
Francisco Rosell, nuevo analista de El Debate
Entrevista
Francisco Rosell, nuevo analista de El Debate: «La obsesión del sanchismo buscando impunidad es perseguir a periodistas críticos»
El periodista también ha resaltado que «los ciudadanos bien informados son los que cambian gobiernos»
Francisco Rosell (Puertollano, Ciudad Real, 1956) es un periodista con una larga trayectoria que dirigió el diario El Mundo desde 2017 hasta 2022, y desde 2023 hasta 2024 encabezó Vozpópuli. Ahora se incorpora a El Debate como columnista y analista, y su primer artículo en este periódico lo publicará mañana lunes.
–¿Qué supone para usted la incorporación a El Debate en estos momentos de la política?
–Ha querido el destino –y también Bieito Rubido– que mi incorporación a El Debate se produzca en un momento que coincide con la primera información que publiqué, en el diario Ya en febrero del 75, informando sobre la Asamblea Cristina de Vallecas que promovió el obispo Alberto Iniesta. Al cabo de tiempo de aquella información en el Ya me incorporo a El Debate, que no deja de ser padre del Ya.
Y lo hago con el mismo cosquilleo con que aquel día seguía a las personas que llevaban el Ya en la mano intentando ver si alguno abría la página por la por la que iba mi primera información. También tengo una gran ilusión porque El Debate es un periódico que se ha consolidado en su versión digital en los últimos tiempos, marca agenda y está hecho por un grupo de periodistas muy competentes y que están demostrando el acierto que ha sido lanzar el proyecto.
Estamos en un momento muy delicado para los medios por el acoso del Gobierno
–Y en este contexto, ¿cómo valora los escándalos judiciales que rodean al presidente del Gobierno?
–Estamos en un momento muy delicado para los medios de comunicación por el acoso que sufre precisamente del Gobierno y de otras instancias, pero en el que los medios son fundamentales para desentrañar toda esa trama y para recuperar el Estado de derecho.
Cuando el Gobierno sostiene que no se pueden promover causas sobre supuestos recortes de prensa –tratando de devaluar el periodismo de investigación– habría que decirle que muchísimos de los escándalos que se han producido a lo largo de los tiempos recientes, no hubiera sido factible conocerlos sin la labor de la prensa. Pero no solamente en España –donde eso es evidente durante la corrupción del felipismo, la posterior del PP y ahora la que estamos viviendo, la explosión de corrupción del sanchismo que afecta a su familia y a su partido– sino incluso en casos notorios que promovieron y suscitaron la dimisión de un presidente de Estados Unidos, el caso Watergate. Sin el Washington Post o los papeles del Pentágono del New York Times hubiera sido imposible. Es decir, sin la prensa libre no hay investigación, y por tanto se entiende que la obsesión del sanchismo buscando esa impunidad es perseguir a periodistas críticos.
–Sánchez también ha dicho que quiere normalizar sus relaciones con el prófugo Puigdemont. ¿Qué cree que implica esto para nuestra democracia?
–Realmente es la rendición de la propia democracia. Yo ya dije que llegaría el día que traería bajo palio a Puigdemont. Pero en vista de que la Justicia ha impedido la aplicación de la amnistía, que es la que permite que Sánchez esté en el poder, el que va en busca del prófugo de la Justicia –aquel al que se comprometió a poner a disposición de los jueces– es el propio Sánchez. Es otro deterioro de la devaluación y el descrédito de las instituciones en un país cuyo Gobierno depende de un prófugo y de los residuos de una banda terrorista, como es ETA.

Francisco Rosell, nuevo analista de El Debate
–Y ya para terminar, ¿qué cree que va a aportar en sus análisis que se publicarán los lunes en El Debate?
–Intentaré explicar algunas de las causas que subyacen detrás de muchas de las decisiones del Gobierno, y saber que, en cualquier caso, son los ciudadanos bien informados los que cambian los gobiernos y los que hacen que las democracias sanas funcionen.
Siempre incido en aquel llamamiento que hizo Edmund Burke cuando apeló al cuarto poder, no para regalar el oído a los periodistas, sino para que recuperara el prestigio del Parlamento y las instituciones británicas en su día, en un momento de desprestigio de estas. Y por eso, en la medida que yo pueda, con mi esfuerzo, con mi experiencia y con mi capacidad de análisis contribuiré a ello junto a la pléyade de grandes analistas que tiene El Debate.