Fachada de la 'embajada' de Cataluña en Bruselas
Crónica desde Bruselas El catalán no encuentra su sitio en Bruselas a pesar de lo que diga Albares
El Gobierno y sus socios nacionalistas lanzan en España la cruzada en favor del uso del catalán en la UE que no encuentra sitio en la capital de Europa
Decía el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, el pasado miércoles en el Senado que el reconocimiento del catalán, del euskera y del gallego en la Unión Europea es «simplemente que Europa reconozca la realidad de nuestras calles todos los días». Refrendaba así las palabras del portavoz de Bildu en el Senado, Gorka Elejabarrieta, que en una pregunta parlamentaria aseguraba que el reconocimiento del euskera era «una demanda legítima de millones de ciudadanos europeos».
Teniendo en cuenta que la suma de la población del País Vasco (2,2 millones), de Navarra (680.000) y del País Vasco francés (300.000 habitantes) lo justo llega a los 3,2 millones de habitantes y que, de ellos, tan solo el 17 % habla euskera habitualmente según datos del propio Gobierno vasco, lo cierto es que la afirmación de una «demanda de millones de ciudadanos europeos» se antoja un poco exagerada.
Tanto Albares como Elejebarrieta realizaban estas afirmaciones a cuenta de la visita a España que esta semana ha realizado el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, uno de los países que más se oponen a la inclusión del idioma catalán en la documentación europea.
El ministro de Asuntos Exteriores volvía a referirse a la aprobación del catalán como lengua oficial de la UE este viernes con motivo de la celebración en Barcelona del Pacto por el Mediterráneo de la Unión Europea y que atrajo hasta la ciudad catalana a la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas.
Se mostró «dolido» por los «palos de rueda» que asegura que pone el PP para lograr la oficialidad del catalán en la Unión Europea al presionar a siete países para que no autoricen la oficialidad. Este reconocimiento «es cuestión de tiempo», porque los socios europeos «comprenden la importancia de este asunto para España», ya que «la identidad nacional española es plurilingüe». «Es un camino irreversible e irrenunciable» enfatizó.
Pero lo cierto es eso, que solo se acuerdan de la oficialidad del catalán, del vasco o del gallego cuando algún dirigente europeo acude a nuestro país. Porque, a la hora de la verdad, en las instituciones europeas, en Bruselas, nadie se acuerda del catalán si no pasan por la 'embajada' que el Gobierno catalán de Salvador Illa tiene en la emblemática Rue de la Loi, 227.
Los pasillos de Estrasburgo
La pasada semana, las instituciones europeas se trasladaron hasta Estrasburgo (Francia) para celebrar la sesión plenaria del Parlamento Europeo mensual en aquella ciudad. Nadie de las miles de personas que se trasladaron hasta la ciudad francesa escuchó una palabra en catalán, ni tan siquiera entre los socios nacionalistas de Pedro Sánchez porque, obviamente los nacionalistas vascos y gallegos no conocen el catalán, ni los catalanes saben el euskera o el gallego.
Tan solo en alguna ocasión donde se juntan los eurodiputados de Sumar, Jaume Asens, y de Esquerra Republicana de Cataluña, Diana Riba, se puede escuchar alguna palabra en catalán, ya que ambos pertenecen al mismo grupo parlamentario, el del Los Verdes /Alianza Libre.