Desde la retaguardiaMiquel Segura

¿La banda del Peugot en sa Pobla?

No me cuesta imaginar a Koldo frente a un inmenso plato de 'arròs brut' al que hubiesen seguido sendas raciones de anguiles ofegades

La noche de la granizada que trituró, en parte, la cosecha de patata de invierno, un rumor sordo recorría las calles de mi pueblo. Yo no me lo creí, pero, por si acaso, lo anoté en mi secreto bloc de notas, que nunca enseño a nadie. Se decía, más bien se insinuaba, que tres de los cuatro integrantes de la banda del Peugot vendrían a sa Pobla en la mismísima tarde del Black Friday con el fin de inaugurar oficialmente los fastos de la Fira de s'Arròs (Feria del Arroz), la última del calendario ferial del otoño, que en los últimos años -¿o decenios?- anda algo alicaída.

Hubiese sido un golpe de efecto, ciertamente, la presencia en modo oficial de Ábalos, Koldo y Cerdán -a Sánchez no se le esperaba- en tan señalado día, cuando los poblers, qué cosas, se marchan de la villa hacia los grandes centros comerciales de la periferia capitalina para hacer sus comprar pre navideñas o, sencillamente, para badocar.

Fuese verdad o bulo -yo me inclino más bien por la segunda posibilidad- los acontecimientos acaecidos el jueves dieron al traste con la idea de traer a tan notorios personajes a la antigua Huyar Al Fas, denominación árabe de mi pueblo, cuya vigencia actual es más que evidente, hasta el punto de que -otro rumor- algunos podrían abogar por su recuperación.

Hubiese supuesto un buen tanto que quizá habría ayudado a retener a los lugareños en su villa natal en vez de marcharse por ahí a gastar su dinero en empresas que no retienen sus ingresos ni un segundo en Mallorca.

Hoy en día, ya se sabe, la gente solo se mueve por los euros, la buena manduca y el morbo. Los primeros no corren en exceso por mi pueblo como ocurriera en los tiempos de la autarquía franquista, cuando un payés propietario de un huerto daba carrera a cada uno de sus hijos -e hijas- y, además, les construía un piso.

Hoy en día, ya se sabe, la gente solo se mueve por los euros, la buena manduca y el morbo

En las cosas del comer, sin embargo, seguimos siendo una referencia imprescindible. No me cuesta imaginar, un ejemplo, al gigantón Koldo frente a un inmenso plato de arròs brut al que hubiesen seguido sendas raciones de anguiles ofegades y caminantes, con el colofón de un surtido de ensaimadas.

Llegada la hora de los discursos, en el escenario incomparable de la Plaza Mayor, un representante del terceto podría haber explicado a los atribulados agricultores del lugar cómo se hace para juntar una fortuna en tan escaso margen de tiempo sin tener que doblar el lomo sobre la tierra ni arriesgarse al azote del granizo.

Lo de las señoritas y demás material escabroso supongo que lo habrían obviado, más que nada por respeto a los menores que andarían por ahí, entre las casetas de los expositores. Incluso es posible que el ex asesor Koldo, el exministro Ábalos y la lumbrera de Santos Cerdán hubiesen aprovechado la ocasión para asesorar a los futuros candidatos a las municipales, ellos que arrasaron en las elecciones gastrointernas socialistas, obreras y españolas que nos trajeron a Pedro Sánchez.

Todo eso y mucho más lo ha malogrado, quizás, el magistrado Leopoldo Puente, ya ven, y ahora la feria de mi pueblo será tan insulsa como las de los últimos años. Con la excepción de los conciertos del sábado y hoy domingo que esos sí que, cierto de toda certeza, son de categoría.

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