Miguel Ángel Gallardo es consolado por los suyos
Primera parada
El sanchismo se despeña en Extremadura y sirve en bandeja a la derecha una victoria histórica
Guardiola gana las elecciones con 29 escaños y más de 17 puntos de ventaja, pero el gran resultado de Vox -11 escaños- hace indispensable la colaboración entre ambas formaciones
El PSOE de las mayorías absolutísimas de Juan Carlos Rodríguez Ibarra y de Guillermo Fernández Vara, que llegaron a ganar elecciones por más del 53 y hasta del 54 % de los votos, fue este domingo la primera víctima del desmoronamiento del sanchismo. Y todo apunta a que no será la última en el próximo medio año.
Después de 22 meses de escándalos de corrupción, del encarcelamiento de dos exsecretarios de Organización del PSOE y de la nula asunción de responsabilidades por parte de Pedro Sánchez, los extremeños fueron los primeros en dar su veredicto en las urnas. Y éste no pudo ser más claro: la derecha protagonizó un vuelco histórico en una tierra sociológicamente de izquierdas, con un 60 % del voto del PP y Vox frente al 36 % del PSOE y Unidas por Extremadura. Los socialistas perdieron 10 escaños y se despeñaron por debajo del 26 %: siniestro total.
El recuento no llevaba ni el 30 % cuando la Moncloa anunció que este lunes, a las 8.30 horas, Sánchez haría una declaración sin preguntas para anunciar la nueva portavoz del Gobierno. El presidente quiere cambiar el foco cuanto antes y que no sedimente la tesis del fin de ciclo, de ahí el día y la hora elegidos.
María Guardiola ganó las elecciones con más de 17 puntos de ventaja sobre Miguel Ángel Gallardo, viniendo de haber empatado a escaños y perdido en votos en 2023 contra Fernández Vara. La candidata del PP se quedó a cuatro escaños de la mayoría absoluta, uno menos del que había fijado Génova como listón, ante un Vox de récord: los de Santiago Abascal lograron 11 escaños, seis más que la legislatura pasada, y se convirtieron en la sensación de la noche.
El PP dio por cumplido su objetivo de sumar más que la izquierda junta para solo necesitar la abstención de Vox y no su voto afirmativo en la investidura de Guardiola. Sin embargo, el resultado de Abascal fue tan abrumador -él en primera persona se echó la campaña a la espalda- que la ahora presidenta en funciones deberá buscar algún tipo de pacto con Óscar Fernández si quiere dar cierta estabilidad a la legislatura, aunque no incluya a Vox en su Gobierno. Porque si solo busca la abstención de Vox en su investidura, en 2026 puede encontrarse en la misma tesitura que le llevó a adelantar las elecciones: sin apoyos suficientes para sacar adelante unos Presupuestos.
Los resultados evidencian que los votantes del PSOE se decantaron por la abstención o por votar más a la izquierda, a la candidata de Unidas por Extremadura, que sacó siete diputados -tenía cuatro-. Pero no por el voto útil a María Guardiola para que dependiera menos de Vox (que fue así como Juanma Moreno logró su mayoría absoluta en Andalucía en 2022). Lo cual tiene una segunda lectura: la estrategia de agitar el miedo a Vox empieza a dar síntomas de agotamiento. Malas noticias para un PSOE que lleva años pinchando el mismo disco.
A diferencia de Gallardo y del candidato de Vox, para bien y para mal los resultados de Guardiola fueron suyos, intransferibles a Alberto Núñez Feijóo. La presidenta extremeña convocó estas elecciones por una decisión personalísima y diseñó una campaña en clave doméstica, sin apenas presencia del líder del PP -no participó ni en el cierre de campaña- y tampoco de otros presidentes regionales que le habían ofrecido su ayuda.
Gallardo fue el primero en comparecer, en un ambiente de funeral. «El resultado del PSOE es muy malo, sin paliativos», empezó reconociendo. El candidato del PSOE lamentó que, a partir de ahora, Extremadura vaya a tener «mayor bloqueo y más inestabilidad»; cuando, en realidad, para los socialistas el único consuelo en estas elecciones era -y es- que Guardiola dependiera más de Vox. El perdedor no dimitió en caliente, sino que remitió a una reunión de su Ejecutiva este lunes. Pero sí dejó entrever que no se atrincherará, sino que acatará la decisión de los suyos. «Lo que menos me preocupa es mi futuro político», afirmó.
Aunque Guardiola seguirá necesitando a Vox, para el PP es el mal menor de estos comicios comparado con la satisfacción de ver que el sanchismo acaba el año con una nueva vía de agua en el casco. Y de las profundas, después de las provocadas por el avance de sus casos de corrupción, el me too del PSOE y el bloqueo de Junts a la legislatura, que los socialistas han asumido que no se solucionará hasta que Carles Puigdemont pueda volver a España.
Visto lo sucedido en Extremadura, a los socialistas les espera un calvario en Aragón, Castilla y León y Andalucía, entre la desmovilización de la izquierda y el avance de la derecha. A todas las elecciones se presenta Sánchez, aunque sea por vía interpuesta. Especialmente en Aragón, donde la candidata, Pilar Alegría, fue portavoz de su Gobierno hasta el martes pasado y, antes, del partido; y en Andalucía, donde el PSOE presenta a la número dos de Sánchez en el Gobierno y en el partido, María Jesús Montero.