Tensión y temor en Torre Pacheco ante otra posible noche de altercados: «Tenemos miedo»

La localidad murciana de Torre Pacheco se prepara para una cuarta noche de disturbios provocados por determinados grupos de inmigrantes. La seguridad es máxima, como consecuencia de las algaradas en días previos. Sirva como ejemplo lo que ha visto sobre el terreno El Debate en el trayecto hasta La Palma, a escasos kilómetros. Una patrulla de la Guardia Civil había puesto un control e iba parando a la mayoría de los coches que salían o que pretendían entrar al municipio.

Este periódico lo ha vivido y sufrido de primera mano. El barrio más conflictivo es el de San Antonio. La estampa no puede ser más gráfica: los pocos vecinos que transitan sus calles a eso de las 18 horas son, en su inmensa mayoría, de origen magrebí. Los negocios también van en consonancia.

Pero dentro del barrio, cuando el sol cae a plomo al estilo murciano, hay un parque en cuya sombra se sientan un grupo de seis o siete adolescentes magrebíes. Cuando este redactor se les acerca para conocer su parecer sobre el contexto en su ciudad, varios de ellos se levantan por si se les está grabando. En una actitud claramente intimidatoria, cuando no agresiva, intentan registrarme los bolsillos. la tensión creciente me obliga a abandonar el lugar.

Todo esto se da cuando se van a cumplir nada más y nada menos que cuatro noches de delincuencia descontrolada mientras, todo hay que decirlo, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska disfrutaba en su palco de la final de Wimbledon.

Ahora bien, tan solo dos patrullas de la Guardia Civil vigilan el pueblo. Muy rara vez entran en él y, más bien, se centran en sus accesos. ¿Policía Local? Ni rastro. O todos van de paisano o no hay un protocolo específico ante semejante gravedad. ¿Y agentes de la Nacional, también dependientes de Marlaska? Más de lo mismo. Set en blanco, que diría él.

Los vecinos, en cambio, sí son conocedores del día a día en Torre Pacheco: «Tenemos miedo. Hemos vivido siempre muy tranquilos y ahora tenemos miedo», comenta a El Debate Rosa. «Hay mucha gente que no trabaja y se dedica a robar y a hacer cosas malas», le apostilla Manuela, su vecina, quien destaca que los protagonistas de estos desagradables hechos son «marroquís».

Localidad «en estado de guerra»

Kevin, nombre ficticio para evitar «represalias» y que es dueño de un bar junto al Ayuntamiento, va más allá: «Llevamos años con una inmigración mala», afirma. Él es de Ecuador y lo tiene meridianamente claro: «A mí me han robado dos veces. Hay palizas», denuncia, al mismo tiempo que urge al Gobierno de Pedro Sánchez a «hacer algo» porque, aunque dice que la localidad está «en estado de guerra», no hay efectivos policiales suficientes para revertirlo: «En un día normal, llamas a la Policía y tarda dos horas», lamenta.

Mohamed, vecino de San Antonio tampoco se queda atrás y le dice a este periódico que siente tanto «miedo “ que por las “noches» tiene que «cerrar» su casa por temor a que le pase algo a sus hijos: «Son varios los que están aquí en el parque. Yo por las noche cierro y ya está», relata.