, pero las ganó y desde la Moncloa este diputado, que parecía que no iba a tener futuro, que solo era un candidato de transición, iba a cambiar el destino de España.
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