
Ilustración de María Jesús Montero creada con la ayuda del asistente ChatGPT
El perfil
Montero se pone la presunción de inocencia por montera
Como chirigota eterna, toca Montero todos los palos. Hay consenso además en que desafina siempre, pero ella no ceja. Carga contra la presunción de inocencia por la absolución de Dani Alves para horas después culpar al PP de sus propias deficiencias democráticas
Dice María Jesús Montero Cuadrado (Sevilla 59 años) que está incómoda viviendo en la residencia del Ministerio de Hacienda. Disfruta de una casa de 144 metros cuadrados, con siete estancias y donde ha hecho una reforma integral en la cocina que ha costado al erario 23.721 euros, pero ella no se halla. Dice que sube y baja en un ascensor y que está rodeada de retratos de los Borbones. Si por ella fuera, las paredes lucirían a Su Sanchidad y a Su Begoñidad profesándose ese amor que le llevó a él a recogerse cinco días para desagraviar a su amada. Montero se queja de que vive de la vivienda al despacho, del despacho a la vivienda, del corazón a sus asuntos -que interpretaría el poeta. Bueno, cuando va a ver a Pedro Sánchez -el mejor presidente de la democracia, según la reina de la presunción de inocencia- sale un poco a la calle. Si no, siempre está confinada en un palacete en pleno centro de Madrid, de esos que cuestan un riñón pero que te regalan cuando tienes el riñón forrado con una vicepresidencia del Gobierno de España.
Montero se parece mucho a su jefe. Como él en Moncloa, cambió el jergón al llegar a su nueva morada. Dice que le contaron que alguna vez se había quedado a dormir su antecesor Cristóbal Montoro y no dudó en mudar el colchón. La ministra de Europa que más ha subido los impuestos no sabe lo que es pagar la luz ni el IVA del gas ni el del agua. Todo en orden. No es la primera ni será la última de los ministros que aprovechan que el patrimonio del Estado es ancho y fecundo para vivir de gratis. El problema de Montero es que es, con diferencia, la más populista y demagoga del Gobierno y, sin embargo, se agarra a todos los privilegios que encuentra a su paso. Sabemos que en el Ministerio son muy de empoderarse con inmuebles de postín en Madrid. Hasta su jefe de Gabinete, Carlos Moreno, suscribió una hipoteca por una casa en la capital a los tres meses de reunirse con Koldo, según tiene apuntado en su agenda el imputado hombre para todo de José Luis Ábalos. Aldama dice que Moreno sirvió de intermediario para que le revisaran unas deudas que tenía con Hacienda. El Supremo lo investiga y María Jesús ha puesto la mano en el fuego por su compañero. Veremos el alcance de las quemaduras.
Como chirigota eterna, toca Montero todos los palos. Hay consenso además en que desafina siempre, pero ella no ceja. Carga contra la presunción de inocencia por la absolución de Dani Alves para horas después culpar al PP de sus propias deficiencias democráticas y termina pidiendo disculpas, pero con adversativa. Desde que reúne en su persona, además de su escaño en el Congreso, la vicepresidencia primera del Gobierno, el Ministerio de Hacienda, la vicesecretaría general del PSOE y, saltándose las primarias y a su compañero Juan Espadas, el liderazgo socialista en Andalucía, es una fuente inagotable de meteduras de pata. Sus enemigos en el Consejo de Ministros cuentan que está purgando el haber conspirado para ser la sustituta del Amado Líder durante los cinco días de retiro del jefe por el caso Begoña. Luego, Sánchez la obligó a hincarse de rodillas en favor de la catedrática Gómez porque esta denunció que los compañeros del metal de su marido no la habían defendido suficientemente en su proceso penal. Ahora va arrastrando los pies por Andalucía, donde tendrá que explicar cómo defiende los privilegios catalanes frente a los derechos de sus paisanos a los que quiere gobernar.
Así es la reina de la gesticulación y la verborrea, la más disparatada de los colaboradores de Sánchez, la que más bulos propaga contra la derecha, la que está dispuesta a desvelar datos protegibles del novio de Ayuso, la que defiende con denuedo la amnistía, el pacto fiscal y la condonación de deuda a mayor gloria de los separatistas y la que aplaude que el Constitucional haya borrado los delitos de Chaves, Griñán y Magdalena Álvarez (su precursora en la política choni).La familiarmente llamada Marisu es una trianera hija de profesores, y a su exmarido, el hoy abogado de CC.OO., Rafael Ibáñez Reche, lo conoció en la Universidad, cuando este militaba en las juventudes comunistas y ella en las cristianas andaluzas. Tuvieron dos hijas, pero la pareja está separada. Hace unos días Montero contó que Rafael, militante de Sumar, es su actual «mejor amigo». La vicepresidenta alardea de un desparpajo verbal inversamente proporcional a la claridad de los conceptos con que trata de adoctrinar. Sus pedradas fonéticas, destinadas siempre a caldear los ánimos, la hicieron inconfundible desde que asumió la portavocía del primer Ejecutivo de Sánchez.
A la presidenta en funciones cada vez que se ausenta Sánchez, debemos aquello de que el líder del polisario que coló España y enfadó a Marruecos «no entró con una identidad falsa, sino con una identidad distinta». Antológica fue también su contestación ininteligible sobre por qué no daba el gobierno el número de fallecidos por la covid. Y cómo olvidar cuando tuvo un rapto de sinceridad y deslizó que las pensiones de los mayores no eran para ellos, sino para cubrir las necesidades básicas de hijos y nietos. Vamos, el reconocimiento explícito de que los españoles se han empobrecido como nunca en nuestra historia (un 20%) gracias a su inestimable ayuda.
Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Sevilla, nadie ha podido explicar por qué terminó de consejera de Hacienda en Andalucía nombrada por Susana Díaz, a la que luego traicionó por Pedro. Salvo unos pocos años en los que fue gestora sanitaria de dos hospitales andaluces, toda su carrera ha sido política. Ha vivido y vive de las arcas públicas y en gran parte de su trayectoria ha sido responsable de gestionarlas. El zorro cuidando las gallinas.
Mientras defiende los ilegales ERE, condenados por el Supremo, se ha sabido que siendo ella consejera el Servicio Andaluz de Salud pagó sueldos durante años a técnicos que no pisaban sus oficinas; a la vez que se pone de perfil con los enchufes de su excompañero Ábalos a sus amigas de catálogo, la propia Montero tuvo a su cargo a la mujer del exministro de Zapatero Bernat Soria, con un sueldo mayor que el del presidente autonómico; y su penúltimo ejercicio de hipocresía ha sido arremeter contra la presunción de inocencia de Alves, cuando ella la reclama para todo el entorno del presidente del Gobierno, investigado por corrupción.
Anda en polémicas impostadas con Yolanda Díaz por la tributación del SMI, pero finalmente ambas llegaron a un acuerdo salomónico impuesto por Pedro. Montero se niega a deflactar el IRPF y gracias a ello logró en 2024 un nuevo récord de recaudación de casi 295.000 millones de euros. Pero no es suficiente para la voraz Marisu: su dedo intimidatorio desde el escaño azul es hoy la espada de Damocles que la Agencia Tributaria cuelga sobre todo aquel que ose criticar al Gobierno.