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Un mosso d'esquadra durante una de las cargas contra las miles de personas se agolpan ante el Aeropuerto del Prat después de que la plataforma Tsunami Democràtic haya llamado a paralizar la actividad del aeropuerto, en protesta por la condena a los líderes del 'procés

Un mosso d'esquadra durante una de las cargas ante el Aeropuerto del Prat después de que Tsunami llamara a paralizar la actividad del aeropuertoEFE

Una unidad de élite de la inteligencia militar rusa se instaló en Barcelona en pleno 'procés'

  • Dos hackers rusos fueron detenidos a petición del FBI en 2017

  • El New York Times publicó en portada en 2021 un reportaje sobre los contactos del independentismo catalán con el Kremlin

Barcelona en 2017 emuló el Berlín de la Guerra Fría. La ciudad era un hervidero que llegó al descontrol el 3 de octubre con una huelga general promovida desde el propio gobierno autonómico. Mientras la Policía Nacional y la Guardia Civil estaba estacionada en el puerto de Barcelona en unos ridículos cruceros serigrafiados con imágenes de Piolín y otros dibujos animados, las calles eran tomadas por CDR enardecidos amparados por el Gobierno regional y sus medios de comunicación.

La independencia y el caos parecían a la vuelta de la esquina, las empresas y los capitales huían y los espías, en especial rusos, cual una película de la Guerra Fría, tomaban nota de todo y enviaban sus informes a Moscú tal como ha reconocido la ex eurodiputada letona y espía confesa de Moscú, Tatjana Znadoka, quien viajó a Barcelona en otoño de 2017 invitada por el Gobierno catalán.

El 3 de septiembre de 2021, el New York Times, medio progresista de referencia mundial, publicó en portada un reportaje sobre los contactos del independentismo catalán con el Kremlin firmado por Micheal Schwirtz, premio Pulitzer en 2020 y experto en información sobre la antigua URSS. El título del reportaje no dejaba lugar a dudas: «Una pareja de espías del Kremlin, una sospechosa misión a Moscú y agitación en Cataluña». Tras la publicación Alejandro Fernández (PP), interrogó a Pere Aragonés en el Parlament sobre las relaciones del Gobierno catalán con el Kremlin y este no tuvo reparos en poner tierra por medio entre él y Puigdemont. El presidente de la Generalitat, más que desmentir la información, buscó desmarcarse de las andanzas de Junts con Moscú.

Las visitas a Barcelona de los rusos se convirtieron en habituales. El New York Times da por probado que miembros de la Unidad 29155, un grupo de inteligencia militar tuso, estuvo en Barcelona durante el otoño de 2017 cuando se declaró, por dos veces, la independencia de forma unilateral. También visitaron Barcelona Serguei Sumin, coronel del servicio federal de protección de Rusia y Artyom Lukoyanov, hijo adoptivo de un consejero de Putin. El contacto habitual de los servicios de información rusos era Víctor Tarradellas, ex secretario de relaciones internacionales de CDC, quien ejercía de enlace con Puigdemont y su entorno.

Gordon Corera, corresponsal sobre temas de seguridad de la BBC publicó en 2021 que el objetivo de la Unidad 29155 es ejecutar operaciones de sabotaje, subversión y asesinato. Según Corera esta unidad ha actuado en los últimos años entre otros países en Chequia, Montenegro y Suecia con el objetivo de desestabilizar estos países.

La injerencia rusa en Cataluña fue intensa en el momento álgido del procès. En agosto de 2017, en un contexto de gran agitación en Barcelona tras los atentados islamistas de Las Ramblas y Cambrils, fueron detenidos en Barcelona dos hackers rusos, Piotr Levashov y Stanislav Lisov, reclamados por el FBI por ataques cibernéticos al Partido Demócrata de Joe Biden y Barack Obama. Otro hacker, Alexander Ionov, reconoció contactos con el independentismo catalán. Ionov es el líder de un movimiento antiglobalización que en 2015 y 2016 organizó sendos congresos en Moscú que reunieron a líderes de partidos independentistas de todos los rincones de Europa.

A dichos congresos se invitó a la CUP, socia tanto de Junts como de ERC en sus investiduras desde 2015. Además de la CUP al encuentro en Moscú organizado por Ionov asistió una representación de Solidaritat Catalana, el partido que lideró el actual presidente del FC Barcelona Joan Laporta y por el que fue diputado autonómico.

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